Hay un amplio colectivo de estudiantes de todos los niveles que AHORA
le están viendo las orejas al lobo (otra expresión materna). En treinta días
(lo que queda para finalizar las clases) pretenden remediar el vaguerío de los
nueve meses anteriores. Con descaro e insolencia intentan convencer a sus
accionistas (papás) y a los expertos (profes) de que a poco que aprieten el
acelerador se ventilan las calabazas (suspensos). Tiran de buenas palabras y de
magníficas intenciones (castillos de arena). Cuentan con dos oportunidades para
enderezar el rumbo de un barco sin vela (junio y setiembre). Venden humo,
caramelos y lo que haga falta para que piquen el anzuelo oídos proclives al
milagro.
Los ministros españoles de Economía y Hacienda se encuentran un boquete
económico de tres pares de narices (España debe los mismo que produce) y se
creen que tirando de brotes verdes y de sandeces varias podrán recuperar el
tiempo perdido y convencernos a los paganos que salir de la crisis está a la
vuelta de la esquina. Yo le doy clases a Montoros y De Guindos con acné. Economistas
comprados y autoridades europeas interesadas (muchos participaron en el festín
que provocó la crisis) son el sustento para reforzar muchas medidas
desconcertantes. Si no crece el consumo (el estudio) será muy difícil que la
rueda vuelva a girar. El aplazamiento
del cumplimiento de déficit no provocará el aprobado, aceptan que mejor
presentarse en setiembre. Los malos gestores maquillan las cuentas que
presentan a Europa (copian en los exámenes), recortan a los más débiles (los
pipiolos presionan a los profes más blandengues y a los papás más comprensivos)
y cacarean como gallinas cluecas que ya se sale del bache a oídos proclives al
milagro.
¿Por qué no perseguimos el fraude fiscal? ¿Por qué no empiezas a
prestar más atención en clase? ¿Por qué no reducimos el número de cargos
enchufados a dedo en la administración? ¿Por qué no dedicas más tiempo en casa
al estudio? ¿Por qué no devuelven la pasta los que la trincaron ilícitamente? ¿Por
qué no pones orden en tus apuntes y tus trabajos?
-Eso es el chocolate del loro.
Los indianos que habían traído sus loros de llamativos plumajes como
símbolo de ostentación, cuando su capital menguó no dudaron en empezar por
suprimir la onza de chocolate que le ponían al bicho en tiempos de bonanza y
cambiarla por alpiste de toda la vida. Claro que podían dejar sin comer al
servicio o vender la casa pero se dieron cuenta que un conjunto de pequeñas
medidas (la onza de chocolate) sumadas con paciencia y acierto sumaban tanto
como otras grandilocuentes pero poco efectivas. Los indianos sudaron su
patrimonio, los ministros incrementan el suyo con el sudor de los demás. Los alumnos esperan que la piedad de los
profes y del sistema obre el milagro. Y lo peor, chocolate por doquier.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada