Para captar la atención del alumnado no hay
nada como una buena provocación. Con tanto clásico (Barça-Madrid), Gandía Shore
(investiguen y verán qué lindeza de programa) y el martilleante Wasap, no es
nada fácil que uno pueda meter una cuñita de su saber.
Un buen profe tiene que alimentar todas las
bocas. Por eso en este post le daremos un poco de vidilla a los nostálgicos
del Generalísimo, adoradores del orden y de la disciplina. El tema de hoy es:
LOS PASILLOS.
¡No me empujes! Un malcarado de segundo de ESO
me suelta el exabrupto porque se me ocurre colocarle la mano en la espalda para
que no impacte contra mi café. Antes había sorteado a dos amantes de Teruel que
se estaban dando filete en medio del pasillo, no en un recoveco oscuro ni en un
ángulo muerto, en medio del pasillo, las lenguas se entrelazaban a escasos
centímetros de mi café y yo como un voyeur esperando que me levantasen la
barrera del paso a nivel. Metros antes había esquivado con habilidad una bola
de papel de plata que salió disparada de la mano de un individuo que nunca
reconocerá su culpabilidad (aprendiz de Bárcenas). Antes driblé con agilidad
felina a un par de mozuelos que se perseguían como llevados por el demonio sin calibrar ningún tipo de riesgo para los humildes transeúntes. Antes tuve que vigilar con las
manos salerosas de dos chiquitas que bailaban el Gagnan Style como siempre, en
medio del pasillo.
¿Vivíamos o no vivíamos mejor con Franco? Los
pasillos eran un lugar sagrado, desfilábamos por ellos en silencio (lloro de
nostalgia aunque no podáis verlo). Deseábamos buenos días a nuestros profesores
(aunque fuese por obligación). No se nos ocurría por nada del mundo darle un
beso a ninguna/o si no queríamos sufrir el escarnio público más brutal. No
entraba en nuestro imaginario poder encararnos con un profesor, al contrario, le
abríamos paso como si del mismísimo Papa de Roma se tratase y en el colmo de la
veneración le llamábamos de usted.
Cuarenta años nos separan de tan idílica
situación. Pero tenemos democracia y libertad. Ni que sea una democracia
trucada y una libertad con pinta de libertinaje. Y nuestros pasillos se parecen
cada vez más a los de los college americanos que yo miraba con envidia en las
series de televisión de mi infancia. Los alumnos estaban todo el día sacando
cosas de las taquillas, es más, siempre sospeché que aquellos alumnos pasaban
más tiempo en los pasillos que en clase.
Estamos suspendidos todos, ¿verdad? No seamos
benévolos.
Buen artículo. Pues ni tanto ni tan calvo... en el punto medio estará la virtud. No quiero dictaduras pero tampoco libertinaje. Un saludo y felicidades por el Blog.
ResponEliminaEl término medio es casi incompatible con los adolescentes, les gustan los extremos, y eso dificulta la convivencia, pero hay entramos los adultos a poner las normas y a buscar el centro del péndulo. Gracias por tu comentario.
EliminaJordi, no soy docente, pero los admiro por todo lo que tienen que lidiar en estas épocas, en España, en Argentina y en todo el mundo.
ResponEliminaMe he visto todas las versiones de "Al maestro con cariño" y todas aquellas pelis que tratan de esos profesores que se juegan contra un sistema educacional caduco y enfrentan a educandos cada vez más salvajes.
Y siempre me emociono y quiero creer que eso pasa en muchos lados, en muchas escuelas. Pero cuánto trabajo para rescatar sólo a unos pocos; los docentes tendrían que vivir sólo para eso.
Y tenerle miedo a los maestros, como nos pasó a los de mi generación, tampoco sirve. El autoritarismo como método de disciplina no
sirve... Tampoco sirve esta cosa permisiva de hoy, porque no hay que vulnerar los derechos de los alumnos, o porque viene un padre colérico y les da un palo por la cabeza si le ponen una nota baja o lo amonestan.
Son tiempos difíciles, de transición. Espero.
Un gran saludo.
Mirella, el autoritarismo acaba cediendo, obedeces mientras el ejército (profes, padres, polis...) están delante, a la que te giras te la clavaré. La autoridad (que nace del ejemplo y de la sensatez) es necesaria para poder respetar los derechos de todos.
EliminaTienes razón, es apasionante educar en tiempos convulsos, hay que cuestionárselo todo y lo que se aprende es altamente significativo. Gracias por la lectura y el comentario. Un saludo.
Yo creo que en vuestro gremio no vendría mal un poco de paco, pues algunos andan súbditos y confunden la velocidad con el tocino jeje además como continuemos así con ese gobierno quizás no haga falta recordar,...
ResponEliminaBuen post.
Un saludo.
Elperroverde
Que no llegue la sangre al río...
EliminaSoy alumno, y habitante del "pasillo". Y es cierto, el pasillo que describes se da en mi instituto, y de hecho, he de admitir, que alguna vez que otra he sido el que deja deslizar su papel de plata, pero nada de que ver con lo otro. Todo eso tiene un nombre , falta de educación y de respeto. Hemos pasado de que el profesor te diese un reglazo en la mano, a que el alumno poco y más que haya que hacerle reverencias... Y ojo, repito, soy alumno. Pero me doy de esas cosas.. Porque es una vergüenza que éesté en 2 De Bachillerato, y los cuatro, que digo cuatro, los 10 tontos de la punta a tras no dejen dar clase, que esos niños han pasado la ESO, que Bachillerato no es obligatorio, qie pintan ahí? Y mis amigos y yo hemos tenido charlas con nuestros profesores y se quejan de eso.. Que los niños pasan de la ESO sin saber hacer nada, bueno, remarcare, hay niñod que pasan sin saber mada... Simplemente le pasan de curso por oa ley... Y aprende el que puede... Y no sigo porque es tarde y ha quedado un poco bastante largo...Pero es que lo que pasa en las aulas sólo lo saben los profesores, y pretenden los los de "arriba" que un político sepa lo que es mejor, sin nisiquiera preguntarles.
ResponEliminaGracias por testificar a mi favor,jajajaja... Un saludo.
EliminaMi instituto era exactamente así aunque yo no he contribuido a la causa en ese aspecto, yo he sido una alumna mucho más prudente y no me he comportado de forma tan descarada y salvaje.
ResponEliminaEl pasillo se ha convertido en una locura. Tanto es así que los profesores se han hartado, y lejos de poder solucionarlo, han optado por la evitación del problema: han acabado por poner una barrera a la entrada del pasillo que da a la sala de profesores, para no dejar que los alumnos pasen sin consentimiento y compañía de los conserjes. Eso y poner una máquina de café dentro de la sala para no tener que sobrevivir a la odisea de ir a la cantina y llegar con el café intacto.
Un abrazo, Jordi.
A grandes males, grandes remedios, pero los problemas del respeto se tienen que solucionar con más paciencia y más educación. Un saludo.
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