A una mujer buena no le parten la mandíbula a los
15 años. Su maldad radica en querer pasar de ser un objeto (unas tetas, un culo
bonito, un amor seguro) a un ser humano dotado de capacidad de decisión. Se atrevió a dejar a su novio. Y eso está
visto en la sociedad falocrática y patriarcal como una ofensa de primer grado.
Un objeto no deja a su amo sin el consentimiento de éste. Faltaría plus. El
castigo es sumamente educativo y va cargado de ejemplaridad. A los hombres no se les puede abandonar sin
recibir un castigo. Los hombres tienen la última palabra.
La adolescente de 15 años reposa en el hospital,
los hechos sucedieron en Carcaixent y el adolescente boxeador tenía dos años
más que la víctima. La noticia está camuflada por debajo de la mentiras de Mas
o de Rajoy, de los crecimientos económicos gaseosos o de las gestas de los
adorados héroes del balón. No tienen más espacio porque es algo NORMAL. Cada
año mueren 70 mujeres, como dice Miguel Lorente (experto en violencia de
género), si fuesen taxistas o empresarios, la sociedad se escandalizaría y
buscaría desaforadamente una solución. Pero son mujeres, mujeres malas, algo
habrán hecho. Es una lástima, es una lacra, es una salvajada. Pónganle el
calificativo que quieran, pero al final todo forma parte del gran paisaje de la
normalidad, un paisaje que se hereda por los genes y que asegura el imperio del
mutante patriarcado.
Las mujeres más malas son las putas. Y lo son por
perversas y por pobres. No tienen aprecio por su cuerpo (objeto) que es la
regla que mide el valor de la mujer. Es el oficio más antiguo del mundo,
expresión que perpetua el negocio hasta la eternidad, quién puede erradicar
algo que viene de tan lejos. Ahora lo único que nos preocupa es que paguen el
21% de IVA.
Las mujeres son tan malas que es NORMAL que sean
violadas. Es lógico. Un 1% de europeos admiten que una falda demasiado corta,
una vida licenciosa, un escote pronunciado, una calle oscura, una actitud
presumiblemente descarada y provocadora puedan ser salvoconducto para bajarse la
bragueta y penetrar a la malvada. Pese a ser una agresión sexual poco tiene que
ver con el sexo, el execrable acto sirve
para reafirmar el cuestionado poder machito. Solo un 20% de malas denuncia, es
lógico, solo le ocurre a las mujeres malas, las buenas no hubiesen hecho nada
para ser violadas. En la atmósfera flota la culpa femenina. ¿Y si sucede en el
ámbito conyugal? Silencio. Aceptación. Mi marido nunca me ha puesto la mano
encima, pero claro, yo no le he dado motivos. Yo he sido buena. Y a las mujeres
buenas no les pasa nada.
Las víctimas de terrorismo doméstico son victimas de segunda clase.
ResponEliminaDia si y día también aparecen en los medios de comunicación muertes provocadas por la violencia de género,ocupan dos minutos y apenas si nos inmutamos ante la noticia. Estamos bastante más interesados en conocer las peripecias de estos gobernantes y demás rufianes.
Me gustan las chicas malas,soy una chica mala y me siento bien por ello.
Besos.
Es culpa de la normalidad. Nos hemos acostumbrado y ese el primer paso para legitimar el patriarcado. Besotes.
ResponEliminaSí, es culpa de la normalidad. Y va por modas. Cuando interesa, se convierte en noticia de primera plana. Cuando no, se habla de fútbol.
ResponEliminaYo no me considero mala ni buena. Soy una mujer. Y punto :-)