dijous, 16 de gener del 2014

LAS RAÍCES SON IMPORTANTES



Sor María, una monja entronizada por ocuparse de los pobres del Tercer Mundo, se alimenta solo de raíces. Alega en una escena digna del más histriónico Almodóvar que lo hace porque son importantes. La mística centenaria se aloja en las antípodas de los personajes decadentes que expone Paolo Sorrentino en su última película La gran belleza. El envejecimiento, el paso del tiempo, el uso de una herramienta llamada vida, el exceso y el defecto, el amor y la amistad, todo está mezclado con evidente (y agridulce) sensibilidad en una extensa película. Una pizza romana con una textura muy recomendable.
Y se nos muere Juan Gelman. Yo no lo he leído lo suficiente, llegué a la poesía demasiado tarde, pero ayer cuando me enteré de la noticia algo se me desgarró por dentro. Casi imperceptible. Nada que tuviera que ver con el duro raciocinio literario o con emociones surgidas de sus poesías. Noté movimientos sísmicos en mis raíces. Desde la copa del árbol se desprendían hojas marchitas, bandidos con corbata soplaban vientos canallas debatiendo sobre la trascedencia del paseíllo de la infanta o del encuentro entre Rajoy y Obama. Nimiedades perversas. Y Juan Gelman ya no está. Se zarandean mis raíces con el poeta que padeció el desarraigo.Qué movimientos sísmicos más inexplicables. Me consta que combatió las miserias de este mundo con la ironía, me entronco a él con ese látigo que ofende a los poderosos porque muchas veces no alcanzan a entenderlo, su prepotencia les impide descubrir las heridas hasta que no sangran. Juan Gelman ha abandonado su cuerpo maltrecho pero se ha quedado para combatir contra el olvido, le arrebataron a su hijo y le devolvieron a una nieta después de perseguirla hasta la extenuación, dicen que era el poeta de los ojos tristes. Qué menos. Ahora le ofrecen tres días de luto patrio, herederos de los que le concedieron años de hiel. 


Intento rememorar el último momento del poeta, encarado a la muerte, lo imagino rasgando la uniformidad del papel en blanco con oficio ético, arropado por una integridad admirable. Cadavérico y exhausto, con respiración dificultosa, depositando con cuidado las palabras en un recipiente eterno. Qué inútil todo para este mundo cobarde, que acto más heroico para mis raíces. Verdad es se titula. Sobran las palabras, vuelvan los silencios.
Cada día
me acerco más a mi esqueleto.
Se está asomando con razón.
Lo metí en buenas y en feas sin preguntarle nada,
él siempre preguntándome, sin ver
cómo era la dicha o la desdicha,
sin quejarse, sin
distancias efímeras de mí.
Ahora que otea casi
el aire alrededor,
qué pensará la clavícula rota,
joya espléndida, rodillas
que arrastré sobre piedras
entre perdones falsos, etcétera.
Esqueleto saqueado, pronto
no estorbará tu vista ninguna veleidad.
Aguantarás el universo desnudo.

2 comentaris:

  1. No lo conocía, lamento mi ignorancia y me felicito por entrar en tu blog y poder leer su poema, gracias.
    Un besote.

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