Me sigo maravillando de su resistencia. Yo que
tengo entre mis más valiosas cualidades la de perforar cualquier material hasta
conseguir sacar mis dedos por el agujero menos pensado, puedo certificar y
certifico que no he podido con ellos. Ya me advirtió el amable dependiente
el día de su compra que tenían tres años de garantía. ¿Unos zapatos? Cosido y
piel. Me arrepiento de mi sarnosa sonrisa, era injustificada e injusta, hoy
siguen sin poder haber sido profanados por mis díscolos pies.
Leo atentamente la entrevista que el JotDown hace
al hijo del creador de la marca Camper. Habla de su abuelo Antoni que ni corto
ni perezoso se plantó a finales del siglo XIX en Inglaterra (procedente de
Mallorca) sin un duro y sin tener ni idea de inglés y en dos años volvió a la
isla con la maquinaria suficiente para montar la primera fábrica de calzado
mecanizado de España. Me devolvió a la memoria a otro personaje singular. El
padre de Federico García Lorca, un señorito andaluz que vio las posibilidades
de la maquinización de la remolacha en la Vega de Granada y que se fue a la Expo de París a conseguir la infraestructura necesaria
para hacer crecer su negocio. Emprendedores se llaman ahora. Buscarse las
habichuelas se llamaba entonces.
Antoni Fluxà plantó la semilla del imperio Camper
y Federico García Rodríguez pudo comprar la Huerta de San Vicente donde su hijo
Federico creó el Romancero Gitano o Bodas de Sangre. Ya intuí este verano
cuando visité con mi pareja el idílico espacio que si en tu casa Manuel
de Falla toca el piano tienes muchos números para desarrollar una sensibilidad especial. Los
padres pusieron la semilla que tuvo que ser regada con el talento de los
sucesores para crecer y dar frutos.
D.B.HOROWITZ |
Si
solucionas el problema de la educación, solucionas la mitad de todos los
problemas.
Cuando las sentencias vienen avaladas por el éxito
tienen el doble de valor. No son charlatanes de feria que edifican castillos de
naipes, son obreros a pie de obra que saben lo que cuesta levantar una pared
sin que se tuerza.
Vivimos
demasiado tranquilos apareciendo siempre los últimos en los informes sobre
educación, y ocurre así desde hace muchos años. Y sin educación no hay cultura,
no hay investigación, no hay progreso, no hay nada. (…) No es tanto un tema
ideológico, porque a fin de cuentas los dos grandes partidos han hecho lo mismo
al pasar por el Gobierno, sino de convicción.
Ahora me doy cuenta que aquellos zapatos
irrompibles arrancaban de una ética que puede ser extrapolable a muchos campos.
Nosotros
reposamos sobre dos pilares: la calidad y la diferenciación del producto. Sería
un error competir con el precio porque no sabemos hacer productos de menos
calidad. Los materiales con los que trabajamos y las fábricas con las que
producimos son las que son y para abaratar tendríamos que cambiar eso a peor.
Estamos convencidos de que si hacemos productos de calidad y los hacemos bien,
las cosas irán bien.
Supongo que no hace falta explicarles por qué le
han salido agujeros a la educación y al país.
Abaratar no es la solución. Eso lo conocen los emprendedores, por cierto, entre nuestros políticos no queda ni uno.
ResponEliminaMe encanta la comparativa.
Un besote
Racionalizar es mucho mejor.
ResponEliminaMe ha encantado este artículo. Creo que merece imprimirlo y enmarcarlo. De momento me lo guardo y lo comparto. Gracias!!
ResponEliminaMuchas gracias.
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