La
expresión se le atribuye a Isabella d’Este (prima donna del Renacimiento
italiano), incluye un puntito estoico muy acentuado. Sin esperanza (interés) y
sin miedo. La rescato de un artículo fabuloso que escribe Antoni Puigverd en La
Vanguardia (no pongo link porque es de pago).
La
esperanza es una construcción figurada, ilusoria, me gustaría que las cosas
fuesen como marcan mis deseos. La esperanza es individual y colectiva. Vive en
el futuro pero mama del presente la leche que ha brotado de los manantiales del
pasado. A su vez es el nutriente fundamental del arma más poderosa del ser
humano: el miedo. El ciudadano no duerme tranquilo pensando que le serrarán las
patas de la cama y se las venderán a precio de saldo. No se comerá a gusto el
bocadillo del desayuno porque sospecha que como siga al mismo ritmo el
desmantelamiento económico en breve solo podrá vivir de la sopa boba. Ni
siquiera podrá pagar su entierro, acabará en una fosa común. La única forma de
controlar el miedo es hartarse de fútbol, de telebasura y de wattsapeo. La anestesia
es efectiva para trampear pero el cáncer sigue avanzando inexorablemente por
entre las vísceras de los conscientes.
El
miedo puede hervir a la temperatura más sublime si se traslada al futuro de
nuestros hijos. Después de haber vivido por encima de tus posibilidades (casa
adosada, coche de lujo, vacaciones en el Caribe), ahora eres incapaz de
mantener a tus sucesores, semejante losa en
el pecho no la levanta ni King-Kong. Nos mean en la boca, nos cagan
en los ojos y la esperanza de no perder lo poco que tenemos sigue demorando el
día de la revolución. ¿Podemos caer más bajo? Of course. Los esbirros del miedo nos dejan mensajitos en el buzón de entrada: si no soliviantáis al ogro os dejará vivir
en una cueva con un miligramo de esperanza como chusco de subsistencia. Gracias,
amo, muchas gracias. Y para qué nos sirve la esperanza sin dignidad. Para
engendrar más miedo, inútil, para qué preguntas lo que ya sabes.
La esperanza ha vuelto a cotizar alto en los mercados de carroñeros que firman cheques sin fondo. La independencia, esa gran ilusión; los brotes verdes, esa gran mentira; el cielo y el infierno, la eterna falsedad. Y el refranero traidor trabajando para el enemigo. La esperanza es lo último que se pierde, perfecto, el miedo morirá el último.
Todo el tiempo que tardemos en afiliarnos a la secta de Isabella d'Este será el que marcará la magnitud de la tragedia.
La esperanza ha vuelto a cotizar alto en los mercados de carroñeros que firman cheques sin fondo. La independencia, esa gran ilusión; los brotes verdes, esa gran mentira; el cielo y el infierno, la eterna falsedad. Y el refranero traidor trabajando para el enemigo. La esperanza es lo último que se pierde, perfecto, el miedo morirá el último.
Todo el tiempo que tardemos en afiliarnos a la secta de Isabella d'Este será el que marcará la magnitud de la tragedia.
Hola Jordi.
ResponEliminaSoy yo, otra vez!
No he logrado comprende muy bien, lo que quieres transmitir con este post.
¿ La ilusió no es nada más que una
falsa?
Lo último que se pierde es la esperanza o en verdad es el miedo...éste siempre prevalece.
Si uno esta permanente anestesiado, nunca se da cuenta que algo va mal...a los de arriba, no les interesa!
Esperando tu respuesta/explicación, me despido de ti.
Te deseo una feliz semana.
La esperanza es un freno de mano que impide saltar la amplitud de energía que llevamos dentro. La esperanza propaga el miedo. Hagamos y no esperemos ni cambios ni nada. Hagamos lo que nos mande nuestro convencimiento (nuestros valores, temperamento....). Saludos.
EliminaMuy sabías palabras
EliminaNec spe nec metu. Felipe II, divisa personal desde su juventud.
ResponEliminaBonita frase.
Felicidades por el artículo, una reflexión muy actual y necesaria.
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