Pongan
un pie en la calle (a veces ni eso porque tenemos al enemigo en casa) y prepárense para el zafarrancho de combate. No
hay quien los aguante, nos amargan la vida y lo que es peor, nos la consumen. Jefes
y jefecillos mediocres que abusan del miedo generalizado, compañeros frustrados
que bombardean sus carencias sobre su círculo más próximo, conocidos que nos
reprochan hasta el paso de los años, exparejas resentidas que ni viven ni dejan
vivir, vecinos cotillas que saben más de la vida de los demás que de la suya propia. Jovenzuelos
desvergonzados que apabullan creyéndose los únicos pobladores del universo,
policías que sacan la porra a las primeras de cambio, maleducados profesionales que
empujan más que hablan, achacosos profesionales que bacterizan su entorno,
aprovechados que rapiñan todas las carteras olvidadas, terroristas del bien común que se aprovechan de que lo de todos no es
en el fondo de nadie. Y así hasta el infinito y mucho más. Atila, un ameteur a
su lado. Minan nuestro bienestar y nos sacan de quicio. ¡Caterva de malfollados!
¿Cómo
se te ocurre, descerebrado? Serás acusado de obseso reduccionista, banal,
inconsistente e intransigente, profanador de intimidades, pecador alevoso. Y millones
de descalificativos que lloverán por haber elevado a público lo que piensa la sabiduría popular en privado.
¿Por qué entonces el linchamiento? Porque lo has dicho tú, pero si lo dice un
neurocientífico de prestigio (americano a poder ser) todo se le perdona.
El neuropsicólogo David Weeks, ex jefe de Psicología para la Tercera Edad del
Hospital Real de Edimburgo, en una conferencia pronunciada en la Facultad de
Psicología de Colchester, Inglaterra, el pasado julio y recogida en un artículo
de la web The British Psychology Society afirmaba categóricamente que “la calidad de la vida sexual, en adultos
mayores predice el estado de salud en general y el bienestar”. Consideraba
que la cuota de orgasmos recomendable para mantenerse en forma un adulto/a de
40 a 50 años era de tres semanales. De ahí para arriba era posible la
felicidad y de ahí para abajo te dedicas a joder al prójimo (eso lo añado yo).
Dos
investigadores de Nueva Jersey, el psicólogo Barry Komisaruk y la sexóloga
Beverly Whipple están llevando a cabo otro experimento sobre el impacto del
orgasmo en el cerebro humano. Komisaruk llevan sosteniendo desde 1982 (ha
llovido) que el estallido de placer inhibe las malas ideas. La doctora
Benedetta Leuner y sus colegas del Instituto de Neurociencia de la Universidad
de Princeton (EEUU) apuestan por el orgasmo también para combatir el estrés
(más polvos y menos ansiolíticos, añado yo sin sacrificar cobayas).
La sexóloga
de Georgia (EEU), Gloria G. Bramer, considera que durante una relación sexual
aumenta la circulación sanguínea y se bombea oxígeno hacia la piel, lo que hace
que esta esté más brillante, permite eliminar toxinas y aumenta la producción
de colágeno, que evita la flacidez , las arrugas y las manchas de la piel.
Además, durante el coito se suda, lo que entraña una limpieza facial gratuita,
liberando la piel de sus impurezas (la cara de estreñidos que llevan los
mezquinos es atribuible a falta de sexo, lo añado yo sin laboratorio que me
respalde).
Aprovechen
y hártense, porque el día que se entere el Fraguel Montoro, seguro que nos
aplica un 21% de IVA a la base imponible de orgasmos.
L'autor ha eliminat aquest comentari.
ResponEliminaExcelente, te felicito. Me parece que la cuota de orgasmos de Montoro es de tres al lustro. Se le nota en la cara de limón.
ResponEliminaTantos??????
Elimina