Cuando encuentro oro puro lo comparto con ustedes.
La suerte que tienen algunos filósofos es que son capaces de desentrañar lo que
para el común de los mortales se ofrece como una maraña irresoluble. Mi profesión es
domesticar adolescentes y hace mucho tiempo que compruebo que el género que
llega a mis manos ha mutado peligrosamente. Supongo que padres/madres y
ciudadanos en general también lo han detectado, pero lo hemos querido todos
tapar con justificaciones vagas de luchas intergeneracionales, con brindis a la
libertad (a nosotros nos educaron con la rectitud derivada del régimen
franquista) o con ataques desmesurados de amor que acaban en un proteccionismo
pernicioso. Cada uno ha utilizado la tecnología más conveniente para no ver lo que ve. La cuestión es que el
elefante ya no se puede hacer pasar por una hormiga y que las deficiencias
del género con el que se construirá el futuro social no aceptar que lo cubramos con una
liviana gasa blanca para que huela lo mínimo. Los estruendos de la nueva
epidemia larvada están reventando en lugares inesperados, dando síntomas inequívocos de cáncer, no vale un octalidón (por fomentar un poco la nostalgia). Hay que operar, es la hora
de meter el bisturí por el bien del paciente y de sus allegados, y también de los que lo sufrirán en el mundo si sigue contaminándolo todo de irresponsabilidad.
Podría ser una escabechina si detrás no
dispusieramos del diagnóstico ajustado. Cuando se tiene a Javier Gomá como oncólogo de cabecera poco hay que temer.
Veo insuperable su análisis de la enfermedad de moda:
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada