divendres, 29 de novembre del 2013

LA MATO Y LO MATO




La ministra de Sanidad es una somormuja. Según mi léxico materno este pajarraco es emblema de los que las matan callando. No hace ruido, nada de declaraciones grandilocuentes como el ínclito Wert o los ministros económicos, es de la cuadra plasmática, hierática pero figurante en todas las listas de sobresueldos ensobrados, ex de un mangante gurteliano, le llenaron la casa del confetti y de un flamante Jaguard y ella como quien oye llover. Somormuja arrapada a la estructura del partido y siempre en las quinielas de los puestos que arrojan pingües dividendos. La Mato (léanlo en cualquiera de los sentidos) ha intentado a última hora, de medio lado, sin que se sepa, introducir una modificación en la LEC. Parece que se ha dado cuenta de que eso de la violencia de género es un problema que atañe a su ministerio (aleluya, gloria a la ministra despierta) y que no iría mal hablar de igualdad en las relaciones entre sexos en la asignatura alternativa a la religión (sí, sí, esa que Gomendio, la de los quince millones de euros de patrimonio, dice que es una pérdida de tiempo). La Mato (insisto en la libertad de interpretación) pretende que aquellos alumnos sin culto (no los que leen Cásate y sé sumisa en la clase de Religión) se les dé un capa de pintura mínima para que no vayan por el mundo abusando de sus parejas. Lo considera de una importancia tan vital que hasta el último trámite parlamentario no había pensado en ello y todavía no ha conseguido el beneplácito del bíblico Wert que bautizó la ley con una cita del Eclesiastés en el Parlamento de una nación cada vez más laica: “Ha acabado el tiempo de destruir y comienza el de construir”. Olé tus bemoles, ministro visionario.

El día me lo acaba de amargar el triste Zapatero (me recuerda a los cuadros del Greco, no me pregunten por qué). Ha sacado libro, competencia directa de Aznar y de Solbes, ahora que ya no se puede hacer ná de ná nos explica la solo que se sintió teniendo que obedecer las órdenes de los devoradores comisarios de la Unión Europea que le exigieron austeridad para afrontar una crisis que no existió (él sigue erre que erre defendiendo los excelentes números maquillados de la España Champons League). Por lo que parece el librito no es de memorias, es una hagiografía (vida de un santo). Una periodista le pregunta sobre qué sería lo que recriminaría a Rajoy en sus dos años de presidente, qué le ha dolido más. No crean que se refirió a la sangrante reforma laboral (3% de bajada de salarios y 2% de aumento de los beneficios empresariales), ni a los recortes en sanidad y educación, ni a la vergonzosa restricción de derechos democráticos. El expresidente triste, sin despeinarse las cejas, sin rubor ni pavor, respondió que lo más lacerante de la era Rajoy ha sido la supresión de la asignatura Educación para la ciudadanía. Lo mato.     

dimecres, 27 de novembre del 2013

CIRCUITO CERRADO



La poesía me ofrece las explicaciones que no encuentro en la lógica, en el sesudo raciocinio que a veces insiste en resistirse, en no llegar hasta el fondo de las realidades. Los maestros de la poesía, hechiceros de minorías, eremitas que resisten al palabreo fácil, al murmullo banal de las tertulias fundamentalistas, indagan en la elaboración de pócimas para vivir sin achicharrarse en el sinsentido.
Asisto desde hace muchos años, perplejo, a la ascensión de los mediocres y al exilio de las mentes preclaras, al apartamiento (voluntario y forzado) de mujeres y hombres capacitados para las más altas cumbres y al encumbramiento de los menos aptos pero de garras muy afiladas. Y mi mente no encontraba respuesta, seguramente por la indignación que le producía la contemplación de una injusticia. Fue escuchar de la boca que siempre me arranca de la indolencia las palabras del chamán y encajar la última pieza del rompecabezas.


La ignorancia, como la hoja
perdida del libro, va
de aire en aire escribiéndose,
haciéndose más libre,
casi arrancada ya
de las ramas del tiempo, hasta
caer en el dominio
del insaciable, que la toma
del polvo y la reduce
a gobierno de luz, la reincorpora
a su libro marchito, convocando
allí su propia sed enmascarada
de ambición, porque no sabe
que la sabiduría es como un cuenco
donde todo se vierte hacia nacer.
                                                              
                                                                                           Pepe Caballero-Bonald



DOÑA MANOLITA



El año pasado llegué al límite de la heroicidad. Burlé con astucia y convencimiento los cantos de sirena de los poseedores de bolas de cristal compradas en bazares chinos que me auguraban la marginación de la abundancia por mi terquedad en no querer apoquinar la pasta como todo hijo de vecino. No gasté ni un solo euro en lotería de Navidad. No pagué el impuesto revolucionario a los recaudadores del azar. Este año vuelvo a escalar el Everest. 
-          - Tocará y tú no llevarás. Imagínate.

La sonrisa burlona, el dedo acusador señalándome como miembro de los desgraciados que vieron pasar la suerte por delante de sus morros y se negaron a raptarla. El miedo a penar toda la vida con la etiqueta de tonto del haba, cabezón, snob, o cualquier otro adjetivo que descalifica al que se descarría de la manada creyente en números fetiche.

Los mismos que proclaman a los cuatro vientos que un libro es un objeto de lujo y que por eso no leen más, los mismos que blasfeman por el 21% de IVA aplicado al cine y al teatro, abren su cartera y sin rechistar sueltan veinte euracos en la adquisición de una hipotética (la estadística es demoledora) porción de  gloria. Somos un país que tradicionalmente confía en quimeras (empezando por el aire con el que flotaban las burbujas inmobiliarias), que ha convertido el templo doña Manolita en una factoría de esperanzas que obviamente escapa al control de los hombres de negro de la troika. España espera ser rescatada por el azar, por alguna de las bolitas del gran bombo, esperamos que finiquite nuestro triste penar diario por el territorio de los deudores. Desviamos nuestra energía de las manos o de la inteligencia a una combinación de cifras mágica que esperamos que nos rescate del pozo por arte de birlibirloque. Y tradicionalmente, no se produce el milagro, es el momento en que aparece la fiebre del conformismo. Al minuto siguiente de la decepción lo más importante que poseemos es la salud, seguimos vivos después de habernos gastado la pasta en acciones de la nada y explicamos a orejas tan frustradas como las nuestras que el dinero no da la felicidad (¿y para qué jugamos?). Y nos engordamos con la contemplación de los tópicos de los afortunados, esos que se bañan en cava mientras nosotros nos comemos las lentejas de siempre. Los millones de euros servirán solo para tapar agujeros (ni que fuesen las cuevas de Altamira), siempre cae un premio en un barrio donde hacía mucha falta el dinero (en Damasco, en Calcuta o en las favelas de Río van sobrados). No hay año en que no proliferen los doctores en Filosofía que provocan el aluvión de cámaras sobre los lugares en los que estalla el Gordo, con gran solemnidad afirman que se alegran (en un país de envidiosos siempre hay mentiras en la bandeja de entrada) porque el premio está muy repartido, especialmente entre la clase trabajadora (a Fabra le ha tocado un chorrón de veces y no parece extraído de los bajos fondos castellonenses). Y un par de días después del magno evento patrio llegan los oportunistas que hacen campaña por el sorteo del Niño que arroja mayores dividendos que el de Navidad. Y otros euritos volarán con las alas de la desesperación. Los agitadores de banderas se han sumado al festival lúdico (me reprimo de blasfemar contra el patético Adelson), en Catalunya podemos jugar a la Grossa (más modesta pero más nuestra), un plebiscito que no necesita la aprobación de ninguna Constitución, porque amigos y amigas, en cuestión de juegos de azar, Catalunya ya es independiente.
Este año sigo con la firmeza del año pasado. Ni un euro. Creo que me he vuelto protestante (y protestón). Buena suerte.    

dimarts, 26 de novembre del 2013

CÓDIGO ROJO



No sé si recuerdan la peli Algunos hombres buenos. Por si acaso, les sitúo. Un marine muerto en extrañas circunstancias en la base de Guantánamo. Dos compañeros que se cargan (sin rechistar) las culpas. Un repelente Tom Cruise (Teniente Kaffe) y una impertinente Demi Moore (Comandante Galloway) son los encargados de la defensa. El jefe de la base donde se producen los hechos es un despótico Jack Nicholson (qué repugnante interpretación). Todo apunta a que se aplicó un Código Rojo (normativa de honor secreta) para eliminar a un soldado que podía quebrar la seguridad general, es un práctica prohibida pero muy utilizada en los lugares que se vive bajo presión. Kaffe y Galloway son tratados con la punta del pie por el Coronel Jessep porque buscan la verdad. Se celebra un juicio y la única forma de traquetear al sólido Nicholson es sacarlo de sus casillas, que minusvalore al pollito Cruise, que baje las defensas y admita ni que fuera veladamente que existían los códigos rojos y que él había ordenado el del soldado muerto. Aquí tienen el resultado. 




Rafael Hernando, el portavoz adjunto en el Congreso del Partido Popular, ha confesado en una tele amiga el código rojo. “Algunos se han acordado de su padre cuando ha habido subvenciones para encontrarlo”. No ha hecho falta que le apriete las tuercas el Teniente Kaffe, él, de motu proprio, preso de una ira heredada, en el fragor de una batalla dialéctica de tercera regional, ha soltado la lindeza. No es una frase improvisada, no es una salida de tono insignificante, es el fruto de muchas aportaciones de otros herederos del franquismo más rancio que siguen infiltrados en el edificio democrático atacándolo por dentro. No me hablen de reconciliación que no me creo nada.


Se imaginan ustedes que pasaría si después de un acto en recuerdo de las víctimas del terrorismo etarra un dirigente de Bildu repitiese la frase de Hernando en la tele vasca. O que la Merkel se refiriese en ese tono al holocausto judío. O que un ministro de la Kirschner dijese que las madres de Mayo salieron a dar vueltas por la plaza aprovechando el buen tiempo.
En la peli, el Coronel Jessep es apresado y puesto a buen recaudo, en esta España tan tétrica, el ignominioso Hernando sigue en su puesto con la quijada sarnosa preparada para seguir mordiendo con total impunidad.   

dilluns, 25 de novembre del 2013

HORMIGUITAS



Cuando una tiene 15 millones de patrimonio y un novio ministro, una ve las cosas de otra manera. Me imagino que su visión será parecida a la de las fotos que dispara un satélite a chorrocientos kilómetros de la Tierra. España es un cachito insignificante del conjunto y los españoles hormiguitas casi sin nombre y apellido.

Cuando una tiene 15 millones de euros de patrimonio, un novio ministro y se es secretaria de Estado de Educación, una puede sentirse legitimada para decir la verdad, aunque una sea una investigadora de tres al cuarto cuya única aportación destacada a la ciencia haya sido una tesis sobre reproducción de primates y no tenga demasiado que ver con el objeto de su gobierno, ah, sí, perdón, que ha restringido los presupuestos en investigación para que nadie más pueda pisarle sus hallazgos sobre la meteysaca de nuestros ancestros.
Cuando una tiene 15 millones de euros de patrimonio, un novio ministro y el cargo de secretaria de Estado y además se puede amparar en una mayoría absoluta que aprueba leyes que satisfacen la voracidad de todos los poderes fácticos habidos y por haber, claro que sí, desligada de las necesidades terrenales y de la piedad (tan de pobretones), una puede permitirse decir verdades como puños, verdades incómodas que escuecen a las hormiguitas, a esas que con su voto inconsciente han aupado al poder a una mujer que tiene 15 millones de euros de patrimonio, un novio ministro y que ostenta el pomposo cargo de secretaria de Estado de Educación sin tener ni puñetera idea de educación.
Cuando una tiene 15 millones de euros en el banco (qué pastón), un novio (y qué novio, amigas) ministro (y qué ministro, amigos) y una es secretaria de Estado de Educación (no veo a las hormiguitas, dónde están), de un gobierno de opereta pero con mayoría absoluta (qué rodillo), una puede decir verdades como templos: “Los alumnos que no escogen religión dedican su tiempo a nada, literalmente”.
Yo corroboro entusiastamente la afirmación de su Eminencia doña Montserrat Gomendio Kindelán. Llevo un puñado de años impartiendo la asignatura que lleva por nombre el humillante título de ALTERNATIVA A LA RELIGIÓN. Por supuesto que es una pérdida absoluta de tiempo, básicamente porque para asegurar que se  imparta una asignatura de religión católica (a las cultos le den por saco) dentro del horario oficial de un Estado laico (no me hagan reír) el resto de alumnos (ateos o desganados) no pueden avanzar curriculum (lógico, como vamos sobraos…).
Lo único que separa a esa señora de mí (rotunda hormiguita) son los 15 millones de patrimonio, el novio ministro (Dios me libre) y ser secretaria de Estado de Educación del gobierno más garrulo que nunca tuvo España. En lo demás, totalmente en desacuerdo. 
Posdata: ¿Alguien sabe si ya se multa por meterse con la novia del ministro Wert? ¿Una cajita de resistencia, por favor?

divendres, 22 de novembre del 2013

EL ACORAZADO POTEMKIN



El poder se puede ejercer por la fuerza o por la razón. Lastimosamente la primera opción  se suele imponer cuando se agota la segunda. Llevamos una retahíla de excusas en el zurrón, el rollito de vivir por encima de las posibilidades, las exigencias europeas, los brotes verdes y otros eufemismos que se desmoronan al primer bufido, nos hemos comido poco a poco la crisis pero la desesperación empieza a hacer mella en una ciudadanía artrítica poco acostumbrada a luchar por sus derechos. La razón exige tener criterios y algunos (especialmente proteger a los privilegiados) suelen contrariar a la masa desfavorecida. Que se salve a los bancos que desahucian a los que pagan los impuestos con los que se hará frente su rescate es una parodia surrealista que solivianta al personal. Aunque se tengan controlados los mass media y dispongan de una ingente legión de ratas que se alimentan con la carroña que desprende el poder (sobresueldos, enchufes, cargos políticos, vanidades varias…) el público empieza a impacientarse y a sacar las patas del tiesto (expresión herencia materna). Cuando esto se produce, históricamente el poder muestra su cara más feroz  y hace un pedido extra de alambradas electrificadas, muros infranqueables y vigilantes de élite. Resumiendo, medio mundo se muere de hambre mientras el privilegiado 1% de la población se arma hasta los dientes para defenderse de los harapientos que piden pan. 

Nuestro gobierno, siempre vigilante por los valores democráticos, ha empezado a extender nuevas alambradas que hagan más difícil exigirle justicia. Ha empezado por legislar que es bastante económico cuando se tiene mayoría absoluta. No se puede consentir que los señores diputados aprueben leyes a su antojo con una jauría de alborotadores subida en el tejado del Congreso de los Diputados. ¡A prisión! Es inadmisible que una marabunta de desahuciados chille enfervorizada en la puerta del domicilio de un respetable ministro con el consecuente trauma psicológico para los hijos del servidor público. O que le pueda uno decir cabrón al madero que te está zurrando la badana porque protestas por tus derechos. El absurdo se impone con porras y pelotas de goma. Los salarios bajan escandalosamente mientras las multas por las protestas suben exponencialmente. Una alcaldesa (culmen del desvarío) incluye en las ordenanzas municipales multas astronómicas por ejercer la mendicidad. Es que hay muchos pobres que se hacen pasar por pobres para no trabajar y sablear a los ciudadanos de bien. Pero también hay muchos políticos que se hacen pasar por políticos y son agentes al servicio del poder económico y nadie les cobra una tasa de mentiras.
Esta mañana he visto en la tele que la policía portuguesa montó una manifestación contra los recortes a los que está obligando la troika, protestaba porque estaban trabajando “en el límite de la indignidad”. Los compañeros que tenía acordonado el Parlamento se abrieron como un clavel (dónde habrán quedado) para dejar paso a los policías protestones y pacíficamente tomaron la zona. Me dio por pensar en el acorazado Potemkin, ya sé que es una conexión interesada, un guiño al sí se puede, un grito a la solidaridad entre carceleros y presos.
No sé, quisiera creerme que las barbas de nuestros vecinos lusos se están pelando y que alguien pudiera pensar en poner las suyas a remojar.