Hoy
toca clase de tenis. ¿Cómo? Lo que oyen. El tenis es un deporte justo. El
tenista lucha contra sí mismo (sus fallos y sus aciertos) y contra el rival
(sus fallos y sus aciertos). La única excusa plausible es la suerte, pero todos
sabemos que un día te da lo que al siguiente te quita. Nada que ver con las
polémicas postizas del fútbol donde los árbitros y otras zarandajas aparecen
como chivos expiatorios cuando el marcador no me es favorable.
He
dejado pasar los fastos y los elogios grandilocuentes. Este país es muy dado al
encumbramiento y a la defenestración a ritmo de relámpago. Hace siete
meses Rafael Nadal estaba acabado (por culpa de una lesión de rodilla) y cuando
consiguió el octavo Roland Garros era el héroe nacional. En una de las
entrevistas concedidas después de la gesta mostraba un equilibrio que me parece
muy educativo.
La
primera perla es el dimensionamiento de su actividad, la capacidad de
reflexionar sobre lo que uno hace y encontrar un sentido.
Le doy con una raqueta y paso
por encima de la red una pelota. ¿Qué significado tiene? Muy poco. En sí es
estúpido. Los deportes en general son estúpidos si uno no los lleva al máximo.
Lo máximo es jugar con un objetivo, con una pasión, con una ilusión. Lo he
pensado toda la vida.
Un
ganador nato como él explica cómo enfrentarse a la crudeza de la derrota para
derrotarla también:
Me niego a tirar la toalla.
Eso es lo que me hace feliz cuando termina todo: saber que yo he hecho todo lo
que he podido, y que si he perdido, he perdido.
Dice
Ramon Samsó (especialista en crecimiento personal) que los seres humanos somos EXPERTOS
en crear pretextos. Ayer en el DOMINICAL del PAIS ponía el microscopiosobre esa
maestría tan nuestra de quitarnos la responsabilidad de encima a base de excusas.
Nos pasamos el día jugando al tenis. Antes del saque
elaboramos en nuestro cerebro la jugada (con nuestras creencias, experiencias, miedos….). La bola amarilla se encuentra con la raqueta
de nuestros congéneres que nos devuelven la pelota, a veces fácil, con un
plácido revés tenemos suficiente para colocarla de nuevo en el otro campo. Para
ganar, para conseguir el éxito, es necesario combinar una buena técnica con un
cerebro despejado. A veces por sorpresa nos sueltan un passing shot que nos
dejan espatarrados. Juego y set para el oponente. Entonces entra en
funcionamiento el generador de excusas, Samsó nos suministra una estrategia
para deshacerse de tan pernicioso compañero de juego. A las excusas hay que acorralarlas
a preguntas:
¿De dónde procede?, ¿es
verdad?, ¿cómo es mi vida con ella?, ¿cómo sería mi vida si la dejara de lado?,
¿qué se esconde realmente tras ella?
Infalible. Caen como moscas golosas, sartenazo y a enfrentarse al reto en
pelota picada. Botamos la pelotita y la lanzamos al aire. ¿Entrará? Nueva
receta del experto.
Las cinco actitudes para
acabar con el hábito de las evasivas son: disciplina, persistencia, coraje,
coherencia, trabajar con objetivos y autorresponsabilidad.
La
más importante para Samsó es LA DISCIPLINA, con la mala fama que tiene la joía….
La disciplina en realidad
significa ser discípulo de una idea que se ama. Precisamente por seguir una
elección guiada por la autoestima, somos capaces de decir adiós para siempre a
las excusas.
Hay
que aprender de los mejores y Rafa Nadal acaba el punto con un smash rotundo:
Gano con mi tenis y no con la
mente.
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