dilluns, 28 d’abril del 2014

A QUE LA PONGO EN ESPERA



Este sábado en una tienda Movistar resucitó Mariano José de Larra y su célebre artículo Vuelva usted mañana. El famoso escritor romántico lo publicó en El pobrecito Hablador el 14 de enero de 1833. Yo doy fe del milagro en versión 2.0. en este posmoderno 2014.
El protagonista del relato del sucesor del incisivo Quevedo, Monsieur Sans-Délai, pisa Madrid para reclamar unas propiedades, presentar unos negocios y visitar la ciudad. Se propone hacerlo en quince días, Fígaro (pseudónimo de Larra), que conoce el percal y el carácter indolente y picaresco de los españoles, le advierte que será imposible y le augura que tardará meses en conseguir lo que se propone. Efectivamente, en seis meses de trasiego por ventanillas y funcionarios varios el único rédito que obtuvo San-Délai fue la repetición hasta la saciedad del emblemático Vuelva usted mañana.
Yo solo quería darme de baja de una línea telefónica de la insigne compañía telefónica Movistar. En tiempos cibernéticos de fibra óptica (y ladillas como apunta el Maestro Sabina) imaginaba que todo se reduciría a un clic en una casilla de un formulario. Lo mínimo en una compañía que vende comunicación. Incauta reencarnación la mía en Sans-Délai. 
Marqué confiado el 2004, me preguntaron dos datos para ubicarme en sus archivos y me pusieron en espera. Diez minutos. Quince minutos, In eternum la tercera vez. Mi pareja disparó a la diana de la desidia. Cuando me preguntaban el motivo de mi llamada, yo de forma inocente, respondía BAJA DE LÍNEA. Eso no le interesa a la compañía, por lo tanto, me dejaban colgado al teléfono hasta que por puro aburrimiento, desistiese. Probé con un eufemismo y la espera se redujo drásticamente. Pero mi calvario no cesó, me advirtieron que no me podían tramitar la baja (vuelva usted mañana) porque el titular era mi hija (otro chanchullo que tuve que hacer porque no había forma humana que me diesen de baja de la anterior) y no coincidía con el solicitante. ¿Tiene solución? Me enviaron a una tienda donde debería firmar el desistimiento y entregar el preciado router. 


El sábado, después de recorrer 50 kilómetros de obediencia (desde mi actual domicilio a la ciudad del anterior, único punto de entrega según la magna compañía), de esperar una hora a que el dependiente (chico para todo) diese altas de Fusión, recargase y arreglase móviles de los cinco clientes que me precedían, me llevé un soberano guantazo nada más explicarle mis turbias intenciones (darme de baja). Imposible. ¡La reencarnación de Fígaro! Las tiendas no dan bajas. ¿Y por qué me mandaron allí? Silencio y un gramo de sensatez. Me explicó que las compañías telefónicas tienen un departamento de Bajas que es especialista en no darlas. Utilizan cualquier triquiñuela para cambiarte la línea por otra más cara o de forma descarada alargar una gestión que se podría hacer en un minuto y cobrarte un mes más de servicio. De buena fe se propuso el eficiente dependiente (ripio) a ayudarme llamando al ínclito 1004 suplantando mi identidad para intentar conseguir el imposible. Después de diez minutos de escuchar una música desesperante y que él aprovechó para atender dos clientes, se atrevió a cuestionarle a la teleoperadora el desmesurado tiempo de espera. En el colmo del cinismo, una voz pedantona le respondió que tan solo había sido de un minuto con cuarenta segundos. El dependiente había dejado el manos libres abierto y el ohhh en la tienda fue revelador. No entraré en detalles escabrosos pero con decirles que un dependiente experto como el que me tocó en suerte acabó insultando a gritos a la interlocutora de su compañía que con una verborrea extraída de cualquier púlpito o estrado parlamentario no cesaba de circunloquear con el fin de no llevar a cabo la dichosa baja, les estoy resumiendo quince minutos de batalla campal dialéctica. Mi pareja se puso al teléfono para conciliar (hacerse pasar por la titular) y acabar de una vez con el problema. Le fue imposible, la teleoperadora (productiva como nadie para los intereses de la compañía) consiguió sacarla de sus casillas también a ella. Apelaba a la buena educación y el respeto.¡Sans-Délai bendito! Y cuando el diálogo se volvía surrealista, sustituyó el mítico Vuelva usted mañana  por su versión más actual.

-          - ¡A QUE LA PONGO EN ESPERA!

2 comentaris:

  1. Aparte de reír, porque en mi casa llevamos tres meses de reclamaciones con Movistar, tengo que felicitar tu estado de ánimo porque consigues sacar una buena entrada de donde yo sólo he sacado "mala leche".. Pues a mi, además del tiempo perdido y de los km andados, me han enviado facturas " bastante" elevadas y se supone que ha sido debido a una mala interpretación de mi pareja de una conversación telefónica con un operador de dicha compañía.
    Pero vamos que ni oficina del consumidor ni nada de nada, lo siento por ti, jajajaja (perdona) espero que te lleven a tomar valium para evitar que cometas un disparate.
    Un besote.

    ResponElimina
    Respostes
    1. Ayer, después de media hora al teléfono, me dieron la baja. Tampoco supone nada, a lo mejor es el principio de una nueva odisea. Más madera para este blog. Besotes en espera.

      Elimina