Ayer fueron al terapeuta familiar. Le explicaron
cada uno su postura. Este matrimonio huele a rancio y los reproches son
constantes. No paran, a cada momento encuentran una oportunidad para
restregarse por las narices los esfuerzos que hicieron una por la otra,
cualquier oportunidad es buena para enconarse y magnificar sus derechos y
reclamar los deberes del otro.
España dice que tiene un papel firmado (Consti)
que exige fidelidad y lealtad. Catalunya dice que ha hablado con su madre, su
hermana, su hija, su vecina y que le han dicho que no tiene por qué compartir
la vida con alguien a quien no quiere y lo que es más importante, no
desea. España le responde que bien que
le quería en aquellos tiempos tan pujolistas y que juntas se iban de picos
pardos y ahogaban sus diferencias en transferencias generosas. Catalunya dice
que eso es pasado y que de los recuerdos no se puede vivir. Catalunya recuerda
a la nostálgica España las cuentas sin pagar en el super, las promesas
incumplidas de espacio propio y la falta de sensibilidad en lo que respecta a
sus ambiciones. Catalunya dice España nunca la quiso de verdad, que todo era
por el interés. Espanya dice que es Catalunya la que es una tikismikis que
nunca tiene suficiente y que siempre se ha considerado una vedette que no se la
valora prou. Llorona le escupe en el punto más álgido de la discusión.
Catalunya se gira y le escupe un antidemocrática que casi tira los cuadros de
la consulta del terapeuta.
Esta pareja tiene las horas contadas, hablando no
se entiende la gente, cada una tiene sus argumentos y por mucho que se
desgañiten son incompatibles. Catalunya deja claro que le gustaría marcharse
sin rencor, por las buenas (respetando la ley) y construyendo una buena amistad
en el futuro. Pero también advierte que como le cierren la salida se larga con
viento fresco y les pone una demanda que se cagan. España no se arruga y avisa
que si se le ocurre coger las de Villadiego que no cuente con quedarse a vivir
en la comunidad de vecinos europea, que le pedirán una nueva fianza y que ya se
encargará ella de pasarle malas referencias al presidente Recio para que tarde
lo máximo en alquilarle una buhardilla destartalada. Ya se sabe, cunado se acaba el amor (pantoja dixit) el odio empieza construir sus nidos.
Déjenme que me asombre de comprobar cómo algunos
espectadores de este final traumático de matrimonio no se enteran de nada.
Risto no paró de insistirle a Oriol Junqueras en su chester estelado para que
definiera su nacionalidad esgrimiendo lo que ponía su DNI. Y es obvio que no
existe DNI catalán porque si así fuera el independentista Junqueras lo tendría
en su cartera. Y sí, Risto, hay muchos catalanes que no celebraron el gol de
Iniesta en el Mundial y que se alegran de que la Roja pierda por goleada si
puede ser. Igualmente hay españoles que reniegan de los catalanes y que ponían
barbaridades en twitter cuando se quemaron los montes catalanes y había todavía
víctimas en caliente.
Este divorcio acaba en los tribunales como me
llamo Jordi.
Ácido y veraz, sin duda. A mis alumnos y a todo mi entorno les insisto que esto ha cambiado y que va más en la dirección que expone Risto. Me miran con cara de carnero degollado. Las épocas de transición son inexplicables.
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