dimarts, 10 de setembre del 2013

KAPOS CRECIDOS




En los libros de la Historia no aparecen aunque sean la fuerza silenciosa y mezquina que tritura la justicia. Son otros los responsables del dolor que ellos administran en diferido. Son un eslabón privilegiado de una cadena mortífera. Aunque Hanna Arendt les acusó de banales no les secuestró su carácter maldito. Miran a la cúspide para justificar sus rastreras intenciones, tramposos tahúres que esconden en sus mangas mugrientas intenciones egoístas. Obstáculos de la solidaridad entre humillados, no sienten náuseas de prosperar entre montañas de sufrimiento. El brillo de los ojos atemorizados nutre su existencia anodina sin más incentivo que poner la bota en el cuello del débil.  

Fueron, son y serán. Parientes lejanos de los que azotaron con crueldad las espaldas de los esclavos que construían las pirámides egipcias en honor de aquel que premiaba con un chusco de pan duro el chaqueterismo. Familiares de los kapos que lucieron brazaletes asquerosos en los campos de concentración nazis remarcando su condición de vendidos. La Historia (esa que no les deja aparecer en sus páginas gloriosas) hilvana su traición con un hilo teñido de bajeza.
Aquí los tenemos ahora brillando entre ruinas y cubos de basura de lo que se llamaron Derechos Humanos, con la sonrisa homicida del voraz caimán no distinguen entre presas y piedras. Alados por el miedo pavoroso que se disfrazó de crisis mundial han borrado el futuro de los que no se someten a sus designios caprichosos. Serviles domésticos, aprovechados provisionales, ineptos y mediocres que intuyen sus techos y los quieren despedazar con las armas prestadas de los que carecen de escrúpulos.
Qué pasará cuando se acabe la guerra, cuando salga el sol al final de este tiempo lúgubre. Dónde se esconderán, ¿entre la multitud liberada? No olvidéis sus caras, entrenemos la memoria para que conserve la dignidad porque si no los aislamos volverán a multiplicarse cuando vuelvan los nubarrones.

dilluns, 9 de setembre del 2013

CHASCO



Cuanto más mayor me hago (hay que tener redaños para empezar así un escrito) más cascarrabias me vuelvo con las palabras, voy una y otra vez al diccionario como quien va a la fuente a buscar el agua que no tiene en casa. Tengo sed de conocer las caras del poliedro para poder jugar con la luz que se proyecta en ellas.
Por supuesto que sabía lo que era un chasco (la acepción de enmarañado la desconocía), yo mismo me he llevado algunos sonoros y monumentales. Me pareció un vocablo perfecto para resumir lo sucedido este lluvioso finde con el rollo de la candidatura de Madrid a las Olimpiadas del 2020. O sea, una decepción que provoca un suceso contrario a lo esperado. Demasiado plano y previsible, la acepción más acorde la encontré a continuación en mi socorrido diccionario. Burla, engaño que se hace a alguien. Ahora sí, esta pone las cosas más en su sitio.

Creo que a los miembros del COI les interesa el deporte lo mismo que un servidor la cría de pollos. Tienen entre manos un pingüe business y se venden sin rubor al mejor postor (ripio recalcitrante). Hay que invertir unos dinerillos en infraestructuras y otras zarandajas para recoger los beneficios en forma de publicidad, empleo (temporal) y proyección mundial. Lo primero es contante y sonante y lo segundo es ciento volando. Resumiendo, que el tribunal que decidió que Tokyo era mejor que Madrid me merece el mismo respeto que las promesas de Rajoy.
He intentado tirar de empatía para imaginar lo que hubiésemos pensado los indignados españoles si las Olimpiadas se las hubiesen adjudicado a Mogadiscio (para los legos en geografía, capital de Somalia, en el cuerno de África). Pues estírense un poquitín los párpados, desbroncéense  y entenderán lo que sintieron los nipones cuando se cruzaban por los pasillos con los henchidos españolitos en Buenos Aires querido los días previos a la elección. Porque amigas y amigos lectores, al final en este país surrealista de charanga y pandereta todo se reduce a testosterona, a una cuestión pura y dura de bemoles (cohone en andaluz). ¿No se lo creen?

    a)      Hay que tener bemoles para presentar la candidatura al citius, altius, fortius de la ciudad más endeudada de un país que debe a sus acreedores casi el 90% de su PIB y que le han tenido que rescatar la banca porque se lo habían fundido todo en tochos.  
     b)      Hay que tener bemoles para decirle al populacho que tenemos que ser austeros mientras ven como chorrean los millones para vender el evento olímpico. Recortes en sanidad, educación, dependencia, cultura y todo lo que define el desarrollo de un país y grifo abierto para mandangas olímpicas.
     c)       Hay que tener bemoles para explicarle a los señoritos del COI que tenemos una gran experiencia organizativa de multitudinarios eventos cuando no somos ni capaces de gestionar nuestros hospitales y se los endosamos a los buitres privados. Qué tenían previsto los patriotas de quita y pon, supongo que hacer igual con las Olimpiadas, dejar que los beneficios se los chupase Botín y los gastos los paganini de siempre. Me pregunto y me respondo yo mismo.
     d)      Hay que tener bemoles para llevar como starlette de lujo a una alcaldesa elegida en las bambalinas que ha sido el hazmerreir de medio mundo (porque el otro medio estaba con cara de gamusino).

Suerte que es lunes y el trajín de la semana se llevará la mala leche que se nos ha quedado con el chasco (acepción timo) olímpico. El paro sigue igual (menos 31), Bárcenas sigue igual (que se lo digan a la Cospedal) y los brotes verdes no se los creen ni los tripones del COI.

dimecres, 4 de setembre del 2013

31




Excedía la velocidad permitida, iba por encima de sus posibilidades. Procedente del chalet de la sierra (hipoteca a 25 años) se dirigían a la casa adosada en barrio residencial (hipoteca a 40 años) en un vehículo de gama alta (crédito personal a 10 años) hablando por un móvil 3G (cedido por una compañía telefónica generosa). Aunque le habían avisado del riesgo que comportan los excesos él se creía abonado a la buena fortuna. La colisión frontal con un camión de la marca Crisis fue inevitable, un accidente descomunal, en unos segundos aciagos lo perdió todo. No se pudo proceder al rescate inmediato del herido porque el empleado mediocre de la central de urgencias (un verborreico de cejas arqueadas) no supo activar el protocolo que demandaba la intervención de los bomberos para que pudiesen descerrajar el amasijo de hierros en que se había convertido el vehículo. Las ambulancias tampoco habían seguido las revisiones reglamentarias y faltaban algunos elementos que eran imprescindibles para la atención del accidentado. Lo evacuaron por vías secundarias porque los accesos al hospital estaban cortados por obras eternas que no servían para nada más que para engordar los bolsillos de los contratistas. Al llegar al hospital se encontraron con la desagradable sorpresa de que no había quirófano disponible porque el gerente anterior había desvalijado la caja fuerte llevándose a un paraíso fiscal todos los fondos para atenciones de urgencia. El desafortunado ciudadano tuvo que ser atendido en una sala de espera habilitada para la ocasión expuesto a todos los microbios, propios y ajenos. Mientras todo eso sucedía una pantalla de plasma pedía paciencia y comprensión a los familiares del accidentado que no podían replicar a la enfermera que les hablaba desde una terminal que estaba en la República Dominicana. Al cabo de media hora salió impresa en una cortinilla amarilla que se desplazaba por la pantalla a una velocidad exasperante. El parte médico virtual anunciaba que habían tenido que amputarle los dos brazos al paciente pero que no se temía por su vida. Al cabo de una hora, cuando los familiares creían que lo peor había pasado se encontraron con un nuevo sobresalto, un texto impersonal y sin delicadeza les informaba que tampoco se habían podido salvar las extremidades inferiores. La noche fue muy larga, paulatinamente perdió la vista, la voz,  el intestino grueso, la rabadilla y parte del bazo. Los familiares se fueron preparando para lo peor, la noticia que nadie quiere escuchar pero que en un momento determinado puede suponer un alivio. La palabra tabú se fue ocultando entre la atmósfera enrarecida de los que esperaban pero nadie se creía que no sería el final de túnel. Pasaron muchas horas sin que la pantalla de plasma diera novedades. 


Hacia el mediodía la tensión llegó a límites aconsejables y se mascaba la tragedia. Un mensaje escueto anunció que en breve saldría a informar en persona el médico que dirigía el equipo que había intervenido al paciente y que había seguido durante toda la noche su evolución. ¿Esperanza? ¿Aceptación? Nadie sabía qué callejón coger. A la hora del ángelus, con un traje impecable rematado con una corbata de rayas rojas y amarillas apareció un repeinado galeno que puso unos folios encima de un atril, miró a las personas que se habían reunido a su alrededor y dejó que unas palabras de consuelo inundaran sus oídos famélicos.
-          - El paciente respira.

dimarts, 3 de setembre del 2013

ATRAPADOS ENTRE DOS PENSAMIENTOS ÚNICOS



Los creadores de pensamiento único se esmeran en levantar vallas infranqueables que obligan a discurrir por el ÚNICO territorio posible, el suyo, el verdadero. Qué pasa cuando se enfrentan dos creadores de pensamiento único, que no queda espacio libre en el que respirar. Una vez achicado el espacio los difusores de pensamiento único consideran imprescindible estrechar el tiempo, para qué esperar más si es sí o sí. En el peligroso compás de espera pudieran aparecer dudas, datos contradictorios, otros pensamientos únicos con más solidez y dineros, por lo tanto, hagámoslo ya aún a riesgo de equivocarnos.

La anterior perorata viene a cuento por el runrún que escucho proveniente de la Diada Nacional de Catalunya. Escucho a sus promotores, veo los ensayos, intuyo los fastos y no puedo por unos instantes sentirme un traidor. Cómo puedo ser tan zafio como para no apoyar a los que quieren que los hospitales vayan mejor, que haya más dinero para la educación pública o para las empresas catalanas, cómo puedo ser tan rastrero para no unirme a los que darán de comer a mis pobres o aseguraran el futuro de mis chiquillos. Me zarandean con las cifras del déficit fiscal y me hacen obvio que una Catalunya independiente sería el mejor país en que cualquier terráqueo quisiese vivir. Y lo jalean con convencimiento. Y me presentan al causante de todas mis desgracias, España (o Espanya), Madrid (o Madrit o Madrí), y me hablan de historia a mí que soy historiador, y me hablan de lengua, de cultura, de castellers y de sardanas y me agitan la bandera que lleva el més que un club en colaboración con la aerolíneas cataríes. Y uno se empequeñece y se quiere fagocitar entre esa masa enfervorizada que ve con una claridad que un servidor no tiene. Y uno teme que a la primera que se le ocurra circular contracorriente lo tilden de facha o de español (pobre de mí que además soy perico).
Lástima que todavía conservo esa capacidad (demodé) de pensar por mí mismo y esa curiosidad innata que me hace preguntar por el ejército del nuevo país independiente, por la venta de patrimonio a la que han accedido los que nos salvarán o por los casos de corrupción que salpican a los que agitan con más fuerza las banderas. Y el silencio se hace a mi alrededor aunque sigo viendo un dedo acusador que me señala como antipatriota. Me la suda.
En el otro pensamiento único están como si tal cosa, como si no pasase nada, parapetados en su Constitución de acero, en sus tópicos (catalanes folloneros, egoístas, judíos…), en su bandera (cómo se parecen las jodías), en la mayoría absoluta, en unos números que nunca coinciden con los de la otra orilla, en el martillo y el terciopelo (dependiendo del momento), recurriendo otra vez (y van) a Gibraltar para subirnos la testosterona nacional. Resumiendo, a la suya.
Y en medio de los dos pensamientos únicos, de dos verdades absolutas, de dos soluciones para la misma incógnita, andamos los curritos con menos trabajo (y más precario) y con menos futuro. Y ellos, los salvadores de pensamiento único que nos agarran de las muñecas para llevarnos obligatoriamente a la Tierra Prometida.
Busco percutor de garantías para empezar a destrozar los muros de la mentira (única también, of course).

dilluns, 2 de setembre del 2013

LA REALIDAD ENGULLE DEBATES SESUDOS



Los rectores de mi instituto fijaron  la recuperación de Tercero de ESO de Ciencias Sociales a las 9 horas del día 2 de setiembre de 2013. Sobre un censo de 23 suspendidos (cateo con moderación) de un total de 143 alumnos, hacen acto de presencia en tan intempestiva mañana un grupúsculo de 5 héroes que han sustituido las mullidas almohadas por la dureza de los pupitres verde inconcreto.
Por unanimidad, los miembros de mi departamento decidimos (en un acto de buena voluntad y maquillaje) que el examen de setiembre constase de dos partes: a) unos deberes (en 5 o 6 horas se podían tener listos sin más esfuerzo que buscar en el libro las respuestas adecuadas) que supondrían el 40% de la nota b) un examen de 10 preguntas (suficientemente generales para ser respondidas por cualquier ciudadano de a pie, ejemplo, qué es un estado democrático o qué es una ONG) que supondría el 60% restante.
Ninguno de los 5 esforzados recuperadores ha traído los deberes, obviamente desdeñan el 40% de la nota. Se me ocurre preguntar el motivo (interrogación retórica) y me recuerdan a un tipo de barba canosa y dicción siseante que en pleno mes de agosto desactivó al país con un mensaje lapidario: Me equivoqué.
Vamos con el 60% que queda. Dos alumnos dejan el examen en blanco. O sea, que su nota será un 1 (incongruencias de los psicopedagogos que prohíben el 0 patatero). Un alumno contesta una pregunta con cuatro palabras, en un exceso de generosidad recibirá su correspondiente 2. Otro alumno supera al anterior con tres palabras más, no creo que me pueda sustraer a ponerle un 3. El quinto individuo tiene tela, ha respondido todas la preguntas (de 200 palabras no baja, si la nota fuese a peso el 6 era suyo) pero sin orden ni concierto, con obviedades ramplonas e inconcreciones galopantes. ¿El tendido chifla solicitando un 5? Vale, vale… saco el pañuelo y concedo el rabo, no me insistan más, el público siempre tiene razón, sí, sí, ya lo sé, el esfuerzo, la voluntad, menos es nada, etcétera, etcétera.
Si extrapolamos mi experiencia a tres asignaturas más (lo he hecho y el resultado es conmovedoramente similar), significa que 25 alumnos de Tercero de ESO deberían ser castigados por su desidia y permanecer un año más en la mazmorra para que escarmentasen y se afiliasen cuanto antes al club de la cultura del esfuerzo. Por temas logísticos la dirección fijó el techo repetidor en 5 alumnos. Moraleja: nos tocará hacer un paripé en la junta de evaluación y pasar a 20 niñitos que ni se han presentado en el instituto en la soleada mañana de setiembre, ni han hecho los deberes, ni el Dios que los menea. El paisaje se complica si tenemos en cuenta que ya se produjeron rebajas en junio y los que mostraban un mínimo de actitud hacia el estudio fueron bendecidos con un cinquillo raspado.

Lo escrito anteriormente es material reservado para cualquier tertuliano de postín (Sexta y Telecinco especialmente) cuando se enzarce en sesudas reflexiones sobre el sistema educativo español y la manida reforma del ministro suministrador de titulares. Una cosa es predicar y otra bien diferente dar trigo.