Carne de yugo, ha nacido
más humillado que bello,
con el cuello perseguido
por el yugo para el cuello.
Nace, como la herramienta,
a los golpes destinado,
de una tierra descontenta
y un insatisfecho arado.
más humillado que bello,
con el cuello perseguido
por el yugo para el cuello.
Nace, como la herramienta,
a los golpes destinado,
de una tierra descontenta
y un insatisfecho arado.
Lo leí hace más de treinta años. El poema
desgarrado de mi admirado Miguel Hernández me sacudió el corazón, aquel niño
que describía entre versos brutales existió en la infancia de mi padre. A mí,
sentado en mi pupitre negro de una escuela de curas, entre estrecheces de una
España siempre en crisis, me sacudió la pregunta.
¿Quién salvará este chiquillo
menor que un grano de avena?
¿De dónde saldrá el martillo
verdugo de esta cadena?
menor que un grano de avena?
¿De dónde saldrá el martillo
verdugo de esta cadena?
Los niños a principios de siglo eran un jornal,
dos brazos y una boca que comía poco. La familia era una factoría solidaria
remando hacia la subsistencia.
El sábado estuve en la grada de un campo de
fútbol de tercera. En cien años (tres generaciones) el niño yuntero se había
transformado en niño futbolero. Bien alimentado y disfrutando de su deporte
favorito. Un grupo de padres de postín
(clase media holgada) ocupaban asientos con rubias (cervezas) en la mano.
Increpaban al árbitro a la vez que dirigían los movimientos de sus hijos como
si no existiese más entrenador que ellos. Vomitaban bromitas de mal gusto sobre
la homosexualidad de tal o de cual (el maricón sigue siendo el chivo expiatorio
del patriarcado). Bramaron como cencerros cuando a falta de tres minutos uno de
sus vástagos clavó el gol de la victoria. Lástima que el fútbol tiene recovecos
insondables y en el descuento el equipo contrario empató. Por la rabia, uno de
los hijitos de papá dio una patada al contrario y el equipo en pleno se
presentó a calentar al infractor. Un padre preso de una enajenación transitoria
entró en el campo a impartir justicia y defender a su criaturita. Los padres
del equipo contrario que le chillan y amenazan con seguirlo. Empujones y gestos
de gallitos y los niños futboleros (ni rastro de la yunta) mirando el
edificable espectáculo. Como casi siempre no llegó la sangre al río. Y luego
llegaron las justificaciones y los lamentos. El padre pillado en acto
vergonzante no paraba de repetir:
-
-Ya sabéis que yo no soy así. Soy
contrario a todo tipo de violencia, por favor, ya lo sabéis. Ha sido ver a mi
hijo que lo encerraban y me he cegado. Cuando salga lo voy a reñir, no tenía
que haber…
Lo que continúa no me interesa. Como tampoco
estas familias dirigidas por gerentes que proyectan sus carencias sobre
pequeños tiranos narcisistas. Me interesa desentrañar el misterio de la poesía del
poeta cabrero en una sociedad sin norte.
Que salga del corazón
de los hombres jornaleros,
que antes de ser hombres son
y han sido niños yunteros.
de los hombres jornaleros,
que antes de ser hombres son
y han sido niños yunteros.
Hola Voz Ácida.
ResponEliminaLamentablemente es cierto, digo lamentable porque lamento que las cosas devengan en coces, astadas y demás ataques que los brahmanes de carga realizan cuando están en peligro.
Al hilo de tu publicación, debo decir que todo lo que antaño existió, existe hoy en día para bien o para mal, solo que gracias a la evolución social y la plasticidad de las relaciones sociales las cosas han y deben cambiar - ¡ojo! que no digo que el cambio sea malo o bueno, todo tiene sus matices y es muy difícil tachar algo de malo o bueno- y por ello la expresión social es diferente.
El ``futbol´´ es una expresión al límite de lo que se conoce como Darwinismo social, esto es adaptabilidad al medio, social -Cuantas cosas, social,sociales,socialista, creo que estoy siendo pesado- En tu publicación puedo ver matices muy vivos de la lucha actual, homosexualidad, clases acomodadas embutidas en sus quehaceres y lejanas de la realidad social, homosexuales que son convertidos en sacos de boxeo verbales, darwinismo en estado puro... y demás cosas que darían para un coloquio de horas, sumamente extenso y divertido.
Espero que me respondas, gracias.
Alejandro, no sufras, suelo leer todos los comentarios. Es lo mínimo. Mis artículos tienen la misión de abrir debates, de incitar reflexiones más extensas, la acidez a veces hiere pero de ese dolor suele salir un conocimiento profundo y vivencial que necesitamos para abandonar la ignominio. Gracias por tu comentario y bienvenido a territorio ácido. Un saludo.
ResponEliminaConcuerdo con tu punto de vista y agradezco que nos hayas recordado ese maravilloso poema de Hernández.
ResponEliminaSaludos.
Gran hombre y poeta, gracias por recordar al sufrido Miguel Hernández y sus dolorosos versos.
ResponEliminaYa lo decían los romanos: pan et circus. Y la cosa no ha cambiado mucho, solo que ahora la violencia está presente de otras formas menos explícitas que en aquella época.
Yo no tengo nada en contra del fútbol pero me aburren infinitamente las personas simples para las que no parece existir nada más importante en la vida. Y los programas informativos dándoles mil vueltas a cada nimiedad relacionada con este deporte, que por otra parte son de gran ayuda para la miopía política que impera en nuestro país, y así distraer a la muchedumbre de los gravísimos problemas que la sociedad padece.
Saludos, Jordi.