Cuando
se acaba la reunión de principio de curso con los padres, algunos se acercan para formularte alguna preguntilla poco trascendente
con el objetivo de identificarse, quieren que sepas quién es el progenitor del
futuro alumno para que le pongas más cariño. Lógico y normal. Uno de los
primeros (por no decir siempre el primero) suele ser un tanque.
Se blinda de
cualquier prejuicio, se aísla del exterior y te secuestra en exclusiva. Te
asaeta a preguntas (chorras la mayoría), te explica su vida y la de su
parentela, anécdotas de los últimos treinta veranos, su origen humilde y sus
proyectos de vida para ese que se sentará en la silla que él acaba de dejar
vacía. Por encima de su hombro tú puedes contemplar como otros padres
esperan estoicamente su turno sin poder disimular su enfado. Él sigue
impertérrito, invadiendo tu tiempo y el que tendrías que repartir
democráticamente entre el resto. Aunque le lances piedrecitas que invitan a la
despedida sigue cómo en su blindado recaptáculo, aprovechando su tracción megaultrapoderosa
resiste todos tus capotazos para permanecer mientras la multitud rabia para
que desaparezca.
- -¿Os queda solomillo de ternera? Es
para no esperarme inútilmente…
El
tanque aparece por sorpresa y hace una pregunta inocente. La carnicera asiente
con la cabeza. La boca del cañón vuelve a abrir fuego.
- -¿A cuánto el kilo?
La
clienta que está siendo servida mira de reojo harta de tanta preguntita pero el tanque tiene una capa protectora contra miradas que fulmina, él surca las dunas con facilidad.
-Es que la que me llevé el otro día
no me dejó demasiado satisfecha. ¿ Es ése que tienes ahí o hay más en la cámara?
El
tanque se apoya en la prudencia de los que lo padecen para
aprovecharse, entra hasta la cocina sin que nadie le dé permiso, fuerza
que le suelten una fresca para sentirse ofendido y seguir triscando.
- -Espera un momentín que es el
último vestido que me pruebo…
- -Señora son las dos menos cuarto y
a la una y media tendríamos que haber echado la persiana.
- -Es solo éste, no tardo nada, un
minutito.
¿Ustedes
se creen que será solo un minutito? ¿Y que será el último vestido? ¿Y que será
la última tienda en la que montará el numerito? ¡Ni hablar! El tanque huele la
debilidad y repetirá su calculada estrategia cada vez que le venga en gana y
que encuentre un público proclive a soportar sus excentricidades.
Si se encuentran
alguno este verano cácenlo y llévenlo al Museo del Ejército. Por su bien y por
el mío.Les
dejo un corto sobre una tanque con inquietudes fotográficas.
«Tanques si, pero de cerveza» AZAGRA
ResponEliminaMi musa preferida se llama Voll-Damm.
ResponEliminamusas aparte: por el efecto gravitacional que explicas, más que un tanque te estás refiriendo a un agujero negro.
ResponElimina