Mosquean
ciertas declaraciones reiterativas de nuestra clase política. A la que se
conoce la imputación de uno de los suyos (incluyo a la infanta) salen al ruedo
mediático como los cucos lo hacen de la casita de los relojes de pared. Un par
de horas después de conocer la noticia ya canturrean la frasecita de marras: Seremos respetuosos con las decisiones
judiciales. No se quedan ahí, siguen cacareando. No nos pronunciaremos hasta que no exista una sentencia firme. ¡Qué
elegantes! ¡Qué democráticos! Y en el colmo del paroxismo hipócrita cuando los
investigados son ellos vocean a los cuatro vientos: Colaboraremos con la justicia como lo hemos hecho siempre. Los
eufemismos sustituyen la higiénica costumbre de asumir responsabilidades y de
conjugar el verbo dimitir en primera persona y en presente. Me tiene harta la
elegancia postiza que sirve para tapar toneladas de indignidades y de delitos.
Me hastía la pasarela de tópicos de unos mediocres sin imaginación que salen a
la palestra para decir obviedades en lugar de callar por vergüenza torera. Me
sigue doliendo que esos farfollas se crean que nos chupamos el dedo y que si no
lo hacemos tampoco somos los suficientemente peligrosos como para corregir sus
desmanes.
Haré
un breve recordatorio. Garzón KO por escuchas ilegales a los Gürtel. Silva
sancionado por meter en la cárcel al banquero y amigo del marchante de arte
JoseMari. Castro atosigado por el fiscal por imputar a quien no debe. Bermúdez
escapando de las cuchilladas de los enemigos. Pedraz justificándose en twitter
ante el PP. Alaya acusada de lenta y prevaricadora por los que dejaron llenar
los maletines sindicales de billetes de 500. Ruz cuestionado por ser blandengue
con la contabilidad B. Yo creo que va urgiendo una nueva ley, de esas que hace
los peperos con indisimulada altanería, al estilo de la LOMCE, de la del aborto
o la de seguridad ciudadana. Hay que destituir a los jueces que investigan
demasiado, cuanto antes, por la vía judicial o por la militar, pero lo que no
se puede tolerar es ese celo profesional exacerbado. Los tienen a todos
cabreados, de la monarquía inmaculada e impoluta hasta los beneficiarios de los
sobresueldos, de los sindicalistas traidores a la banca más preferente. Suerte
tienen toda esta panda de mangantes de que además de ciega, la señá Justi, está
coja porque los nuevos inspectores de Hacienda del gusto de los cucos le
esconden los informes en los sótanos oscuros o las brigadas policiales del
régimen avisan a los informáticos para que borren discos duros o a los bedeles
testaferros para que quemen los papeles peligrosos.
Quién
nos iba a decir que los jueces iban a estar más a la altura de las
circunstancias que los propios ciudadanos.
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