Corren malos tiempos para las voces que ilustran. Los
perversos no admiten disidencia. El poder es paciente, espera su oportunidad y
cuando la masa mira para otro lado desliza la guadaña con suavidad.
Mi pareja y yo teníamos un placer privado (no
piensen mal picarones, o sí…). Cada mediodía de domingo nos cogíamos de la mano
y paseábamos filosofando sobre la vida y sus conjuntos (a veces también nos
acompañaba el silencio) hasta el quiosco del pueblo. Hay varios, pero juramos
fidelidad al que hizo la primera huelga general. Invertíamos dos euros y medio
en comprar El País. Yo, casi todos los domingos, le hacía la misma broma a la
quiosquera amable.
- -¿Comprar
un país por dos euros y medio? ¿Barato, no?
Nos sentábamos en la terraza de Jimena (camarera
eficiente y dicharachera) que ya nos conocía y antes de abrir nosotros la boca
llegaba con dos Voll-Damm (doble o nada) y dos copas heladas. Guiada por
el desprendimiento de antaño nos obsequiaba con una tapita gratuita de olivas o
de croquetas para mejor bajar la bebida.
Con la gafas de sol protegiéndonos de la sociedad
conformista, mi pareja despedazaba EL DOMINICAL y yo le hincaba el diente al
noticiario. Yo lo esperaba, lo presentía, lo disfrutaba.
- -¡Esta
es mi Maruja!
- -Esta
semana le zumba a los obispos, ¿verdad?
Complicidad absoluta. Maruja Torres era una
bombona de oxígeno desde que dejó de hablar del Líbano (del que sabe un huevo y
lleva en el corazón) y se metió en el tuétano de nuestros problemas para sacar
su pluma (Mac) racial y descerrajar la caja de los truenos.
Era de esperar, a Maruja se la han cargado. Un
directorcillo rencoroso que seguramente le pasó factura (en diferido) de su
ostentoso apoyo al ERE del periódico que tan feliz dirigía hasta que faltó el parné.
Le molestaba su insidiosa independencia y con la excusa de que estaba
desaprovechada (qué zafio personaje) le ofreció un proyecto ambiguo a cambio de
dejar de opinar. Sigo a Maruja en Facebook y explica que con un gesto que le
honra se levantó y se piró (oh, Dios, alguien que dimite en España, monumento
inmediato). Confiesa que hasta llegar al taxi derramó unas lágrimas que
seguramente honraban los años dedicados y la buena gente conocida. Cuando el
taxista empezó a relatarle las jugarretas que le hacía su jefe ya empezó a
trabajar para un nuevo medio, seguro que aprovechará para plasmarlo en alguno
de sus incisivos artículos. De momento
gocen con su testamento, casualmente titulado IGNOMINIA, en el rancio País.
Mi pareja y yo (sin hablarlo) sabemos que se
acabaron aquellos domingos. Lástima de Javier Marías (tendremos que leerlo por
internet) y de Almu, Rosa y otros maestros que dieron clases en un medio de
comunicación que se cae a trozos igual que el resto del país. No hay mal que por bien no
venga, nos dedicaremos a mirarnos más y cuando los dedos nos pidan hojas de
periódico recordaremos con orgullo que los honestos caen con las botas puestas.
es la misma situación en México, los buenos periodistas no tienen voz...
ResponEliminaEl poder económico decapita a los que no son dóciles.
Eliminalee este diario digital que es gratuito y es totalmente imparcial:
ResponEliminawww.eldiario.es
En el caso de Maruja Torres es especialmente significativo que se aparte su voz disidente por ser ella un elemento destacado en la ardua labor de ir señalando, a diario,(semanalmente en su columna o el la revista del domingo), todos y cada uno de los atropellos perpetrados por quienes dirigen sus esfuerzos a derribar,destruir o masacrar a una ciudadanía destinataria de todos los despropósitos imaginables. Maruja Torres entra en zonas sensibles, intocables; expone a personas que por su perfidia merecen ser objeto de su escarnio y su sarcasmo. Su osadía no es moneda común en los demás medios, y su libertad y desparpajo son el dolor de cabeza de quienes se sirven de la sociedad para sus trepaduras y sus felonías. D enhorabuena estarán los mezquinos; de vacuidad nos llenamos los demás.
ResponEliminaNo quito ni un punto ni una coma, totalmente de acuerdo contigo. Siguiendo tu senda, intentemos hacerles la vida más difícil a los mezquinos. Victoria pírrica pero victoria al fin y al cabo.
ResponElimina