El juego está controlado. El monstruo de las
enésimas cabezas domina todo el tablero conocido. Sus polimorfas testas aparecen por
cualquier parte exigiendo hegemonía. El sistema político
(democracia y dictadura), el sistema económico, los medios de comunicación, el
recién nacido internet, la sociología y el comportamiento de las masas, la
religión y las debilidades de la peña. La cúspide de la pirámide está reservada
para él y sus esbirros y desde allí se desparrama como un ácido que todo lo
corroe el vil (¿) metal, es ahora la única ley verdadera que domina el globo
terráqueo. ¡Hala, nihilista, huye de nuestro optimismo, que nos contagias!
Imagínense como está el patio que los mandamases
europeos se dedican a llevar a los bancos al diván para calcular su estrés. O
sea, quieren averiguar si después de otro saqueo seguiría quedando parné en la
caja en lugar de telarañas como pasó en la dentellada del 2008. ¡Qué cuajo! Por cierto, ¿y los de abajo?
El 15-M fue la fiebre. El estado del bienestar
(ese pacto equilibrado yo trinco y tú comes y te curas y estudias lo que yo te
diga) se desmontaba por la voracidad de una élite globalizada sin oposición
desde la caída del muro de Berlín. Los indignados protestaban airosos pero sin
cuestionar el sistema, el hambre de África no estaba en los primeros lugares de
la agenda de los que levantaban las manitas para aplaudir. Ellos querían que
les devolvieran las prebendas de ciudadanos del norte, nada de poner el mundo
patas arriba, ni de repartos igualitarios ni otras zarandajas marxistas de
color sepia. Internet, vehículo de lujo, canalizaba las protestas de salón. Una
mano anónima me dio un escrito misterioso cuando iba a visitar las tiendas de
campaña de la plaza Catalunya. (releer el post Ubi sunt). Anunciaba la creación de
Podemos. El monstruo de las enésimas cabezas tenía previsto incorporar a los
descontentos al negocio, dejarlos sentirse libres para liderar opciones
políticas novedosas y salvadoras que entretuviesen al populacho. El fútbol
tiene sus limitaciones. Seis millones de parados necesitan creer que alguien
les vendrá a salvar con su voto.
El monstruo de las enésimas cabezas está dispuesto
a sacrificar a la casta que con tanto vigor lo defendió. No le importa que sean
corruptos o palurdos, el problema es que son viejos, están muy vistos (Pujol, Rato, Bárcenas, Acebes...), al final la gente necesita carne
fresca de cañón. Ahí nació el Coletas y su halo. El monstruo mandó a sus
esbirros atacarlo con guante de seda para encumbrarlo como la nueva esperanza
de los sin voz, de los sin casa, de los sin nada. Los egos de cada uno de los
protagonistas hicieron el resto.
Ayer Pablo Iglesias desgranó de nuevo en
televisión (donde se creía mover como pez en el agua) su perfecto discurso de
quitar a los ricos para dárselo a los suyos. Con esa cara de vengador de los
oprimidos, de chulito vallecano (con los tacos puestos en su sitio) amenazaba a los poderosos de que si no se rinden
a sus postulados igualitarios lo tendrán crudo. Imagino al monstruo de enésimas cabezas
descojonado de risa. Ese mensaje cala entre la masa descontenta y hastiada de
robos a manos llenas. Sí se puede gritan
con la mandíbula apretada los desahuciados, los descabalgados, los destodo. El
Mesías necesita ganar para ajusticiar a todos los mangantes. Las cabezas del monstruo escupen babas de superioridad.
Todo iba de maravilla hasta que vino a estropearlo
el aguafiestas del Jordi Évole. Quién le mandaba preguntarle por el piercing
que lucía Pablo El Temible en sus tiempos de combatiente anónimo. La pregunta
inocente se transformó en una daga envenenada. El Robin Hood de bolsillo no se le ocurrió
otra paparruchada que confesar que se lo había quitado porque se lo ha ordenado
su jefe de campaña. El hombre de los grandes principios claudicando en la
defensa de sus orígenes. ¿Y cuando Merkel lo ponga firme se cortará la coleta o
no la cortará a nosotros? Es una nimidad, Jordi. ¡Y un huevo! Pablito se dedicó
acto seguido a elogiar los avances del Papa Francisco (joder, ahora va a por el
voto del Opus Dei). Si en lugar de Ecuador aquello parecía Suresnes…
El monstruo de las enésimas cabezas no pudo asimilar
tanta arrogancia y al final apareció por debajo de su propia creación para
dejar las cosas en su sitio. Sueñen en otra parte pobres de mierda.
El final de esto será más de lo mismo y nos sentiremos aún más engañados y más decepcionados. Nuestro gozo en un pozo.
ResponEliminaLa empresa donde trabaja mi hija no permite piercing, se lo hicieron quitar en su primera reunión. Va para tres años, se mantiene en la empresa y mantiene su piercing...ainssssssss Pablito.
Un besote.
Para que veas...es cuestión de principios. Besotes de vuelta.
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