Piensa mal y acertarás. Sabemos perfectamente que
los refranes ocultan una parte de verdad dentro de un vestido de tópico. Si
fuéramos pensando mal continuamente se nos acabarían las energías a media
mañana. En el caso que nos ocupa la cuestión es desprenderse de las emociones
que nos ha impuesto la manada y hacer funcionar el intelecto que es el padre de
la susceptibilidad. Obviamente, quien más pronto puede darle a la manivela son
los enemigos, ellos, desvinculados del poder emocional, pueden meter el dedo en
la yaga de forma certera. Pero tampoco es una receta mágica porque imbuidos por
sus ganas de hacer mal o perjudicar pueden apelar a emociones negativas que son
la doctrina de la contramanada.
Me explico. Wert (normalmente tan extemporáneo)
ofreció una de las claves para interpretar el caso del chaval que mató a un
profe el pasado lunes en Barcelona. Lo definió como un caso de violencia
escolar “extrema”. No creo que faltase a la verdad. El adjetivo interseccionaba
con lo expresado por la consellera Rigau, los datos así lo corroboraban. No ha
habido ningún caso de muerte de un profesor en las aulas españolas. El
calificativo de violencia escolar ya es harina de otro costal, ya es el mal
pensar, el inicio de la susceptibilidad. Lo excepcional es la muerte pero se
produce en un entorno de violencia. La manada no está todavía preparada para
aceptar que en los institutos hay un grado de violencia muy elevada, la manada
considera la educación como sagrada, es ascensor social (hasta hace poco), es
institución socializadora, es destino de todos los sobrantes que otras
instituciones no solucionan, es virgen y pura. La manada no puede aceptar que
los adolescentes (sus hijos) insulten, menosprecien, agredan a sus profesores
(la autoridad). Es una realidad prohibida. Por lo tanto hay que ocultar la
punta del iceberg (la muerte del profesor) en una aureola de inevitabilidad y
de excepcionalidad. La manada puede dormir tranquila, el sistema educativo es
sólido, sigue vigente, no tiene grietas ni aluminosis. En el fondo porque es un
espejo de toda la sociedad y si se resquebrajase sería un desastre para la
manada. Igual que la sociedad, la educación y sus instituciones están en un
período de crisis profunda y hay que ir ofreciendo mutaciones para que siga
siendo un baluarte de la manada.
La susceptibilidad es humo si no se acompaña de
datos o de constataciones fehacientes. No encontré (después de un día de
investigación cibernética) datos oficiales sobre violencia escolar. Los
capitostes del negocio hablan sin datos (¿les suena?). La única base estadística
que he encontrado es la del defensor del profesor del sindicato ANPE. Desde
2005 que iniciaron el proyecto han recibido 25.000 llamadas de docentes, casi
10 por día. El 27 por ciento de los profesores que atendieron durante el curso
pasado aseguraban padecer faltas de respeto de los
estudiantes; el 16 por ciento, acoso
y amenazas; el 14 por ciento insultos; y el 7 por ciento agresiones.
Cuando el río suena, agua lleva.
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