Cada vez se está poniendo más cara la motivación
en las aulas de la ESO. La tutoría suele ser un muerto que no hay quien lo
resucite, como a estos pelmazos con acné y móvil solo les interesa la manada es
muy difícil encontrar un eslabón de provecho al que puedan engancharse. Pero el
martes me superé, fue una cabriola de mucho riesgo que me salió fetén. Un orgasmo en vena. No saben ustedes del gustazo de ir
cogiendo uno por uno a mis tutorandos y clavándoles a quemarropa la sentencia.
Eres un imbécil. Y luego la pregunta: ¿Cuándo dejarás de ser imbécil? Suerte que me conocen porque la criatura
adolescente que ya de por sí es altanera y poca dada a la ironía es capaz de
cortar cuellos a la primera provocación. Los míos entendieron que había trastienda
en mis palabras.
La culpa la tuvo mi hermano que me regaló la
etimología de la palabra. In (sin) baculum (bastón). Quién no tiene gayata
propia en la que apoyarse tiene la necesidad de utilizar como muleta a todo
bicho viviente. 8 de cada 10 jóvenes españoles de menos de 30 años son
imbéciles. Dependen de sus familias. Además, según constató el filósofo José
Antonio Marina el domingo en el programa de Ana Pastor, empiezan a encontrar normal
perpetuar la imbecilidad.
Hay dos mensajes que explican el acomodamiento. A)
La familia nunca falla, o sea, tienes báculum para rato. B) No hay trabajo.
Cierto, verídico, real. Excepto para los dirigentes populares, para el resto
del universo conocido es público y notorio que hay poco curro y mal pagado (o
nada pagado). La fusión de ambas variables provoca un Virgencita, Virgencita,
que me quede como estoy, o sea, arraparse la zona de confort por muy precaria
que sea. Quien quebranta alguno de los dos mandamientos anteriores se ve forzado
al cambio y no siempre es negativo.
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ANDREAS MÜHE |
No puedo dejar a mis alumnos con la etiqueta de
imbéciles y con las dos normas que flotan en la sociedad para que naveguen por
los océanos del victimismo. Les clavaré esta semana la disertación de Mario
Alonso Puig en la que detalla cómo se fabrica un sueño (la decapitación de la
imbecilidad puede ser uno muy oportuno).
El miedo que propagan los poderosos
tiene la sana intención de mantener al populacho (mayoritario) en la zona de
sumisión. Prohibido embarcarse en proyectos apasionantes, tendrán que superar
los agoreros que pronostican fracasos a trochimoche. Cayó el muro de Berlín
pero nos han construido la invisible muralla de la desesperanza.
El conferenciante aboga por abrazar la
incertidumbre. Por soñar en grande, diseñar una estrategia y actuar en pequeño.
Por fomentar la introspección. No les avanzo más, disfruten de la sabiduría y
sobre todo, pónganla en práctica. O los imbéciles nos comerán. Mejor dicho, nos comeremos.
Muy bueno si señor!!! hay palabras que en la vida de los adolescentes ya no existen: sueño, dedicación, ESFUERZO (esta con mayúsculas porque se perdió hace tiempo), persistencia... no saben el placer que da cuando creas algo con esfuerzo y sale bien....
ResponEliminaIntento enseñar eso a mis hijos, pero cuando ven por el otro lado ese tipo de sociedad conformista que copmentas, muchas veces me pregunto si no estoy dándome de chocazos contra un muro.... esperemos que algo de lo que les estoy enseñando, se quede....
Lo que está en juego es que dejen de ser imbéciles. Ahí es nada.
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