Les
recomiendo aprovechar las últimas horas de una tarde veraniega. Su luz y su
brisa. La reflexión profunda que se vincula al sentimiento necesita un
escenario apropiado para fructificar. Piérdanse en los vericuetos del
ensimismamiento.
Hay que apreciarse mucho para
ser capaz de mostrar insatisfacción con lo que ya somos.
Si
quieren una pauta, una clave de sol que marque el ritmo de sus investigaciones,
el precioso texto de Ángel Gabilondo que da título a este post: De uno mismo.
El brillo de las perlas nos ayuda a transitar por una realidad muy enmarañada.
No deja de ser atractivo que,
en cualquier caso, cuando damos con nosotros mismos no todo parece ya definido
y acabado.
El
agotamiento al que nos conduce la pérdida del timón nos presenta a nosotros
mismos como seres finitos, inexorables, previsibles. Yo soy así. Una sombra
cicatera nos quiere escatimar la capacidad de transformarnos, de construir.
Pero, ¿por qué perdimos el timón?
Se requiere entonces algún detenimiento, un habitar, alguna pausa,
un demorarse en la vorágine inquietante de lo que
nos resulta tan decisivo como para ocupar toda nuestra existencia en la
urgencia del miedo y de la prisa, en el fulgor de la precipitación.
El
activismo desordenado al que nos empuja nuestra cotidianidad silencia nuestro
miedo a encontrarnos con nosotros mismos. Todo pasa a la condición de urgente para
esquivar la cita más trascendente.
Hay en ello un cierto aire
insurrecto. El de no limitarnos a quienes ya somos. Para eso se
requiere capacidad de sorpresa a fin de saberse desbordado por lo que cabe
sentir y pensar.
Gabilondo
nos empuja a interrumpirnos, a romper el discurso monolítico que se genera en
el exterior para no dejarnos escucharnos. Apuesta por fijar una agenda del alma
que ponga en sintonía nuestra esencia con el mundo y sus pobladores.
Aprovechen
ese momento en que el sol deja de fatigarnos con su calor insoportable (la
metáfora perfecta de la vorágine) para llegar a la intemperie, desprenderse y
empaparse de lo significativo.
Dios! Mi vida por una unifamiliar! Qué vendido al diablo de la clase media que estoy hecho!!
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