Predecir
el futuro es una actividad que tiene mucho predicamento. Adelantarnos unos
minutillos a lo que va a suceder nos pondría en una posición ventajosa y
precisamente ahí hurgan los listillos, en un imposible. Hay predicciones que
tienen que ver más con la lógica que con tener contactos en el más allá. Si
bajas una cuesta a toda pastilla en una bicicleta sin frenos yo mismo (sin
carné de adivinador) te puedo pronosticar que tu dentadura corre peligro. Hay
otras predicciones que son de difícil comprobación, for example, “en poco
tiempo aparecerá el hombre de tu vida”. La medición del tiempo es relativa y la
calificación de hombre de tu vida ni te explico, o sea, que para hacer encajar
la realidad con lo pronosticado eres capaz de juntarte con el hermano pequeño
del Fary en dos días.
Es
cierto que en estos tiempos mis post pueden estar afectados por golpes de calor
pero mi objetivo de hoy no era hablarles de Rappeles o Sandros Reys (madre de
Dios la geta que tiene este muchacho que aunque no acierta una sigue timando al
personal). Yo quisiera referirme a la ultrabronceada Cristinita Lagarde y sus predicciones
económicas. Periódicamente desde que es presidenta del FMI (Fulleros Mentirosos
Insidiosos) se dedica a coger su bola de cristal y a pronosticar el futuro
económico de los países. Con España lo tiene fácil: Amor jodido, Salud
privatizada y dinerillo todo en Suiza.
Lagarde tiene un punto curilla
apocalíptico, acompaña sus previsiones agoreras con consejillos (mandamientos)
que casi siempre llevan moralina y atacan a la carne (comer menos). Qué
casualidad que cada recomendación que nos lanza esta Bruja Lola Franchute y
Malcarada supone que los de abajo nos apretemos el cinturón y los de arriba
cuando le hayamos dado un punto a la correa nos maquillen cuatro estadísticas
que sigan perpetuando el engaño. El problema de los adivinos viene cuando la
predicción no se cumple (lo más normal). En el caso de Grecia la infalible
Lagarde entonó un mea culpa a lo Rey (no Sandro sino Borbón), a lo Rajoy
(confié en quién no tenía que confiar) y después de asumir el pecado pues a
volver a pecar sin escrúpulos.
La
lástima es que a los adivinos televisivos de madrugada con cambiar de canal o
apagar la tele ya se desprende uno de ellos, en cambio el FMI y sus
predicciones son hoja de ruta de obligado cumplimiento para el Confiado Mariano
y sus adláteres. ¿Y si les comprásemos otra bola de cristal más limpia en el
que pudieran ver el reflejo de sus miserables intenciones?
Ni te esfuerces ni hagas gasto, una "bola" no es solución para ellos. Igual si los volvieran a parir...Pero esta vez un parto natural, sin forceps ni vaccum extractor, por cuidar esa cabecita.
ResponEliminaUn besote.
Tal vez lanzarles la bola a la cabeza sería más efectivo...
Elimina