Resolved lo que queráis, pero afrontando la
responsabilidad de dar entrada a esa mitad de género humano en política, para
que la política sea cosa de dos, porque solo hay una cosa que hace un sexo
solo: alumbrar; las demás las hacemos todos en común, y no podéis venir aquí
vosotros a legislar , a votar impuestos, a dictar deberes, a legislar sobre la
raza humana, sobre la mujer y sobre el hijo, aislados, fuera de nosotras.
Hoy se cumplen 126 años del nacimiento de Clara de Campoamor. La diosa Casualidad ha querido que coincida con los efluvios
ignominiosos de una votación indignante en el Parlamento español, el mismo para el que fue elegida en 1931.
Las mujeres en aquella época podían ser elegidas pero
no electoras. Las mujeres de hoy en día pueden ser madres pero no tienen
libertad de decidir si serlo o no. Un psiquiatra (sí, sí, han leído bien) es el
que tiene que certificar los destrozos mentales que generará el nacimiento del
neonato no deseado. Ellas, las bobaliconas, solo puede deambular de certificado
en certificado, hasta que al final, otros, decidan por ellas. No vale la palabra de la mujer, alguien por
encima, un ser cualificado, decide, certifica, autoriza y legaliza. Pasan los tiempos pero
se mantiene la tutela masculina, patriarcal y falocrática que garantiza que el
mundo girará por los raíles de su poder sin que la otra parte se pueda apropiar de su destino, porque
en el fondo, reconozcámoslo, pensamos como sociedad que las bobas necesitan ser tuteladas.
Varían los collares pero son los mismos perros los
que muerden sus derechos. Los de la sotana, los defensores de la vida, los
conservadores adinerados que si se produce un desliz se cogerán el avión
pertinente, los hipócritas que dicen una cosa hacia fuera y piensan otra por dentro.
Pero ya se sabe, las mujeres no tiene criterio, son volubles (será eso de la
regla), se dejan llevar por las emociones (siempre llorando, los hombres, los
machos nunca derraman lágrimas, son fuertes). Las mujeres sí que tienen criterio para
cambiar los pañales o para llevar al niño al médico, no tienen
competencia para preparar el cola-cao a
sus retoños o para elaborar unas paellas de chuparse los dedos, para arropar por la noche o para planchar los
pantalones con una raya perfecta al macho que gana el jornal o renunciar a sus
sueños por una familia que las explota. Y además, las muy bobaliconas trabajan
fuera del hogar con sueldos inferiores a los de los que deciden por ellas
porque…. no sé por qué, no se me ocurre otro argumento que el que son mujeres.
De qué se quejan si ya pueden votar, incluso en contra de los derechos de las
mujeres, es la gran fiesta de la democracia, poder ejercer el voto, algo que en
España pudieron hacer las bobaliconas por primera vez en 1933, recordémoslo y
que no se nos olvide, gracias al empuje de doña Clara de Campoamor.
Lo más humillante de la ley Gallardón no es la
propia ley (que ya tiene tela), lo más hiriente son las justificaciones para
aprobarla. Se han destapado las cloacas de este país. Duele a los ojos escuchar
a doña Celia Volcán Villalobos, defendiéndose de la acusación de traición a su
partido sin tener en cuenta la traición a las mujeres de su partido,de otros
partidos y de las que no tiene partido pero no quisieran parir. Duele ver una monicaca de cortas luces subiéndose a un atril para
decir barbaridades por una boca ignorante.
Suerte tenemos que la historia será implacable con
estos tétricos personajes, no lo duden, igual que hoy nos enorgullecemos de
doña Clara de Campoamor y de su encomiable lucha, llegará otro día en que
todos y todas las que han perpetrado el asesinato contra la voluntad de las
mujeres pasarán por la pasarela del desprecio.
No olviden sus caras.
Formo parte desde hace más de veinte años de una asociación de mujeres, he defendido a cal y canto nuestros derechos y debo reconocer que no he conseguido expresar correctamente lo que sentía sobre este tema a causa de mi vehemencia.
ResponEliminaTú, dices exactamente lo que yo quiero transmitir como representante de este grupo de mujeres y de algún que otro más (ya formas parte de los mismos, por el poder que se me otorga que para algo debe servir). Me gustaría, con tu permiso, hacer uso de estas palabras tuyas en algún momento o alguna intervención que lo requiera, claro está, mencionando al autor.
Gracias por defender todo aquello por lo que personas como Clara de Campoamor lucharon siempre, la dignidad de la mujer.
La vehemencia es energía, no lo olvides. Por supuesto que puedes usarme (jajaja....), es un verdadero honor servir a la causa que da mucha pena que todavía sea causa y no realidad.
EliminaLa señorita del vídeo es tonta, además de boba como todas las mujeres. Lo tenia que decir.
ResponEliminaEnhorabuena.
Se me ocurren muchos adjetivos para la chica pero lo dejaremos en monicaca.
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