A mí me gusta fijarme en los tipos innovadores, especialmente en el selecto grupo de los que se forran (pueden ensañarse
llamándome materialista). Ferran Adrià me parece un espécimen perfecto. Sorprendente
trayectoria la de este fregaplatos del Hotel Playafels de Castelldefels que en
trece años se encaramó a la portada del suplemento dominical del prestigioso
The New York Times y que se ha convertido en un gurú de la gastronomía y de la
sacrosanta creatividad. Tanto es así que Telefónica (pasta gansa) le ha puesto
un chiringuito para que audite la creatividad. “Hay que montar un pollo
tridimensional”, es uno de los proyectos en que quiere embarcarse este cocinero
de dicción difusa.
Una de sus grandes aportaciones a la gastronomía ha
sido la deconstrucción. Supongo que sustentada en la filosófica (Heidegger o
Derrida) y vinculada a los movimientos arquitectónicos de los 80, este
habilidoso creador llevó el concepto a los fogones. El proceso pasaba por
aislar los ingredientes de un plato para reconstruirlos de una manera inusual
utilizando técnicas como la esferificación o las espumas intentando mantener el sabor
pero con una textura y un aspecto diferentes.
Mis habilidades culinarias son más bien escasas
pero me propongo transportar sus enseñanzas innovadoras al campo del
pensamiento ácido. Y más concretamente al análisis de esa droga blanda y legal
que es la publicidad. Las empresas no se conforman con mostrar el producto en
el escaparate (sea tele, internet o vallas), es necesario pescar el deseo con un
anzuelo poderoso que se vincule a la esencia del producto.
Un seguro de coches habitualmente se ha presentado
acompañado de una ensalada de accidentes y desperfectos varios. Usted necesita
comerse ese plato para no tener problemas. Simple. Allianz ha seguido el proceso
de Adrià para conseguir un plato más impactante a través de la deconstrucción
de ingredientes. Fútbol (pasión), hijo (obligación), transporte (necesidad).
Dice sin rubor el protagonista del anuncio. Un
consejo: Un padre NUNCA puede fallar a un hijo. Un coche TAMPOCO. Se acaba
los cuarenta segundos preceptivos dibujando la seriedad del producto y si no
hay contratiempos cualquier padre de bien tiene que firmar con esta compañía
aseguradora si no quiere ser tildado de egoísta o irresponsable.
La filosofía subyacente al plato cocinado por
Allianz tira para atrás. Vayan probándolo poco a poco y encontrarán sabores
potentes que explican cómo estamos. Yo ando desconcertado, mi padre no me
llevaba al fútbol porque curraba como un cosaco. ¿Me falló, verdad?
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