dimecres, 8 de gener del 2014

CUCOS



Mosquean ciertas declaraciones reiterativas de nuestra clase política. A la que se conoce la imputación de uno de los suyos (incluyo a la infanta) salen al ruedo mediático como los cucos lo hacen de la casita de los relojes de pared. Un par de horas después de conocer la noticia ya canturrean la frasecita de marras: Seremos respetuosos con las decisiones judiciales. No se quedan ahí, siguen cacareando. No nos pronunciaremos hasta que no exista una sentencia firme. ¡Qué elegantes! ¡Qué democráticos! Y en el colmo del paroxismo hipócrita cuando los investigados son ellos vocean a los cuatro vientos: Colaboraremos con la justicia como lo hemos hecho siempre. Los eufemismos sustituyen la higiénica costumbre de asumir responsabilidades y de conjugar el verbo dimitir en primera persona y en presente. Me tiene harta la elegancia postiza que sirve para tapar toneladas de indignidades y de delitos. Me hastía la pasarela de tópicos de unos mediocres sin imaginación que salen a la palestra para decir obviedades en lugar de callar por vergüenza torera. Me sigue doliendo que esos farfollas se crean que nos chupamos el dedo y que si no lo hacemos tampoco somos los suficientemente peligrosos como para corregir sus desmanes.


Haré un breve recordatorio. Garzón KO por escuchas ilegales a los Gürtel. Silva sancionado por meter en la cárcel al banquero y amigo del marchante de arte JoseMari. Castro atosigado por el fiscal por imputar a quien no debe. Bermúdez escapando de las cuchilladas de los enemigos. Pedraz justificándose en twitter ante el PP. Alaya acusada de lenta y prevaricadora por los que dejaron llenar los maletines sindicales de billetes de 500. Ruz cuestionado por ser blandengue con la contabilidad B. Yo creo que va urgiendo una nueva ley, de esas que hace los peperos con indisimulada altanería, al estilo de la LOMCE, de la del aborto o la de seguridad ciudadana. Hay que destituir a los jueces que investigan demasiado, cuanto antes, por la vía judicial o por la militar, pero lo que no se puede tolerar es ese celo profesional exacerbado. Los tienen a todos cabreados, de la monarquía inmaculada e impoluta hasta los beneficiarios de los sobresueldos, de los sindicalistas traidores a la banca más preferente. Suerte tienen toda esta panda de mangantes de que además de ciega, la señá Justi, está coja porque los nuevos inspectores de Hacienda del gusto de los cucos le esconden los informes en los sótanos oscuros o las brigadas policiales del régimen avisan a los informáticos para que borren discos duros o a los bedeles testaferros para que quemen los papeles peligrosos.
Quién nos iba a decir que los jueces iban a estar más a la altura de las circunstancias que los propios ciudadanos.

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