Me han obligado a renunciar al silencio. Pensaba
recargar pilas estas vacaciones (de maestro) y dejar un tiempo para que las
palabras sembradas durante el barbecho de la laica semana santa fueran floreciendo primaverales en nuevas
reflexiones. No me han dejado. Y me encuentro frente al ordenador henchido de
orgullo, los Maestros han dejado el ruido para empezar un diálogo fructífero.
No me enrollaré demasiado, cuando hablan los poetas hay que echarse a un lado y
dejarse impregnar de su verdad.
Estaba hastiado de escuchar sandeces por los dos
bandos. Rajoy, Sorayita, la insultante zafiedad de la Cospedal o las voces
sumisas de los ministros del régimen. El escepticismo europeo, las bravuconadas
medidas de Mas, los chascarrillos de Homs, Junqueras y su hipocresía de manual,
el bonachón Duran y los seguidistas tevetresianos que hablaban de independencia
como quien habla de una tapa de bravas. Mis oídos y mi corta inteligencia se
estaban resintiendo de tanta mediocridad.
Fue leer ayer, perdón, que me leyeran, (qué suerte
tengo de disfrutar de ese placer que me proporciona mi pareja poeta) las palabras de García Montero dirigidas a Joan Margarit para sentir la esperanza.
Me había dejado llevar por la desesperación de un final intencionadamente
sórdido. Ha sido escuchar (mi pareja ponía otra vez voz al mejor Margarit) la respuesta del poeta catalán y volver a notar que se engorda la esperanza.
La independencia no es un tema exclusivamente político por mucho
que así lo quieran representar los politiquillos profesionales de medio pelo que no nos
representan. Esto va mucho más allá. Cuántas veces han escuchado la palabra diálogo pronunciada sin respeto por ambos bandos. No quieren dialogar, quieren ganar, quieren imponer, no quieren escuchar para no tener la obligación de pensar. Se necesita gente con altas miras para interpretar
la compleja realidad y para salir de un atolladero que requiere más la sensibilidad de los poetas que la inoperancia testaruda de los tecnócratas.
Vuelvo a mi retiro espiritual (no sufran, no
pienso pisar ni una procesión) pero no sin antes recomendarles la lectura
sosegada de las dos argumentaciones. Y luego, déjense los dogmas en la puerta y
cavilen por sí mismos. La subsistencia de la esperanza está en juego.
Lo has pintado de tal manera que aprovecharé mi descanso para leer (que mi pareja no pone voz, que suerte tienes) ambas argumentaciones.
ResponEliminaBuen retiro y un besote.
Vale la pena, ya me lo dirás.
Elimina