Son
las doce de la mañana del domingo y suena el timbre de mi puerta. Se ha colado
en la escalera y ahora está frente a mí. Casi no oigo sus palabras, intuyo que pide. Le echo unos setenta
años, aire desgarbado y desaliñado.Reacciono como un
autómata, le pido que espere, cierro la puerta por seguridad, voy a la cocina y abro un armario. Cojo un bote de garbanzos, vuelvo sobre mis pasos, abro de
nuevo la puerta, está allí. Le alargo el bote de garbanzos y me devuelve un gracias de rigor, me suena humillado.Cierro la puerta.
Fin de la escena.
Me
lo he quitado de en medio, un pobre es molesto, siempre nos señala, nos
incomodan los símbolos de la desigualdad. Hay que pasar el
trance lo más elegantemente posible y seguir con nuestra vida con las orejeras del burro. Recuerdo a mi madre, tal vez he hecho lo que vi hacer a ella, nunca
daba dinero, cuando cerraba la puerta me advertía que no estaba dispuesta a que
su ayuda se la gastasen en vino. Los pobres desconfían de los pobres. Qué
carajo, un pobre es sospechoso, tiene que serlo, hay que encalomarle una etiqueta negativa, vago o persona al margen de la sociedad por no aprovechar las oportunidades que le ha dado la vida. Faltaría
más, se imaginan que el pobre se presenta en su puerta un domingo y tiene que
considerarlo como un ser humano que aún haciendo todo lo posible le es imposible
defenderse sin estirar la mano. Un pobre es un fracasado (un looser dicen ahora), ¿estamos? Y no
mareemos la perdiz haciendo más preguntas incómodas. Por un bote de garbanzos o
si no son tan suspicaces como mi madre, por un par de euros, pueden ustedes
estar libres de la mala conciencia que provoca la pobreza en la puerta de tu
casa.
Creo
que hice mal. Me tendría que haber puesto la chaqueta y haber bajado con él a
la calle (aunque fuese domingo, aunque no estuviese previsto). De un martillazo
tendríamos que haber destrozado el cajero automático más próximo porque yo creo
que este pobre sin previo aviso tiene derecho a una parte del rescate bancario europeo.
Posiblemente nos hubiesen detenido. Ven como tengo razón, mejor darle un bote
de garbanzos. No
para de darme vueltas la cabeza. Tal vez lo del cajero automático no fuese
buena idea pero podríamos haber entrado en la misa dominical. ¿No se rodeaba Jesús de
pobres? ¡Aquí tienen uno! Sus representantes en la tierra no tendrían inconveniente en cambiar el
lujoso cáliz (que revenderá el pobre en cuanto pueda) por una vasija de barro
más modesta (más a juego con los nuevos vientos bergoglianos). ¿Si se quejan
los parroquianos? Joder, que sean consecuentes, que no vendan una religión
incoherente. ¿Comedores sociales?¿Cáritas Diocesana? Ya,
pero eso es el chocolate del loro del IBI que no pagan. Mi pobre y un servidor
montaríamos un cisco en la iglesia y al final acabaríamos detenidos en comisaría. ¿Mejor el
bote de garbanzos? Tengo
otra idea. Entrar en la casa de un rico y colectivizar sus propiedades. A lo
Marinaleda. Le cogemos lo que hay en la nevera (garbanzos y todo lo demás), el
móvil de seiscientos pavos, el portátil, las joyas, todo lo que haya de valor. El pobre dominguero tiene un
respiro de un mes por los menos. ¿La propiedad privada? ¿La base del estado de
derecho y del pacto social? A tomar por saco, señores. Este hombre me ha importunado un
domingo por la mañana sin conocimientos de ciencias políticas. ¿La poli
otra vez? Of course.
El insignificante bote de garbanzos es un freno para la revolución, puede que este pobre humillado y servil me hubiera atracado si estuviera a punto de morirse de hambre y nadie le ofreciese el bote de garbanzos de rigor. Y empezaría el efecto dominó, si a mí me roban pues yo robo al que está encima mío. Ahora ya entendemos el fabuloso altruismo de nuestros ricos filántropos.
El insignificante bote de garbanzos es un freno para la revolución, puede que este pobre humillado y servil me hubiera atracado si estuviera a punto de morirse de hambre y nadie le ofreciese el bote de garbanzos de rigor. Y empezaría el efecto dominó, si a mí me roban pues yo robo al que está encima mío. Ahora ya entendemos el fabuloso altruismo de nuestros ricos filántropos.
La
pobreza es un rollo, si no la acabas con un bote de garbanzos al final te
salpica.
Jodeer!! (con perdón) Que bueno!!!
ResponEliminaMe gusta esa forma tuya de autoconvencerte, simplemente es lo menos complicado y lo más cómodo para todos, las migajas de siempre.
Un besote.
Todavía me ronda buscar al pobre y hacer lo que me mandan los bajos (con perdón).
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