Los bondadosos me envían reiteradamente mensajes
engañosos, confusos, intimidatorios. Me dirigen alegremente a un concepto tan
etéreo como el amor. Otras veces ponen como remitente de sus deseos (por ende,
los de todo bicho viviente) a la amistad, al sentido común, a lo que se tiene
que hacer, a lo que es correcto. Y uno se siente desorientado. Necesito unidades
de medida claras, científicas, con las que moverme entre las arenas movedizas.
La primera unidad fiable que he encontrado es el
dinero. Borren de sus rostros cualquier mohín de desagrado. El dinero mide. El
dinero pone un valor a las cosas. Los bondadosos quieren manejar el desprecio
colectivo hacia el vil metal para adaptarlo a sus loables objetivos. Vociferan:
¡No todo lo compra el dinero! Después de proclamar su íntegra independencia
respecto a la atracción de los billetes, se giran, sacan un fajo de papeles de
Satanás y compran acciones de bienestar. Los bondadosos con pedigrí no
descuidan sus limosnas, la mala conciencia les empuja a poner una parte de su
capital en obras de caridad. Y les da pingües beneficios. ¿Qué parte ponen en
otros bolsillos? ¿Un 1% de su fortuna? La proporción define su bondad.
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José Luis López Galván. LA FÁBRICA. |
Montoro insiste como un lorito que las
estadísticas de Cáritas sobre la pobreza no son más que estadísticas, la
realidad tiene más variables. Por ejemplo, si él dice que no hay tantos pobres
pues no los hay. Cáritas cifra en 2.500 millones de euros la desaparición de la
pobreza extrema en España. Pero Cáritas no publica ningún estudio sobre lo que
supondría el pago del IBI de los edificios religiosos. Otras variables que
diría el Fraguel Montoro.
Las creencias que tenemos respecto al dinero
suelen convertirse en realidades. De eso sabe mucho un tipo que se llama Raimon Samsó (El código del dinero). Vean sus videos y entenderán que los ricos y los pobres no obedecen a la
doctrina de la casualidad sino a unas pautas mentales que atraen o alejan el
dinero de un bolsillo y lo llevan a otro. El dinero corrompe, si yo quiero
seguir el carril de la dignidad tengo difícil que se engorde mi cuenta
corriente. El dinero no da la felicidad, fácil justificación para los que no
tienen un duro. El dinero abre todas las puertas, ya tienen los fundamentos conceptuales
de los mangantes de la trama Gürtel. Cada céntimo tiene su importancia, ya
pueden explicarse el imperio que tiene el pasiego (concepto ahorrativo de los
nacidos en el valle del Pas) Botín y su estirpe.
Otra unidad de medida fiable es el consumo
calórico. Al cabo del día gastamos unas calorías en unos objetivos y dejamos de
consumirlas en otros. Donde ponemos el gasto energético de nuestro cuerpo es el
asunto de mayor importancia, en lo que escatimamos, lo superfluo. No se engañen
ustedes mismos ni dejen que les timen los demás. Te quiero equivale a una caloría
(generosa). Te odio equivale a una caloría y media (la rabia también consume).
Te deseo podría alcanzar las tres calorías (segregaciones varias y imaginación
turbulenta). Te llamaré (media caloría porque ya estás pensando en otra cosa).
Yo no miento (cuatro calorías, una por la interpretación fonética y tres para frenar los pensamientos que contradicen el sentido de la frase).
Vayan sumando sus gastos calóricos y encontraran
el valor de sus vidas.
Me gustan estas unidades de medida, la de decepciones que nos podemos llevar si hacemos cálculos.
ResponEliminaUn besote.
Tendremos que cambiar el plan de inversiones.
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