La
verdad sobre los Reyes Magos de Oriente se camufla entre los regalos que
carretean los esforzados camellos con la benéfica intención de preservar la
ilusión de los niños. Es la primera gran mentira social (en el ámbito judeocristiano).
A los cuatro o cinco años ya hay chivatos que empiezan a joder la marrana y a
malmeter voceando a los cuatro vientos que los reyes son los padres. El mosqueo
está servido. Unos niños indagan en la duda y otros miran sin ver. A los ocho o
nueve años las pruebas contra los farsantes que usurpan el papel de los tres
regaladores son más contundentes que las de Bárcenas y los Gürtel, pero un buen
grueso de niños interesados siguen contreembusteando a los que pretenden
sacarles de su ignorancia interesada. Cuando las evidencias no se pueden
camuflar con otras trolas, aparecen los padres ingeniosos que se invisten de
embajadores de los Reyes de Oriente, brazos ejecutores nada más. Como han sido pillados con las manos en la
caja del Scalextric o de la Barbie argumentan a orejas proclives a la mentira que los accionistas verdaderos
del regalo siguen siendo los fascinantes Reyes y ellos unos intermediarios (interesados). ¿Y el rollo del carbón?
Otro embuste para condicionar el comportamiento de los infantes, seguro que el
Fraguel Montoro se lo ha copiado para reducir a los que le critican.
Siguen
pasando los años para los engañados y se encuentran de nuevo con otros Reyes,
éstos campechanos y modélicos. Y se los creen. No investigan las amistades
peligrosas con el anterior jefe del cortijo que les dejó el trono en herencia. Secuaces
bien adiestrados (y mejor alimentados de prebendas) les maquillan las
vergüenzas en el golpe de estado fallido. Las mentiras tienen las patas muy
cortas, y de un tiempo a esta parte los Borbones Magos no ganan para carbón, perdón,
para producir mentiras. El boquete que les han hecho en la corona la pareja
Urdan-Cristina es bonico, los devaneos de la Corinna y los elefantes qué
decirles, suerte que el apuesto Felipe y la abnegada Sofía meten debajo del
felpudo toda la mierda.
Las
últimas mentiras me han soliviantado, lo admito. Yo los dejo tranquilos, asumo la
pasividad global que permite que estén viviendo en la bicoca eterna, pero por favor les pido (y si tengo que ponerlo en una carta y entregársela a los pajes, lo haré) que no me
tomen el pelo, que no agredan mi inteligencia con sandeces intolerables. No han
tenido otra ocurrencia los brutos asesores de la Casa Real que crear un
apartado infantil dentro de su web que tiene un lema que es un choteo: “Bienvenidos a vuestra casa”. Medio país
desahuciado y los dos privilegiados supremos invitándonos de boquilla a su
chalet. Si se invita, se invita, que la abran de par en par y que alojen en sus estancias al que lo pida. Yo me pido el despacho para grabar un mensaje de navidad que seguro que tiene más audiencia que el soseras de cada año.Si le falta aliño al real despropósito no se pierdan la entrevista con motivo de su 50 cumpleaños de la infanta Elena, una chica que en directo no junta tres
palabras con sentido y en la entrevista reflexiona sobre lo humano y lo divino
en el marco de lo políticamente correcto.
Váyanse a cagar que diría mi venerado Rubianes.
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