divendres, 16 d’agost del 2013

ROJO MARICÓN



“El mundo está detenido ante el hambre que asola a los pueblos. Mientras haya desequilibrio económico, el mundo no piensa. Yo lo tengo visto. Van dos hombres por la orilla de un río. Uno es rico, otro es pobre. Uno lleva la barriga llena, y el otro pone sucio el aire con sus bostezos. Y el rico dice: ‘¡Oh, qué barca más linda se ve por el agua! Mire, mire usted el lirio que florece en la orilla’. Y el pobre reza: ‘Tengo hambre, no veo nada. Tengo hambre, mucha hambre’. Natural. El día que el hambre desaparezca, va a producirse en el mundo la explosión espiritual más grande que jamás conoció la humanidad. Nunca jamás se podrán figurar los hombres la alegría que estallará el día de la gran revolución. ¿Verdad que te estoy hablando en socialista puro?” [Entrevista en La Voz, Madrid, 7 de abril de 1936]

Este país todavía no ha purgado lo suficiente la ignominia de su muerte. Cada 18 de agosto desde 1936 una lavativa se nos hinca en el culo exigiendo devolver la dignidad a una voz arriesgada y sensible. Solo nos quedan sus textos y los últimos aplausos de una obra de teatro que él imaginó. En los albores de mi trayectoria de lector cayó en mis manos un ejemplar de Poeta en Nueva York y desde el inocente desconocimiento comprobé que aquel poeta rojo y maricón imaginaba mundos que yo no veía y que tenía toda la vida por delante para habitar en el trastero de alguno de ellos. Las circunstancias de su muerte son tan rastreras como la realidad que vivimos en esta España en crisis. La arrogante bala que se lo llevó de este mundo fue disparada por arribistas que despreciaban las letras, las ideas y los fundamentos de la libertad. Ni siquiera mataban al poeta ilustre, intentaban darle un escarmiento a Fernando de los Ríos. Desdeñaron el arte por una lucha mediocre, otra vez la historia es zafia y vulgar dejando a los verdaderos mártires con una pátina de ilógica que devalúa su muerte.
La lavativa apunta a nuestro ano colectivo exigiendo purgar tantas tropelías, tantos atropellos, tanto analfabetismo moral.

Aquí,
después de tantos años y una guerra,
todo es como entonces.  (Luis García Montero)

dimecres, 14 d’agost del 2013

EL ENDÉMICO MANGONEO






Lo leí temprano y quedó en algún desván olvidado en los trasiegos de mi vida. Recuerdo la historia y una crueldad que me impactó. Treinta años después se cruzó en mi camino, reposaba en antro singular, en una pila de materiales inservibles, ya se sabe, literatura, filosofía, arte, nada que pueda competir con los alabarderos de la cibernética.


De momento me he conformado con leer el Prefacio de Gregorio Marañón. El libro es de mi propiedad (lo he añadido con placer a mi humilde patrimonio) y si puedo escudriñar sus enseñanzas de aquí hasta el final de mis días por qué sumergirme en él con precipitación. Marañón escribe:

Repentinamente he encontrado el sentido de libros que siempre me enojaron o me aburrieron; y de otros, que eran delicia de mi vagar o alivio de mis preocupaciones, sin saber por qué se me caen ahora de las manos.

Es la potencia del cambio de perspectiva, el decorado de nuestra existencia se renueva y nos ofrece nuevas visiones de aquellos textos que consideramos inamovibles.
Tengo que reconocer que desde el primer momento vinculé a Luis Bárcenas con el Lazarillo de Tormes. La trayectoria moral de ambos no difiere tanto como en un principio pudiera parecer. Pero es necesario un caldo de cultivo, una atmósfera donde se pueda desarrollar la picaresca. Leí con estupefacción como los compañeros de prisión de Luis el de los Sobres hablaban maravillas de él, alababan su gallardía, celebraban sus regalos y lo encumbraban como nuevo Robin Hood de la política española. Era uno de los suyos. Treinta millones de españoles admiran en la intimidad los bemoles de este personajillo que tiene en jaque a un presidente del gobierno y que dispone de unas cuentas en el extranjero a las que no se le acaban los ceros a la derecha (qué casualidad). Gregorio Marañón me ayuda a comprender el escarnio y reconocer el efecto nocivo que la novela picaresca (reflejo de una época, de un país y de una forma de entender el pacto social) ha podido tener en nuestra genética patria.

Lo pésimo de esta literatura estriba en el hecho de vestir las fechorías sociales – el robo, el engaño, la informalidad ante la palabra, el mismo crimen- de una gracia tan sutil que todo lo atenúa y que acaba por justificarlo todo.   

dimarts, 13 d’agost del 2013

LOS ZAPATOS DEL POETA



Sigo poniéndoles sobre la pista de elementos subversivos. Esta invierno, mi pareja y un servidor asistimos a un recital de poesía en Santaco. Les hablo de una ciudad dormitorio de la gran y cosmopolita Barcelona, el evento se celebró en un centro cultural palacio del diseño absoluto construido en tiempos de bonanza del ladrillo y del socialismo light. Un grupito de poetas locales hicieron de teloneros de Juan Carlos Mestre. Yo lo abordé al salir del lavabo antes del recitado y sin vergüenza alguna le espeté que lo consideraba un ser peligroso. Lo argumenté. Los poetas en estos tiempos oscuros, con una lucidez que nace de la raíz tienen en sus manos despertar alguna conciencia o desvelar el miedo que domestica a las muchedumbres. Suerte tienen de ser despreciados por las audiencias, de celebrar recitales semivacíos y de no ser el centro de escándalos morbosos. Sonrió. Luego nos puso los pelos de punta con el recitado de Cavalo Morto y su desgarrado acordeón acompañando el despliegue de palabras engarzadas en las tripas de la emoción. 


Nosotros, al unísono, nos fijamos en los zapatos del poeta, la realidad esconde detalles que son claves para escudriñar el sentido de la vida. 

Los calcetines rojos a juego con los cordones de sus lustrados zapatos negros. Luego nos dedicó uno de sus libros creando una acuarela única, nos dejó su alma en colores. Y aquella noche entró en nuestras vidas otro poeta que unos meses después dejó vacante su sitio en el planeta: Lêdo Ivo. Y ayer, sin previo aviso, me llegó un poema durísimo sobre los pobres (mi motivo de estudio actual). Hagan sus indagaciones y cojan su deriva.

Los pobres en la estación de autobuses (La noche misteriosa,1982) Lêdo Ivo


Los pobres viajan. En la estación de autobuses
levantan los pescuezos como gansos para mirar
los letreros del autobús. Sus miradas
son de quien teme perder alguna cosa:
la maleta que guarda un radio de pilas y una chaqueta
que tiene el color del frío en un día sin sueños,
el sandwich de mortadela en el fondo de la mochila,
y el sol del suburbio y polvo más allá de los viaductos.
Entre el rumor de los alto-parlantes y el traqueteo de los autobuses
temen perder su propio viaje
escondido en la neblina de los horarios.
Los que dormitan en las bancas despiertan asustados,
aunque las pesadillas sean un privilegio
de los que abastecen los oídos y el tedio de los psicoanalistas
en consultorios asépticos como el algodón que tapa
la nariz de los muertos.
En las filas los pobres asumen un aire grave
que une temor, impaciencia y sumisión.
¡Qué grotesco son los pobres! ¡Y cómo molestan sus olores aun a la distancia!
No tienen la noción de lo conveniente, no saben portarse en público.
El dedo sucio de nicotina restriega el ojo irritado
que del sueño retuvo apenas la legaña.
Del seno caído e hinchado un hilillo de leche
escurre hacia la pequeña boca habituada al
lloriqueo.
En los andenes van y vienen, saltan y
aseguran maletas y paquetes,
hacen preguntas impertinentes en las ventanillas, susurran palabras misteriosas
y contemplan las portadas de las revistas con
aire espantado
de quien no sabe el camino del salón de la vida.
¿Por qué ese ir y venir? ¿Y esas ropas extravagantes,
esos amarillos de aceite de dendé que lastiman la vista delicada
del viajero obligado a soportar tantos olores incómodos,
y esos rojos chillantes de feria y parque de diversiones?
Los pobres no saben viajar ni saben vestirse.
Tampoco saben vivir: no tienen noción del confort
aunque algunos de ellos tengan hasta televisión.
Verdaderamente los pobres no saben ni morir.
(Tienen casi siempre una muerte fea y de mal gusto)
Y en cualquier lugar del mundo molestan,
viajeros inoportunos que ocupan nuestros lugares
aun cuando vayamos sentados y ellos viajen de pie.

dilluns, 12 d’agost del 2013

ANGELICALMENTE TRANSGRESORA



Hay creadores que no tienen freno y precisamente por eso me atraen. Los mortales estamos maniatados por convencionalismos que se arraigan tan en lo profundo que cuando intentamos vomitar las verdades ya nacen teñidas de cursilería. Los dioses cruzan las rayas rojas sin piedad y nos alumbran un territorio que de tan crudo aterroriza a los cobardes que nos conformamos con olisquearlo.

Soy una suicida sin suicidio, una criminal sin posibilidad de crimen porque respeto el pacto social. Pero mediante mis obras construyo mis cárceles, mis manicomios que me controlan e impiden que, si un banco me regalara unas pistolas por Navidad, salga a la calle a matar gente [ríe]. Todo llegará [dice seria], porque esto casi lo han hecho.

Así se define Angélica Liddell. Dramaturga y actriz. Una mosca cojonera que tuvo la delicadeza de ponerme sobre la pista de Michel Houellebecq. Otro arcángel del desasosiego que genera enfocar la vida sin más luz que la que emite el reptil que nos devora por dentro mientras el mamífero y el ser humano visten de seda una piel que se arruga.


¿Por qué cree que el arte es necesario? Porque es lo que nos habla del origen de la alegría y la tristeza humana. Sirve para comprender mejor el mundo. Y si no, no sería lo primero que se censura cuando se implanta un sistema autoritario.

Hace tiempo que sigo su álbum de fotos en el que su cuerpo es protagonista absoluto arropado por las diferentes habitaciones de hotel que visita por todo el mundo. Una mujer que se ahoga en el lento recorrido por la decadencia, aúlla su angustia desde cada fotografía.

Le damos mucha importancia a la intelectualidad, cuando lo que nos hace sufrir, en el fondo, son nuestros objetivos sexuales y la carrera de obstáculos que significan. Todas las piedras que se interponen en el camino entre el amor y tú suponen una fuente de profunda angustia. El cuerpo tiene mucho que decir en la posibilidad del amor y vivimos muy a gusto negándolo. Dile a una persona de 180 kilos cuántas barreras hay entre 180 kilos y el amor. En el fondo, muchas veces lo que te hace sufrir es la piel y estar excluido de la cotización del mercado del sexo.

Siempre tuve la sensación que su vida se desarrollaba absolutamente en el escenario. Y me lo corroboró.

La careta me la pongo cuando salgo del escenario. Ahí es donde empiezo a fingir para sobrevivir. Uno solo puede existir socialmente mintiendo. Sería insostenible siendo completamente honesto. Por eso creo que el escenario es el único lugar donde se puede trabajar con libertad. 

Yo se la presenté, de ustedes depende seguir indagando o dejarla en el borde del plato. De ustedes y de su cobardía, por supuesto.

dijous, 8 d’agost del 2013

QUE VUELVA LA MILI



No me mueve ninguna nostalgia mal curada ni fascinación bélica alguna. Mis motivos para instaurar de nuevo el servicio militar obligatorio son estrictamente económicos y morales. La única aportación novedosa que incluiría un servidor sería la incorporación a filas del género femenino. No quiero ninguna sonrisa de medio lado ni ninguna burla a mis espaldas, cuando sea considerado el creador del New Deal español por los círculos económicos mundiales ya se tragaran su afrenta. Voy a detallar el plan.

     a)      Aprovecharemos los edificios militares que todavía queden en funcionamiento para instalar camas Ikea y llenarlos a su máxima capacidad. Si hubiere que construir alguna chabola hablamos con Emilio (el único que aumenta el Botín en la crisis y que ponga un logo rojo en la entrada de los cuarteles).
     b)      Llamada a filas de todos los jóvenes desocupados o que no estudien (nota media de un ocho, yo no soy como el flojeras del Wert que pide un 6,5) hasta 21 años (ampliable a medida que el plan vaya dando sus frutos).
    c)      Los que moverán el cotarro serán los sargentos chusqueros más veteranos del país, no tendrán escrúpulos en meter en cintura a esta población watsapera poco dada a la disciplina.
     d)      Durante el primer año se suspenden los permisos, los pases pernocta y todo contacto con el exterior.
     e)      Se sacarán los Cetmes (arma prehistórica) de los armarios y se les hará limpiar a los reclutas tres veces al día. No creo que disparen en el primer año porque eso sería un gasto de munición innecesario pero se van a dar una jartá de hacer cosas inútiles que entretienen y no son deficitarias.
     f)       Comida de rancho y más bien escasa para mantener los cuerpos sanos y concentrados en el objetivo que nos aúna: salvar este país de la crisis (no me digáis que no me ha quedado mesiánico).

Efectos inmediatos de mis medidas:

    a)      Las estadísticas del paro bajan a lo bruto, se empieza a hablar del “milagro español”, los mercados invierte en mili y se exporta el modelo a otros países doloridos que nos pagan los correspondientes royalties.
     b)      Los abuelos empieza a liberar sus pensiones y dejar de pagarle el móvil a sus nietos. Vuelve el Inserso a organizar viajes por todo el litoral peninsular, crece el empleo en los hoteles y negocios adyacentes que pagan un cuota para sufragar el tema de la mili.
     c)       Los cerebritos están a gusto en las clases porque no hay haraganes que les molesten, los profes enseñan a tutiplén porque no tienen ociosos disparándoles burillas y el fracaso escolar se queda encerrado en el calabozo de los cuarteles.
    d)      A medida que los aspirantes a soldados españoles de pro vayan demostrando madurez y formación, autocontrol y disciplina, ganas de ser independientes y otros valores necesarios para subsistir en una sociedad en crisis sin chupar del prójimo, serán licenciados y colocados en puestos de responsabilidad con un sello de la ISO militar.

Someto este plan revolucionario a su consideración esperando que corrijan los puntos débiles que pudiese tener para ponerlo en funcionamiento lo antes posible. ¡A sus órdenes!