Uno es desconfiado de condición, no lo negaré, la
vida me ha hecho así podría utilizar para justificarme. Tal vez mi vicio es
otra cosa, es una cierta facilidad para detectar discontinuidades.
Jordi Pujol iba derechito a obtener un escaño en
la historia gloriosa de la nación catalana, un quítame allá esas pajas de unos
cientos de millones heredados no se sabe cuándo y administrados por no se sabe
quién y no declarados por no se sabe por qué parece condenarle al oprobio de
aquellos que le aplaudían a rabiar cuando erigían estatuas en su honor. ¡Desagradecidos! ¡Catalunya
no se merece esto!
Cerrada la puerta de
la gloria patria tendrá que conformarse con pasar como autor de frases célebres. Todos lo recordamos
con su entonación característica, extendida la mano, los ojos cerrados por su concentración y como quien deja caer una bolsa de basura dictaminaba: AIXÒ NO
TOCA. Equivalía a un no me toquéis los bemoles que hablaré cuando me dé la gana, es una estrategia prima
hermana del plasma de Rajoy, resumiendo, mando yo y obedecéis vosotros. Pujol no admitía regirse por los mandamientos de la actualidad o de la
curiosidad de sus gobernados como lo hacen los polítiquillos de cortos vuelos,
Jordi Pujol podía permitirse cual Von Karajan dirigir la orquesta y mandar
callar a los revoltosos que le picoteaban la tranquilidad.
Ya se sabe que cuando uno deja el cetro y lo cogen indignos sucesores (nadie ha dado la cara por el Dios catalán) y cuando el enemigo español achucha a los bancos
andorranos y suizos para que derramen unas gotas de cicuta, lo que eran
silencios se convierten en abucheos y en dos minutos en intolerables
exabruptos. Pero parece que se ha acabado la abstinencia verbal de Pujol y su
saga, ni rastro del celebérrimo AIXÒ NO TOCA, ahora, como aunados por la búsqueda de su verdad, religioamente (siempre) se pasean por la comisión de investigación y largan como
cosacos hasta altas horas de la madrugada. Si no conocíamos ni sus nombres, hemos tenido que tirar de archivo para saber sus ocupaciones y sus chanchullos. Pero como ARA SÍ TOCA acaparan titulares, la gran Ferrusola
a la cabeza, y generan controversias con humo y como diría la famosa vedette,
siguen en el candelabro. Hay quien dice que es vergonzoso, yo digo que es
sospechoso.
¿POR QUÉ AHORA SÍ QUE TOCA? Yo sospecho que son
muy conscientes de que no hay nada sólido que los inculpe, que no se pueda tapar
con una multa ridícula o una regularización forzosa, que no hay político de
nivel en Catalunya que los intimide, que los expertos que van a la comisión no
los entiende nadie o que hablan de situaciones ya prescritas.
Cuando alguien encuentre
un filón de los buenos, de los que hace pupita, ya verán ustedes (espero fervientemente que sea así)
como se vuelve a instaurar la omertá del això no toca.
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