La
expresión DERECHO A DECIDIR me chirría. La escucho en muchas bocas (favorables
y contrarias) que tienen los dientes podridos de caries demagógicas y no puedo
evitar que me invada la desconfianza (será la edad) ¿Me quieren dejar decidir
sobre la independencia de un estado los que no me dejan decidir qué candidato
me gusta más de sus listas cerradas? ¿No me quieren dejar decidir los que ponen
cemento a su mano y al mango de la sartén?
La
libertad tiene como peana insustituible la capacidad de decidir (en lo
político, en lo económico y en lo deportivo). Y lo que acompaña a ese derecho
sagrado es la obligación de asumir las consecuencias de las decisiones. Precisamente
esta obligación es la que a mí me hace ir con pies de plomo cuando escucho a
los chalanes desde sus púlpitos venderme un futuro esplendoroso si decido
abrazar su bandera (con una o cuatro barras, ya ves que tontería).
La
independencia de Catalunya a mí no me chirría pese a que yo no soy
independentista. Lo que me chirría son los argumentos y los movimientos de
favorables y detractores.
Uno está ya muy granadito para comulgar con ruedas de
molino. Uno ha estudiado historia universal y sabe qué se esconde en el sótano
de todos los nacionalismos y de todas las independencias de uno a otro confín
de la Tierra. Los procesos de independencia se dirimen generalmente por la
fuerza (económica y militar) y el papel de las élites (burguesía es una palabra
ahora demodé) es fundamental. Unas gotitas de Revolución Francesa con su
puntito de manipulación del pueblo (pobres) nos iría fantásticamente para
entender a qué ritmo se agitan las banderas y qué manos zarandean los mástiles.
Y para darnos cuenta que detrás de muchos procesos megarevolucionarios (una
declaración de independencia en pleno siglo XXI lo es) hay unos intereses que
nada tienen que ver con las tradiciones, la cultura y la lengua propias, que
solo son el disfraz ocasional de trileros habituales.
Los
favorables a la independencia de Catalunya organizaron un Concierto para la
Libertad el pasado 30 de junio. Cada uno DECIDE su religión, sus ritos y su
puesta en escena. Yo no estuve pero no tengo nada que objetar a los que
asistieron ilusionados. Es su FE y se la respeto. Mi problema vino al
contemplar las imágenes en los informativos del día siguiente. En la Llotja del
Camp Nou bailaban divertidos los políticos que actualmente rigen el destino de
Catalunya, fotografiaban desde su posición preponderante, con sus iphones de
última generación, el impactante espectáculo de esas 90.000 almas clamando
independencia. Sentí un pinchazo en los testículos cuando vi a la consellera
d’Enseyament Irene Rigau jaleando el mítico Al vent de Raimon mientras en la platea
movían las banderas más de uno y más de cien interinos que el año que viene no
darán clase en los institutos catalanes. Y no me atenúa el dolor de mis partes
pudendas que me vendan en rueda de prensa que es el tributo que tenemos que
pagar para atravesar el desierto hasta llegar a la tierra prometida del Estado
propio. A los mentirosos mediocres se les pilla a la vuelta de la esquina. Al
día siguiente saltaba a los medios de de comunicación la noticia de que la
bailarina Rigau contrataba a un asesor sin experiencia en el mundo educativo
por la módica cantidad de 50.000 euros anuales ( y a mí me guindan la mitad de
la extra) que casualmente es el presidente de las Juventudes Nacionalista de
Girona.
¿No
podemos YA empezar a decidir ?
Decidamos que no merece la pena ni escucharlos, decidamos pasar de ellos y decidamos no seguir más su juego...decidamos no acudir a conciertos para la foto de turno, decidamos no votar...¿Qué ocurriría si las urnas aparecieran vacías después de ejercer nuestro derecho a "no votar" ?
ResponEliminaSiento vergüenza cuando pienso en lo tontos e ignorantes que nos creen...¡¡Mal tema!!! Perdona la expresión pero "me repatean".
Un besote
Nos es que nos crean tontos e ignorantes... ¡es que lo somos! Es que tienen demasiado margen para hacer sus canalladas.
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