Un piloto desequilibrado estampa un avión contra
una montaña y deja 150 víctimas inocentes por el camino, el hecho conmociona al
universo informado y de inmediato se toman medidas para tranquilizar a los
futuribles viajeros. Demasiados intereses en juego. A partir de ahora siempre
permanecerán dos miembros de la tripulación en cabina y se revisarán todos los protocolos que han fallado.
Ha sido una lamentable tragedia que no se puede volver a repetir. Los
periodistas rápidamente tiran de archivo para tranquilizar a la opinión
pública, por mucho impacto que generen los accidentes aéreos se han reducido
ostensiblemente en los últimos años. Nada que temer, en cuatro días la gente
cogerá un avión con toda normalidad.
Durante toda la semana Santa nos han sobresaltado
noticias que hablaban de muertes de mujeres. En diferentes circunstancias, en
variados lugares pero con el común denominador de que los presuntos asesinos
eran hombres y el móvil del crimen se encuadraba en el misterioso epígrafe de
las cuestiones sentimentales. Minúsculas tragedias particulares que se asimilan
muy bien por la opinión pública. No hay respuesta (y me temo que no la habrá),
las muertes acumuladas a lo largo de los tres últimos años por violencia de
género en España equivalen a las del avión siniestrado pero yo no he escuchado
que se vayan a tomar medidas para que no se produzcan más. Una inacción muy
sospechosa. Una tragedia asumible, no violenta a los espectadores lo suficiente como para remover cielo
y tierra con el fin de que se evite la siguiente. Somos avestruces que escondemos la
cabeza debajo del ala esperando lo (in)evitable.
Los dirigentes políticos de todos los estados implicados en la tragedia (anormal) aérea afirman que destinaran todos los recursos necesarios a las víctimas. Las víctimas de la tragedia (normal) de las mujeres que mueren por serlo y por no obedecer los dictados del patriarcado más cavernícola-violento no merecen una línea de apoyo, pueden seguir muriendo como hasta ahora que no hay nada previsto. Perdón, sí que hay algo que está previsto, que no dejarán de morir porque el sustrato en el que crecen los machitos propietarios del amor es el mismo que abonó el cuchillo que se clavó ayer o las manos que ahogarán mañana. Revisen las encuestas entre adolescentes sobre temas de género y reconocerán sin problema la magnitud de la tragedia normal.
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Regina José Galindo |
Los dirigentes políticos de todos los estados implicados en la tragedia (anormal) aérea afirman que destinaran todos los recursos necesarios a las víctimas. Las víctimas de la tragedia (normal) de las mujeres que mueren por serlo y por no obedecer los dictados del patriarcado más cavernícola-violento no merecen una línea de apoyo, pueden seguir muriendo como hasta ahora que no hay nada previsto. Perdón, sí que hay algo que está previsto, que no dejarán de morir porque el sustrato en el que crecen los machitos propietarios del amor es el mismo que abonó el cuchillo que se clavó ayer o las manos que ahogarán mañana. Revisen las encuestas entre adolescentes sobre temas de género y reconocerán sin problema la magnitud de la tragedia normal.
Todas la mujeres (ninguna está exenta de ser el
blanco de las iras de un desalmado que no acepta el final de las relaciones),
hombres que no se resignan a las tragedias normales y que no quieren disfrutar
de privilegios de un patriarcado manchado de sangre, madres que pueden perder a
sus hijas, padres que no quieren a hijos promotores de tragedias, es obligatorio
que ganemos peso específico en la sociedad, podemos ser más poderosas y
poderosos que las compañías aéreas, dejemos de lamentarnos y dobleguemos lo
previsible. No es solo cuestión de presupuestos, es cuestión de resultados. No
le podemos cargar el mochuelo a la educación o a la publicidad o a la historia. Ha llegado el momento de meter el bisturí y cortar de raíz cualquier acto que huela a violencia de
género. Sí, el olor hay que erradicarlo. Ese jovencito barbilampiño que se permite sugerirle (ironía negra) a su novia
que no se ponga la falda tan corta, el que tilda de puta a la que se atreve a disfrutar
de su sexo sin dar explicaciones a nadie. El primero comete un atentado a la libertad individual,
el segundo insulta gravemente. La ley mordaza que es tan susceptible con la protesta debe serlo igual con el olor a tragedia. Estos delitos no pueden acabar en un fíjate tú, prefiero un como lo vuelvas a hacer pringas.
Llevas razón, amigo.
ResponEliminaAbrazos
Tristemente.
ResponEliminaEl terrorismo doméstico provoca víctimas de segunda categoría. Son muertes que con cinco minutos de silencio o una velita cada año en fechas señaladas dejan de estar sobre la conciencia de todos nosotros y de nuestros gobernantes.
ResponEliminaMás recursos destinados a combatir esta lacra social y bastante mejor empleados.Siempre pediremos lo mismo, y nunca nos escucharan, somos ciudadanas de segunda clase.
Gracias por este post.
No me resigno.
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