"Ya no sé si el mundo está al revés o soy yo el que está cabeza abajo"
Maestro Fito.
La radio me trae la prueba que necesitaba para
edificar un pequeño andamiaje. Una mujer (insisto en la palabra) de 29 años ha
solicitado una pensión de manutención a su padre. Por pedir que no quede que
diría aquel. 500 euritos del ala. El Juzgado de Primera Instancia e Instrucción
de Arcos de la Frontera de Cádiz (lo cito con tanto detalle para que los
zánganos y parásitos de todo el país acudan como abejas al panal) obliga al
padre a apoquinar. Ni se exclamen ni se desmayen, es una muestra de la realidad
subvertida que vivimos en estos tiempos volubles (líquidos que diría Bauman).
El País homenajea al Maestro Serrat por sus 50
años de brillante carrera profesional. Me sumerjo en una deliciosa entrevista
que le hizo Rosa Montero en los 90 con el título El vecino perfecto. Busco la realidad cabeza arriba. El Maestro relata que a la que juntó el suficiente dinerillo le propuso a su padre retirarlo del trabajo. Casi igual que la onubense de marras.
“Y a mi
padre le faltaron cinco minutos para ir a la Catalana de Gas y decir: “Chsss,
que mi hijo me retira”, él todo orgulloso. Y a veces a lo largo de la vida he
pensado que a mí me podía haber pasado cualquier cosa, y se hubiera quedado
tirado… Fíjate la fe que tenía mi padre en mí.”
Hay dos posturas frente a lo que los demás hacen
por nosotros, padres incluidos. La tiranía o el agradecimiento. Hay personas
que establecen la obligación como moneda de curso legal en las relaciones con sus allegados. Todo se
lo merecen per se. Exigen tributo y nunca tienen suficiente. Su altanería la
pagan con carencias en la caja de herramientas, dependen tanto de sus súbditos
que cuando éstos se liberan o son incapaces de pagarles los impuestos
prefijados, necesitan urgentemente dar un sablazo a otro suministrador de fondos o se abaten en la miseria. Son personajes insostenibles. La muchacha gaditana de 29
tacos es un ejemplo esplendoroso de emperadora inútil.
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EDUARDO ARROYO |
El agradecimiento es una fuente de inteligencia
emocional, activo fundamental para edificar personas independientes, eficientes
y sostenibles. Cada herramienta que reciben para su caja la valoran en su justa
medida y la cuidan, lo que han recibido no es a fondo perdido, es un útil que
debe revertir en otros que lo necesiten, el ciclo de la vida lo llaman.
Obviamente me refiero al agradecimiento profundo, del que se cuece dentro y que
no genera otro interés que expresar la suerte que se ha tenido. Nada que ver
con esos brindis al sol, esos gracias vacuos o esa adulación banal que mucha gente lleva
pegada en la boca y que es un sucedáneo de tiranía vestido de amabilidad
facilona.
Después de dirigir un trabajo de investigación a
dos alumnos de segundo de Bachillerato sobre el Futbol como negocio, después de
darles materiales para parar un carro, después de sufrir su desidia y sus
incumplimientos en el trabajo, encuentro que no merezco ni una línea de agradecimiento
en su trabajo. Puedo vivir con ese dolor, pero lo que no puedo soportar es que
hayan decidido conceder la categoría de sujeto agradecible a un ordenador. Lean
y no se desmayen.
Mi
agradecimiento para mi ordenador, verdadero coautor de este trabajo de
investigación. Siempre dispuesto a mis órdenes. Cuántas equivocaciones. Él
siempre ha estado ahí para detectarlas, ha esperado paciente y silencioso, la
orden correcta. Ha sido mi compañero de trabajo, horas y horas, días y días,
incansable, alguna noche calculando mientras yo dormía. Sin él este trabajo no
se hubiese ni podido imaginar.
¿Está la realidad subvertida? Raro, no digo diferente, digo raro.... (se acaba el post con Fito de fondo)
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