A
mí me parecía milagroso, se lo juro. De vez en cuando, en mi casa, en mi
infancia, se iba la luz. Obviamente teníamos preparadas unas velas de
emergencia (nada de linternas, eso vino después). ¡Ya han vuelto a saltar
los plomos! Mi padre cogía una escalera, un trozo de cobre (no estoy seguro del
material), sacaba los plomos y no sé qué conjuro hacía que de nuevo volvía la
luz y se restablecía el orden. De esos tiempos prehistóricos hemos pasado a las
subastas de la electricidad. En aquellos hogares infantiles cuando se pasaba
frío nos poníamos un jersey de más, nos tapábamos con una manta y con mucha
suerte nos colocaban una bolsa de agua caliente para que los pies no se helaran
en el fondo de la cama. Veíamos la tele lo justo y los aparatos eléctricos eran
novedad.
Creo
que no sólo ha pasado el tiempo sino también la decencia. Cuando les explico esto
a mis retoños me miran como si les hablase el Tiranosaurio Rex. Mis hijas
derrochan la electricidad sin reparar en que la subirán sin piedad diga lo que
diga el Humprey Soria que miente más que habla. Básicamente porque ellas no se
rascan el bolsillo, son hijas de un miembro de la clase media al que le
retienen sus impuestos (no los puedo evadir ni estoy exento) y del que viven
gran parte de los tripones que nos intoxican (triste entrevista del Gran
Wyoming a Zapatero) y nos gobiernan
(penoso espectáculo el de los correos de Blesa). Toda la sociedad está
enchufada y no puede subsistir sin cargadores. Nos pusieron el cebo y picamos.
Toda la sociedad está en el Watsapp (¡es barato!) para que en el futuro no
podamos prescindir de él y lo pagaremos como oro del que cagó el moro. Habrá ayudas sociales suficientes para que no nos privaremos de la
cuota de internet. El
precio de la electricidad está batiendo récords históricos pero las calles
están engalanadas con millones de bombillas que pagamos todos (¿o no?). Las
eléctricas españolas están entre las empresas con más beneficios de Europa y se quieren cobrar los destrozos anteriores a lo bandolero, algunos
expresidentes tienen poltrona en ellas casualmente (causalmente). ¿Quieren más
incongruencias? Ya nos la metieron
doblada con la prima de riesgo o con los mercados, enemigos invisibles (el
coco, el hombre del saco) cuando los que nos asesinan están muy cerquita. Ahora nos quieren distraer con las subastas cuando el nudo gordiano está muy lejos.
No
celebraré nada esta Navidad, reniego de la fe en los eufemismos y quiero ser un
proscrito de los deseos de buenas intenciones
mientras gángsters a sueldo siguen ejecutando el bienestar social a ritmo de caviar.
No desearé a nadie un feliz 2014 porque creo que va a ser bastante peor que el
2013. Aguantaré estoicamente que me llamen nihilista, amargado, insolidario,
aguafiestas, ateo o pesimista. Lo soy. Pero a poco que pueda y me aguante el cuerpo seguiré
taladrándoles con la VOZ más ÁCIDA que me salga de la rabia contenida que
acumulo. Un saludo.
Pues, como verás en mi blog, ya somos dos.
ResponEliminaUn amigo me comentó que me notaba: indignada, cansada, cabreada...¿Acaso no hay razones para estarlo?¿ Debo cantar villancicos, encender el árbol y fingir durante unos días que todo va bien? ¡¡Pues que viva la hipocresía!!
Un besote.
Yo no lo haré...
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