No
sé si están ustedes informados, imagino que no, seguro que andan con las cuitas
de la madre de la Campanario o con los goles de Messi, pero según un segurata
del Príncipe, la Constitución (sí, sí, la sacrosanta) prohíbe hacerle preguntas
al heredero de nuestro Rey. Lo vi ayer en el documental El crepúsculo de un rey que ha elaborado Canal + Francia (vade retro)
sobre el hundimiento de la monarquía española. Los príncipes (el machote Felipe y
la estética Letizia) no aceptan preguntas, solo posan. Y cuando alguna
moscardona gabacha (fuera de control porque los medios españoles ya están
docilizados) se le ocurre requerir su opinión sobre el tema Urdangarín la
respuesta es el arrinconamiento barriobajero en una sala oscura para recordarle
a la insolente enemiga un artículo inexistente de la Constitución. La Carta
Magna (eufemismo galopante) es papel mojado pero sirve como escudo para todos
los descosidos. La mentirijilla del segurata es el paradigma de nuestra
sociedad, llevamos decenas de mentiras en el bolsillo y las vamos sacando a
flote a medida que las vamos necesitando. Unas son propias, intrínsecas, otras
adquiridas en bazares mediáticos. Si el que miente es un presidente del
gobierno no tiene cien años de perdón. En el mismo documental pueden contemplar
(yo con dolor de mi corazón rojo y una presión en los testículos casi
insoportable) como el baboso Zapatero explica la importancia de Juan Carlos I
en la historia reciente de España. No se la pierdan, las mentiras son de tan mala calidad que se pudren al salir de su boca.
Más
mentiras en el otro bando. El otro día escuchaba atentamente al economista Niño
Becerra en el canal 24H de TVE. La periodista le preguntaba sobre la rajoyista
mejora de la economía española, frunció el ceño y explicó que con el 27% de la
población en paro el optimismo sobraba. La periodista esgrimió la subida de la
bolsa y la bajada de la prima de riesgo. El economista explicó la nula
influencia de ambas variables sobre la vida económica de los españolitos de a
pie (no de los especuladores y otros mafiosos). La periodista no resistía el
vendaval de pesimismo del entendido y cerró la entrevista confiando en que los
nubarrones que dibujaba Niño Becerra no descargaran sobre el secarral
hispano. La cara del experto fue todo un poema, de qué sirve que explique lo
que sé si al final es cuestión de buenos deseos por no soportar la dureza de la
triste realidad. Que les den debió pensar para sus adentros. El gobierno y sus
adláteres distribuyen las mentirijillas por los bolsillos de los insulsos para
que las saquen en la barra de la vida y paguen con su falta de raciocinio la
factura de la desoladora situación que vivimos.
Se
lo advierto, vayan vaciando sus bolsillos de mentiras o serán tan optimistas
como pobres y tontos.
Los eufemismos que nos rodean se rien a carcajadas cada vez que el optimismo nos ciega. Triste
ResponEliminaPero real... Buen año ácido y verdadero, amiga Goretti.
ResponEliminaPara estas cosas mi abuelo decía: "Jo pense, jo crec i m'han dit, tot mentira" (Yo pienso, yo creo y me han dicho, todo mentira). Y se me quedó grabado a fuego. Fue como una vacuna contra los fanatismos y las "verdades" de algunos. No hay nada que no se pueda debatir ni cuestionar. O sí habrá algo, ¿quién lo sabe?
ResponEliminaEl cuestionamiento absoluto, la duda, la curiosidad. Hay que ponerlas en la maleta para el viaje por la dignidad. Un saludo y bienretornada.
ResponEliminaCierto, lo más bochornoso del documental, la inefable actuación sin gracia del desgraciado Zapatero. Por culpa de gente como él, sigue la Casa Real riéndose de la otra gente, la decente.
ResponEliminaSin entrar en el fondo (vomitivos argumentos), la forma en que se expresa es lamentable, impropia de alguien que ocupa semejante cargazo. Un saludo, Javier. Y sigue con ese libro tan intrigante del que esperamos noticias inminentes.
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