La escuela aislada del mundo es una entelequia.
Los temarios para la vida no se venden en editoriales al uso. Hay que
rastrearlos de la propia experiencia y de la de otros. El mundo de mis alumnos
es muy pequeño, una casa, una familia, unos amigos, un barrio, un instituto,
unos libros, unos compañeros, unos programas de televisión, un corto
vocabulario, unas experiencias similares. Existen serios riesgos de estrechez
de miras. De convertir los usos y costumbres de ese mundo pequeño en religión.
Yo intento levantarles el periscopio para que vean más allá del territorio
conocido. Se cansan, se asfixian, no pueden respirar cuando suben las primeras estribaciones del pensamiento libre. Uno de los instrumentos más potentes para viajar sin moverse
del sitio es internet, pero ellos lo utilizan para seguir más anclados todavía
en su reducido mundo. Las nuevas tecnologías sin brújula pueden ser las cadenas más pesadas. Otro sistema de evasión es la literatura. Profe, los libros son un rollo. Los
arquitectos del mundo pequeño se pueden sentir muy orgullosos, sus habitantes son felices entre
la miseria de pensamientos.
No me atrevo a hablarles a los que pueblan mis
aulas de Juan Agustín Goytisolo, la
poesía es un rollo, profe. No me atrevo a hablarles ni que sea de rasqui de
Maruja Torres y su excepcional artículo de ayer titulado Un poco de poesía. Ya sé, ya sé, los libros son un rollo. No me atrevo a explicarles que cuando esta
mujer pone el corazón encima de un artículo se producen terremotos. No me
atrevo yo que sé de la existencia de
mundos cóncavos y vacíos y no lo
hacen otros profesores que siguen con la mirada clavada en su ombligo. Y cuando
el mundo se estrecha es fácil de dominar, el ejército patrulla sin dificultad
por las calles atestadas de mediocridad que es la fuerza de gravedad del mundo
pequeño.
Solo me atrevo a pasarles ustedes lectores de este
blog una de las armas más potentes que conozco para romper el corsé del pequeño
mundo, La mejor escuela de J.A.
Goytisolo, por si algún día pueden cruzar la frontera y llamar desde el otro
lado a los pipilos primarios que creen que la poesía es un rollo cuando es la
esencia.
Desconfía de aquellos que te
enseñan
listas de nombres, números y
fechas
y que siempre repiten modelos
de cultura
que son la triste herencia que
aborreces.
No aprendas sólo cosas, piensa
en ellas,
y construye a tu antojo
situaciones e imágenes
que rompan la barrera que
aseguran existe
entre la realidad y la utopía:
vive en un mundo cóncavo y
vacío,
juzga cómo sería una selva
quemada,
detén el oleaje de las
rompientes,
tiñe de rojo el mar,
sigue unas paralelas hasta que
te devuelvan
el punto de partida,
haz aullar a un desierto,
familiarízate con la locura
Después sal a la calle y
observa,
es la mejor escuela de tu vida.
Yo creo que la adolescencia es casi una enfermedad. Una etapa de tanto cambio que abruma. No se es ya pequeño pero tampoco mayor. Creo que para sobrevivir a esa etapa, algunos se encierran en su mundillo, junto con gente de su edad que esté pasando por lo mismo. Lo de fuera incluye a los adultos que intentan hacerlos crecer, que no dejan de ser bienintencionados pero que siguen siendo una presión más. Qué hacer? Yo creo que haces bien. Muchos de esos adolescentes a los que animas a leer y explorar fuera de sus fronteras lo harán. Quizá no ahora, quizá tarden, pero tú les habrás dado la receta para cuando ellos se sientan preparados. Mucho ánimo!
ResponEliminaUno de los peores favores que podemos hacer a los adolescentes es convertirlos en inútiles y en débiles. La manada sirve y la manada aliena. En cada momento y para una determinada cuestión.
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