1. ¿Cómo eran los poblados
ibéricos? A mí me lo vas a preguntar si no traigo libro.
2. ¿Cómo protegían los poblados? Yo
k se.
3. ¿Qué edificios públicos había?
Pues centro comercial… a lo moderno.
4. ¿Qué rituales funerarios
practicaban? El baile del caballo.
5. ¿Cómo estaba construida una casa
íbera? No he vivido en el pasado así que no lo sé.
6. ¿Qué función tenía la casa
íbera? Ya te lo he dicho en la 5.
7. ¿Qué herramientas se utilizaban?
Habla en español que no se entiende ( las preguntas del original estaban
formuladas en catalán)
8. ¿En qué se fundamenta la
economía de la metalurgia? K es economía.
9. ¿Qué objetos fabricaban en
metal? La economía.
10. ¿Con qué pueblos comerciaban los
íberos? Pues no lo sé.
El examen
corresponde a Ciencias Sociales de Primero de ESO. No es ninguna anécdota, no
es baladí lo que se desprende de las respuestas de la muchacha de doce años que
a buen seguro se pasó dos o tres semanas recibiendo información sobre el pueblo
que habitó la península ibérica (¡qué casualidad!).
¿Recuerdan las
respuestas de la Antigua Antología del Disparate? Provocaban hilaridad
conceptual, la sonrisa arrancaba de confusiones graciosas y asociaciones
ilícitas pero como sustrato homogéneo de las barbaridades existía el deseo del
alumno de responder, de quedar bien, de rellenar el vacío con términos que se
aproximaban a la melodía pero que tenían graves carencias de solfeo. La nueva
edición (mi generis) de disparates es de otra pasta, se aprecia una chulería,
una falta de respeto y un nulo sentido del humor que provoca rabia contenida.
Cuando se habla de desprecio por la cultura el examen trascrito puede ser un
ejemplo muy revelador.
No me hagan
demasiado caso, los profes estamos exhaustos con este trimestre inacabable,
puede que nos nuble la vista el cansancio pero a volapié y con la contemplación a vista de pájaro del examen de
marras parece sensato reconocer que las carencias de los que suben no tienen
mucho de pedagógico (menos mirar al dichoso PISA) sino más bien de posición
ante la vida y ante los congéneres que nos rodean (más revisar los valores de
la tribu).
El péndulo se mueve entre dos orillas. La de don
Iñaki (mi profe) que le hubiese dado una santa colleja a quien se hubiese
atrevido a escribir un diez por ciento de lo registrado en el examen del
principio y la del profe timorato que me lo pasó y que está acongojado por las
consecuencias que le pueda significar actuar con coherencia. En medio del río
revuelto, los pescadores hartándose.
Pues no les pongas exámenes si quieres evitar esas respuestas. Crees que contestar correctamente las 10 preguntas demuestra que hayan aprendido algo significativo? Haz la prueba: ponles el mismo exámen por sorpresa dentro de 15 días, a ver qué ha quedado.
ResponEliminaY qué casualidad que sean 10 las preguntas, será por comodidad calificativa? Porqué no 13, o 19?
Aunque lo que describes parece un caso de pasotismo extremo hay que darle respuesta porque seguramente los resultados de alumnos "normales" tampoco serán como para tirar cohetes.
Vale la pena intentar otras metodologías. En general los críos son curiosos y vale la pena aprovecharlo.
Me descojono con tus post que leo asiduamente, pero este de hoy.....mmmm
Saludos y bones vacances.
Joan, no te precipotes, este examen no es mío (lee atentamente el final). Por lo que leo nos encontramos dos concepciones de la educación aquí reunidos. Tu buenismo (aceptalo, un exceso de confianza en los alumnos pasotas y no pasotas) vs mi desconfiismo (lo acepto, a veces generalizo demasiado lo malo) Estas luchas prometen. De la dialéctica sale agua clara. Un saludo.
EliminaYo sí estoy de acuerdo en examinar con preguntas de este tipo. Quien tiene ganas de aprender, estudiará para responder bien estas preguntas. Quizá poco tiempo después ya no se acuerde, pero sabrá dónde buscar y le resultará más fácil volverlo a aprender.
ResponEliminaLo difícil es conseguir que los adolescentes tengan ganas de aprender alguna cosa. Ese pasotismo que algunos abanderan, parece ser incluso contagioso. Y pobre del alumno que muestre interés por lo que cuenta el profesor.