Mi madre me legó una gran cantidad de expresiones en
las que he ido profundizando a lo largo de mi vida.
-
-A ése
se lo llevan los demonios.
No me estaba hablando de ninguna posesión infernal
al estilo de Poltergeist. Se refería a que el sujeto de la frase llevaba un
cabreo de mil demonios (otra vez los discípulos del Maligno rondando por mi
vocabulario). La otra noche entrevistaron a Joaquín (Sabina, of course) en la
Sexta y me inoculó un vocablo que me entró hasta el tuétano. Confesó
con voz cazallosa y acento reminiscencia de andaluz, que la situación del país
lo tenía “endemoniao”.
Es asomarse uno a la prensa, al Facebook o a la
realidad cotidiana y encontrarse con la ignominia campando a sus anchas. No me
digan que no hay que tener cuajo (otra expresión legada por vía materna) para
soportar el goteo de informaciones sobre el caso Bárcenas. Que salga ya toda la
mierda claman los demonios que me habitan en el hígado.
El viernes se aprobó la LOMCE. Camuflado por entre
montañas de medidas de dudosa aplicación y de más que probada ineficacia,
encontramos chicha para los demonios. Un estado laico (lo promulga a los cuatro
vientos la sacrosanta constitución) tendrá en su curriculum académica una
asignatura (Reli) residuo que computará como otra cualquiera (todos los
periodistas citan las Matemáticas, yo barro para casa y digo las Sociales).
Rouco y sus secuaces han metido cucharada en la nueva reforma, deben pensar que
a río revuelto, ganancia para la Iglesia. Y nosotros, endemoniados,
contemplando el espectáculo. La próxima oleada endemoniada tiene cita con el
aborto.
Y me endemonio hasta el paroxismo comprobando la
esterilidad de las fuerzas endemoniadas en los último 400 (sí, han leído bien)
años en la historia de España. Francisco de Quevedo en 1606 escribió una obra
que hoy viene como anillo al dedo: El
alguacil endemoniado. Los parientes de Rouco no dejaron que se publicase
con ese título y en 1631 apareció la versión expurgada con el adjetivo
maquillado: El alguacil alguacilado.
El licenciado Calabrés, sacerdote hipócrita y hacedor de exorcismos conversa
con el Demonio (no era Wert) para quitarle el hechizo al pobrecito alguacil.
Con la fina ironía del gran Quevedo ya se denuncia la omnipresencia de la
Iglesia en la sociedad española. La misma que no paga IBI pero tiene unos
comedores de pobres cada vez más numerosos (la bondad es un producto de alta
rentabilidad). La misma que en medio de la predicción meteorológica (cómo saben
cogernos desprevenidos) me alienta a poner la X en su negocio. La misma que
esconde pederastas y otorga a las células estatus de ciudadano.
La misma, siempre la misma. Y a mí siempre llevándoseme
los demonios.
No sufras Jordi, mejor los demonios que no esos angelotes gordos y sonrosados ,asexuados o con diminitos pinganillos......
ResponEliminaYa sé que a ti te va la marcha amigo Templario. La bondad supongo que te revienta igual que a mí. Que venga el demonio a poner orden de una vez.
EliminaEstamos viviendo en una náusea permanente. Y quieren imponernos su religión y sus normas, los que despues de tanto vivir cerca de su dios, han salido tan ladrones, corruptos y mentorosos. Es vomitivo !!
ResponEliminaHaced lo que yo digo pero no hagáis lo que yo hago. Vomitivamente endomoniados estamos....
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