Nos
engañan, nos utilizan y nos joden. La independencia es el último caramelito que
nos quieren hacer chupar. Yo no me meto en el tema filosófico, siempre he
respetado a los independentistas de toda la vida, basan sus aspiraciones en un
sentimiento y me parece que es tan lícito como el que se siente español o el
que se siente ciudadano del mundo. Allá cada uno con su religión. Otra cosa son
los independentistas de nuevo cuño, los que militan en esta nueva secta que
vende el nuevo estado independiente como una sucursal del Edén. Y son muchos,
no hay más que restarle los independentistas puros (los que fueron a las Diadas
de Catalunya antes del 2010) y ya se darán cuenta ustedes que son una legión
nada desdeñable.
“El pueblo se ha expresado y ahora hace falta
que los políticos estén a la altura de lo que el pueblo demanda”. Me cago,
me meo y contracciono. El pueblo pide pan, salud, educación, circo y vivir con
dignidad. Y los políticos meten las tijeras en las costuras del pueblo que
manipulan esgrimiendo que la culpa la tiene Madrid que nos roba. Vale, me lo
creo, les concedo el argumento. ¿Y qué hacen ante semejante expolio? Que se cuadren, que entreguen su alma y su
cuerpo a la causa, que se nieguen a vender el patrimonio de Catalunya (que
también es mío) al mejor postor, que vivan austeramente los que me han
recortado la extra y me han congelado el sueldo, que nos pongamos todos un salario
de subsistencia para combatir al enemigo centralista. No podemos hacer nada,
dicen escurriendo el bulto, no nos llega el dinero y no tenemos más remedio que
dejaros sin estado del bienestar. Lloriquean como comadres mientras levantan
los hilos de los títeres que se creen sus mentiras como única tabla de
salvación.
Dice
el refrán que se pilla antes a un mentiroso que a un cojo. En el pacto que
firmaron al principio de la legislatura CIU y ERC se fijaron la cración de unos nuevos
impuestos para aliviar las doloridas arcas de la Generalitat. ¡Qué majos!
Algún iluminado pensó que se podían sacar 50 millones de euros cobrando un
impuesto a las bebidas con exceso de azúcar. Cuando ya se frotaban las manos
para repartirse el botín llegó el embajador americano y llamó a la puerta del
señor Mas y le dijo que faltaría plus, que si se cobraba ese impuesto se
sentaba un mal precedente aceptando que el exceso de azúcar de la bebidas
americanas afectaba a la obesidad infantil (qué va, cómo puede pensar nadie
que una lata de coca-cola produce michelines). Catalunya es insignificante para el imperio de Atlanta pero si se extiende por el mundo el bulo la cosa puede ser grave, o sea, leve amenaza en boca del embajador de dejar nuevo estado
independiente sin droga gaseosa y sin inversiones (jajajajajaja....) y el gozo en un pozo.
No creen ustedes que sería interesante preguntar a los catalanes
si quieren trincar 50 millones de euros para escuelas, hospitales y atención a
la gente mayor. ¡Derecho a decidir! No, ya decidieron por nosotros, se bajaron
los pantalones, los calzoncillos y se colocaron vaselina para descartar una
fuente de ingresos que podía paliar la crisis, todo porque no supieron resistir ante la diplomacia de la chispa de la vida.
Cuatro
días después eran los inversores de BCN World los que alertaban que si la
Catalunya independiente no seguía en la Unión Europea no invertirían en un
megacentro de ocio. ¡Patada en el bazo al derecho a decidir! Por supuesto que
vamos a seguir obedeciendo a la Merkel, nosotros somos independientes para
hacerlo. Y los catalanes dándose las manos fraternalmente de Norte a Sur de un
país que quiere ser independiente para decidir que en lugar de explotarlo el
plasmático lo explote el Estado de Coca-Cola.
Algú ho havia de dir (Alguien lo tenía de decir). Frase célebre de Joan Tardá,
independentista de viejo cuño, que pone patas arriba el parlamento español
cuando sube al estrado.
Yo creo que ha llegado la hora de cambiarle el nombre al blog, "La pàgina sulfúrica" propongo.
ResponEliminaNo....quedan unos pasos por en medio que no se pueden saltar los seguidores de pro como tu. Un saludo y buen finde corrosivo.
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