Desde
que el mundo es mundo, arriba los que tienen posibles y abajo los que no. Y sin
rechistar. Pero creo que no es necesario el regodeo. Que nos pisoteen y además
nos obliguen a sonreír, que nos peguen patadas en los cataplines y además nos exijan
entender que era lo único que se podía hacer.
Recuerdo a nuestro reyezuelo (ya le he perdido todo respeto) en el caduco mensaje de Navidad balbuceando absurdidades: “Todos los españoles somos iguales ante la
ley”. La sentencia sale de la boca del único español al que no se le pueden
perseguir los pecados (como buen Borbón peca con avaricia). Ya sabemos que los
Reyes son los padres y que él le pone los juguetes a sus criaturas. Ya sabemos que
si su yerno no fuese su yerno ya llevaba varios años contando los barrotes de
la cárcel. Ya sabemos que Urdan y su profe Torres (no confundirme)
hicieron a escote el desfalco y que luego el principito quiso escaquearse y
endosarle el muerto al plebeyo. Ya sabemos que la santita infanta ponía el cazo
para utilizar los fondos de Aizoon aunque no se enteraba un pijo de lo que allí
se cocía, para qué, si corrían los billetes a porrillo. Ya sabemos que le abrieron las arcas valencianas y baleares al espigado malandrín y que nadie lo podrá probar.
El
recochineo viene cuando nos quieren vender que están pasando un calvario
injusto (empobrecimiento) y en las páginas de la prensa rosa nos encontramos a
los dos pimpollos viviendo a todo tren en lugares apartados del mundanal ruido.
El recochineo sigue cuando salta a la luz el escándalo de las propiedades a
nombre de la infanta y el Fraguel Montoro se esfuerza en vendernos que es un
error sin importancia en el que están implicados estamentos tan sensibles como
Hacienda y notarios varios. Y nos siguen recochineando cuando nos enteramos que
el amante de Corinna (aunque ella afirme que ya no se le levanta) le concedió
un préstamo a su hijita para que se comprara un palacete en Pedralbes. Y
mientras, los españolitos de a pie, los súbditos del campechano, los desahucian
cada día y no viene el papa con corona a salvarlos. Y se nos siguen
recochineando cuando el Fiscal General del Estado sale a la palestra para
condicionar al juez Castro y afirma impertérrito y sin vergüenza torera que no hay motivo alguno para
imputar a una tipa que tenía una Visa Oro (y le daba tralla) de una empresa que
obtenía fondos de forma fraudulenta. Ah, qué menudencia, que al Fiscalito lo
nombra y lo cesa el papa de la que se fundía la Visa. Y nos siguen
recochineando cuando nos enteramos que su Majestad se opera de la cadera mal
puesta por el noviete de la infanta (sí, la otra, la que le llevó el melón) en una
clínica privada sin ni siquiera guardar la compostura y hacer el gesto
populista (campechano) de operarse en la pública para dar ejemplo y compartir
una rajita (mal pensados) de melón con el vecino de la cama de al lado y con
sus familiares. Y para más inri del recochineo patrio se monta un circo con el
rollo de la ley de transparencia y la única institución que no es posible saber
en qué gasta sus dineros es la monarquía. Y en el paroxismo del recontrarecochineo los paganos estafados aplauden a los miembros de la familia real cuando se suben en un yate
mientras ellos no tienen para comer. Ay, perdón, que se me olvidaba que todavía queda un escalón de recochineo, han vendido el yate para ser solidarios con las penurias del populacho.
¡Viva
el Rey!
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