Luis
Miguel Dominguín, gran matador de toros (y padre de Miguel Bosé) no creía en
Dios pero antes de cada faena visitaba la capilla de la plaza de toros
correspondiente. “No rezaba pero
realizaba un acto de intimidad, de concentración y de última serenidad antes de
entrar en la arena”.
Escribo
este post mientras que me encuentro en capilla, o sea, un par de horas antes de
estrenarme, o sea, a punto de enfrentarme a un nuevo curso académico. El
morlaco (metafóricamente los adolescentes que me sufrirán) ya están en sus
puestos, sentaditos en sus mesas, afectados por el ciclón del verano y con
miles de intenciones que no pasan por atender lo que un servidor vendrá a
contarles. Ese es el pitón que amenaza a un metro de mi traje de luces. Copio
al Maestro Dominguín y me enfrento a estas líneas para encontrar la última
serenidad que como una clave de sol debe marcar mi práctica docente a lo largo
del curso. Obviamente me pasaré las programaciones por los bajos fondos y me
entregaré a aquello que considere más oportuno en cada momento, creo que hace
unos siglos le llamaban libertad de cátedra.
Todavía
estoy conmocionado por la actuación de Juan Diego Botto en la obra teatral
(escrita por él mismo) Un trozo invisible
de este mundo.
A una magistral
interpretación une un compromiso con aquello que representa. Un cínico xenófobo
que el graderío detestó en silencio, un desesperado inmigrante argentino que
hizo sufrir al tendido con los equívocos que provocaba la comunicación
telefónica con su mujer a la que no veía desde hacía seis años, una inmigrante
africana (interpretada también magistralmente por Astrid Jones) que es engañada
sistemáticamente en la tierra prometida, un preso argentino que delata a sus
compañeros revolucionarios para sobrevivir y una escena final en la que pone
patas arriba toda nuestra comodidad.
Desde
esta íntima capilla antes encuentro la serenidad para guiar mi camino educativo
de este ejercicio: no aburrir (lean con atención la entrevista en La Vanguardia
de mi inspirador) y
dar que pensar.
Suerte
y al toro.
Ánimo campeón!!
ResponEliminaGracias, guapetona.
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