Me he chupado las veintisiete páginas que tiene la
entrevista que ha concedido el papa Francisco I a la revista de la Compañía de
Jesús (barriendo para casa), Razón y Fe.
No marquen todavía el teléfono de mi psiquiatra, me explicaré convenientemente.
Ando mosca con la deriva que ha marcado el nuevo
director general de la empresa más poderosa del universo. Mi escepticismo no me
permite creer en buenas voluntades. Doy por hecho que como buen gerente tiene
que vender su producto y que el mercado está revuelto con tanta pederastia y
tanta laicidad. La peña ha calado que lo divino tiene mucho de rollo macabeo y
los bancos de las parroquias están más vacíos que el aeropuerto de Castellón. Y
lo que es más importante, los cepillos de las iglesias y las crucecitas de la
renta están descendiendo peligrosamente mientras las Gescarteras y los desmanes
del Banco Vaticano crecen exponencialmente. Obviamente se impone una nueva
estrategia comercial en el negocio del crucifijo.
Juan Pablo II fue el rey del martirologio,
lastrado por una enfermedad degenerativa vendió sufrimiento. La Santidad express que le están preparando ha supuesto un tirón para el merchasanding eclesial. La venta de souvenirs con el rostro demacrado del Papa polaco compite sin rubor con
las camisetas de Cristiano (pagano) Ronaldo y Messi.
Benedicto XVI era un papa seriote (con fama merecida
de inquisidor), la mirada penetrante producía miedo al pueblo de Dios y al del
Diablo, pero el gran bombazo comercial de su dimisión colocó de nuevo a la
empresa en el candelabro. Un bombazo informativo que agradeció toda la urbe
para poder tapar muchos escándalos y crisis inacabables. La fumata blanca se la
tragaron sin rechistar beatos y paganos en prime time. Nos inflaron la cabeza
hasta la saciedad con todas las curiosidades del protocolo de la elección de
nuevo gerifalte católico. Anuncios sin pagar un duro, qué astutos y taimados
estos cuervos con alzacuellos.
Quién es Jorge Mario Bergoglio le pregunta el
entrevistador a bocajarro. El flamante director general del chiringuito de la Fe
se luce: “Un pecador”. Ole tú, el
producto estrella de la iglesia puesto en el escaparate a las primeras de
cambio. El argentino nos ha salido un publicista de postín, los cardenales
electores seguro que lo escogieron de la pila de papables por su visión comercial, detrás de una estampa bordada de timidez y afabilidad se esconde una pantera del márketing. Si su Santidad
es un pecador, aquí peca hasta el apuntador. Más pecados más confesiones, más
confesiones más penitencias, más penitencias más moneditas en el zurrón. Pecad,
malditos.
Sigo
leyendo la entrevista con nuevos sobresaltos. “Jamás he sido de derechas”. Imagino con placer la reacción del malcarado
Rouco, enfurruñado como una mona y blasfemando con el rosario en la mano. Que
se joda, donde manda patrón no manda marinero. Esta afirmación ideológica ha
sido un viral de campeonato que pone el pecado moderno en una rampa de
lanzamiento muy prometedora. De todos es sabido que los de derechas son gente
de orden, de comunión diaria, de follar sin condón y con la enaltecedora misión
procreativa. ¿Quién peca? Los de izquierdas, que se hinchan a trasgredir los
diez mandamientos con la excusa de que ellos no creen en Dios. ¿Si el Papa es
un pedazo de pecador y es de izquierdas, amigos, qué hacemos que no empezamos a mentir como cosacos (¿más?), cagándonos en el creador o trincándole la mujer
al prójimo? A pecar progresistas de todo el mundo y cuando vengan mal dadas a
confesarse en Casa Jesús y a engrandecer un imperio que estaba al borde del
abismo.
La
guinda del pastel la pone Jorgito cuando exhorta a los ministros de la Iglesia a
no ponerse pesados con el aborto, el matrimonio homosexual o el uso de
anticonceptivos. Sigo escuchando los quejíos de Rouco y ahora se suman los de
Reig Pla que pide a sus acólitos un golpe de estado que derroque al argentino
de las narices. Bergoglio sabe que la hoguera no de beneficios en la aldea
global y recubre el pecado con una capa chocolateada de inconsciencia para que se confíen los maricones, las que abortan y los que cubren sus cipotes con latex. Cuando se aligere
su culpa los engancharán por la retaguardia y les cobrarán el peaje (confesiones a
cien) que evita convertirse en pollo a’last en el Infierno.
Si San Ignacio de Loyola levantase la cabeza estaría orgulloso de la publicidad subliminal de su discípulo.
Más que publicista, lo veo como un político avezado, cosa a la que no estamos acostumbrados y por eso mismo nos resulta tan chocante. Está defendiendo justo lo contrario de lo que él mismo hacía, con lo cual no me resultan creíbles ninguna de las dos posturas, pero si eso va a suponer un aneurisma cerebral para Rouco y Reig Plá, bienvenido sea "el publicista". De momento, me regocijo con la patada en los huevos que ha supuesto para De Prada. Amén.
ResponEliminaMás que publicista, lo veo como un político avezado, cosa a la que no estamos acostumbrados y por eso mismo nos resulta tan chocante. Está defendiendo justo lo contrario de lo que él mismo hacía, con lo cual no me resultan creíbles ninguna de las dos posturas, pero si eso va a suponer un aneurisma cerebral para Rouco y Reig Plá, bienvenido sea "el publicista". De momento, me regocijo con la patada en los huevos que ha supuesto para De Prada. Amén.
ResponEliminaNo te lo creas, son luchas intestinas que se arreglan con incienso, De Prada acabará tomando mate en Santa Marta (uy... qué austero es el publicista).
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