Ayer
eché a rodar mi segundo intento de crear una fundación (no lo duden, llevará mi
nombre, soy un ególatra insoportable). Hace un año que vino la idea de no sé
dónde (pensamiento periférico imagino). Se la propuse vagamente a un alumno al
que le detecté algún talento natural pero no fraguó. El domingo pasado leyendo
un excelente artículo de Amelia Valcarce en EL PAÍS titulado DESCARTES: PONER EL MUNDO EN PIE volvió
la paloma mensajera a depositarme las ansias de fundar.
Dentro
del corsé estrechísimo que es el sistema educativo (en el que me gano la
manduca) es muy complicada la creación de pensamiento (la energía más sutil y
necesaria de cuantas existen, según la articulista). Uno de los factores
fundamentales del fracaso proviene de que la unión coyuntural (y casi
matrimonial) que une a mis alumnos conmigo llevaba grabado en el anillo de
compromiso una palabreja muy fea: OBLIGATORIA. Sin consultarles/me, sí o sí,
tienen/tengo que soportarme/los. El sistema no establece otra posibilidad. Nada
de listas abiertas (como en política), los profes vamos en un paquete y los
alumnos ídem de ídem.
La
primera premisa de la educación (en mayúsculas) es la LIBERTAD. Yo enseño
porque quiero no porque nadie me obligue a hacerlo, yo aprendo porque quiero no
porque nadie me obligue a hacerlo. Enseñar a alguien contra su voluntad es
ESTÉRIL. Aprender algo sin convicción (pasión) es ABSURDO. Veinte años de
intensa experiencia avalan los dos adjetivos utilizados.
La
única manera que se me ha ocurrido para escapar a los rígidos corsés del
sistema es montar mi propia FUNDACIÓN. ¿Atrevido, verdad? Pues sí. Pero como me
enteré que hace tiempo que están muy bien vistos los EMPRENDEDORES creo que no
me costará encontrar apoyos. ¿Iluso, verdad? Pues sí.
Amelia
Valcarcel me puso sobre la pista del verbo griego ESJOLASO (de donde los
romanos sacaron schola). Su significado es VAGAR O NO TRABAJAR CON LAS MANOS.
Bien sabían los fundadores de la filosofía que había un sector de la humanidad
que construía y otro que pensaba lo que se construía. Para poder pensar es necesario tener el buche
lleno, o lo que es lo mismo, disfrutar de un tiempo de ocio para que las ideas
lleguen al cerebro sin que éste ande preocupado por cómo alimentar el cuerpo
que mueve. Obviamente mi FUNDACIÓN
tendrá que desarrollarse en mi tiempo de ocio, los posibles FUNDADOS (si
me autorizan una nueva acepción de la palabra) también deberán sacar horas de
fuera de sus obligaciones.
La
primera cláusula de la fundación se redactó casi por arte de birlibirloque.
FUNDADOR Y FUNDADO se vinculan
LIBREMENTE para COLABORAR en un PROYECTO que acabará en CREACIÓN y que
obligatoriamente reportará BENEFICIOS a ambos.
Les
ilustro (habito en las imágenes) con un breve cortometraje animado de Tim Burton
que sirve para comprender la profundidad del verbo COLABORAR.
Siempre sera un lugar privilegiado estar al lado o frente de alumnos y tener claro que esta todo por inventar
ResponEliminasaludos adelante valiente
No creas, hay muchas cosas inventadas, los hombres desde el Cuaternario no han parado de darle a la tecnología, ahora lo que hace falta es aplicarla en beneficio propio y ajeno. Estamos en la brecha y se agradecen los ánimos.
EliminaLo de encontrar apoyos...un poco iluso, si que eres (perdona). Pero tú ¡¡Ánimo, machote!! Que estamos contigo y con todos los emprendedores de esta tierra, faltaría más. Y si ,además, reporta beneficios a ambas partes, entonces echamos fuegos artificiales.
ResponEliminaUn besote
Que sepas que para mí ILUSO es un piropo de primera... O se tiene un punto soñador que esquiva los frenos para activarse o uno se mete en la cama y no sale hasta el siglo que viene. El concepto emprendedor es de lo más viciado que existe hoy en día, la gente cree que vendrán unos iluminados a salvarla. Nastic de plastic, se salvará cada uno o no se salvará. Empieza a comprar cohetes que esto va para arriba...
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