A veces es necesario volverse
hacia el diccionario para coger aire, hay palabras vilipendiadas por su mal uso
o por un ostracismo extraño que les hace perder su brillo. Hay que guarecerse
bajo el cobertizo de la etimología y de las definiciones académicas para
devolverles el honor.
Escrúpulo tiene dos vertientes
que en principio pudieran parecer contradictorias. Exactitud en la averiguación o en el
cumplimiento de un cargo o encargo. Es un sinónimo de rigor, aplicable a la
investigación de un atentado que segó la vida de casi dos cientos ciudadanos.
Pero en el otro extremo de su esencia encontramos que es una china que se mete en un zapato y lastima el pie. Las heridas duelen
(ofrecen experiencias vitales) y provocan cicatrices (fuerzan el recuerdo). Las
diferentes acepciones que contempla el diccionario siguen invitando a la
reflexión. Califica el escrúpulo (la piedrecilla, no la perdamos de vista el
origen latino del vocablo) como la duda o
recelo que punza la conciencia sobre si algo es o no cierto, si es bueno o
malo, si obliga o no obliga; lo que trae inquieto y desasosegado el ánimo.
Existen seres humanos que no resisten la tensión de caminar por la vida con una
china en el zapato, les obliga a renunciar a sus ambiciosos proyectos,
desacelerar el ritmo frenético del ganador o incluso vedar territorios (las
cacareadas rayas rojas). Ellos se niegan a perder aunque muchas veces sea la
antesala de una victoria más profunda. Impregnarse de fracaso, reconocer las
debilidades, es el punto de partida para la transformación y el inicio de un
camino que pueda conducir a una victoria más sólida. Los mentirosos son
especialistas en atajos y en argucias que les ponen en ventaja sobre los demás,
es tan tentadora la propuesta del engaño. No hay mas que quitarse la china del
zapato y coger velocidad de crucero. Se acabó el desasosiego. Piedra que no
duele, conciencia que se libera. Cuando llegan a la esfera de los laureles hay
notarios que testifican que nadie les vio pasar por los controles de la
carrera. Ellos miran para otro lado o encienden el ventilador que llena de
mierda todo el condado. Obviamente no tienen otra solución que embarcarse en
nuevas mentiras y volver a vaciar los zapatos de piedrecillas molestas. La
última acepción del escrúpulo es la de una
aprensión o asco hacia algo (especialmente la comida). Repugna la frialdad
con la que los tramposos siguen sonriendo en actos de recuerdo a las víctimas de
un sinsentido y de una partida con cartas trucadas. Teatreros inmundos, ratas
de cloaca, alabarderos de la mentira.
Todo un país necesita indagar quién
tiene chinas en los zapatos y quién no. Tal vez me quedé corto, tal vez sea un
planeta entero el que tiene necesidad de devolver las piedrecillas a la planta
del pie y apretar con fuerza para devolvernos el recelo que nos invita a
sospechar que esto no va bien.
Como siempre sublime. Disfruto mucho leyéndote. Pero qué duro es soportar una china en el zapato.
ResponEliminaGracias por los eulogios,jajaja.... La china ofrece equilibrio. Nos recuerda que hay líneas prohibidas, una forma de sentido vital.
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