Como
muestra un botón. Estamos en tiempo de reuniones de inicio de curso con los
papás. Me explican que una tutora de sexto de primaria informa que los
profesores han decidido no hacer las tradicionales colonias como protesta por
los recortes en la educación. Se queda más sola que la una. Hablo de una
escuela pública, de un barrio de clase media baja, o sea, carne de cañón de los
destrozos neoliberales. Que se hunda el mundo pero que los niños sigan viviendo
en Jauja. Que otro soluciones mis problemas, ande yo caliente…
Dijo
el dramaturgo Juan Radrigán refiriéndose a los desaparecidos de la dictadura
militar: “Los muertos no están muertos y
los vivos no están vivos”. Nosotros qué estamos. A qué esperamos para
honrar a nuestros muertos, a los luchadores que se dejaron la piel en la
construcción de eso que ahora huele a ceniza, el mal llamado estado del
bienestar, para mí, el estado de la justicia. ¿Estamos vivos con el futuro
hipotecado? ¿Estamos vivos sin casa o sin trabajo? ¿Sin educación y sin
cultura? ¿Sin sanidad y sin pensiones?
“Uno ha perdido la paciencia, no está
dispuesto a aguantar. Hace años digo que la palabra más admirable, la que
debemos usar instantáneamente siempre que sea necesario -y desgraciadamente lo
es todos los días- es la palabra "no". Puede ser por haber perdido la
paciencia, es una buena razón para decir "no". Pero también se puede
usar como una postura de espíritu. Es decir, yo dudo mucho que hayamos nacido
para ser libres pero lo libertad es eso, es una conquista”. Texto sagrado de José Saramago.
¿No
hemos llegado todavía al límite? ¿No tenemos suficiente? ¿No nos han tratado de
idiotas y de serviles con suficiente claridad? Han caducado los no
multitudinarios parapetados en la masa, sentirnos fuertes las dos horas que
dura la gran protesta, son actos previsibles para el poder que solo tiene que
esperar que pase el temporal. Tampoco vale los no por internet, no hacen daño a los que mandan que siguen haciendo sodokus. Ha llegado el momento de los no individuales, de
los no mirando a la cara de los que abusan de nuestros derechos, del no a los
incívicos (gamberros con corbata y traje Armani), del no a los deshonestos. Hay
que decir no a los oportunistas que beben de nuestros miedos, no a los
pesimistas fieles esbirros del inmovilismo o a los optimistas desmesurados
aliados a la inconsciencia. El no comporta riesgos pero el sí continuo y seguidista
conlleva a un inexorable estado de degeneración que esboza un paisaje desolador
que si no se rompe la dinámica acabará fijado con el barniz de la sumisión.
“Cuanto más viejo, más libre. Cuanto más
libre, más radical.” (José Saramago)
Leo, escribo y respondo tantos "no" que el pesimismo llega cuando compruebo que de nada sirven y siento que nadie escucha. Saramago, como cualquier persona mayor, es sabio también por lo vivido. La experiencia nos enseña a ser más libres, tener menos miedos y ser más radicales.
ResponEliminaUn besote.
Los no te sirven a ti para no claudicar. Besotes.
EliminaMe lo apunto: “Cuanto más viejo, más libre. Cuanto más libre, más radical.” (José Saramago)
ResponEliminaMacanuda sentencia del Maestro.
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