Entiendo que los creyentes católicos
(practicantes, no practicantes y otros grupúsculos) quieran hacerse ilusiones de pertenecer a una
organización adaptada a los tiempos que vivimos, entiendo también que después
de los estragos del ultraconservador y santificado Juan Pablo II y de la
espantada del Bendito quieran ver en Paquito la reencarnación del Che Guevara
espiritual pero a mí que no me vengan con milongas.
Entiendo que Pablo Iglesias para captar el voto
católico progresista exprese su admiración por el barniz que el Papa
argentino está aplicando en las formas, entiendo que a los medios de comunicación les llene páginas y fotos
con gestos populistas pero a mí que no me vengan con
milongas.
Cuando me enciendo y ardo de rabia es cuando
observo cómo la Iglesia, especialista en mutaciones sospechosas a lo largo de
toda la Historia, se autoencumbra como paladín de la libertad y de la justicia
mientras subyuga al populacho temeroso y débil. Cuando se atribuye el monopolio
de la respuesta a la pobreza o lo que ya me ha parecido el súmmum del descaro
cuando hace márketing con sus propios pecados. Profundizo.
El Papa Francisco I en persona descolgó el
teléfono para pedirle perdón a Daniel (pseudónimo de un joven profesor de una escuela del
Opus Dei en Granada) por los abusos sexuales que tres sacerdotes (con la
complicidad de otros y un par de laicos señoritos) perpetraron sobre su
persona. Conmovedor para los que tienen ansias de cambio. Asqueroso para mí.
¿Dónde queda lo de que una mano no se entere de lo que hace la otra? Por
cierto, ¿el Papa ha llamado personalmente al resto de víctimas del mundo? Lo
digo porque echaría más horas al día que las telefonistas de Vodafone y
Movistar juntas. ¿Por qué éste? Los ansiosos de modernidad eclesial me acusaran
de mal pensado pero ya saben que es el preludio del acierto. Más preguntas
incómodas, si todo un Papa se disculpa significa que ofrece veracidad a la
denuncia, no admite dudas, dispone de pruebas fehacientes que obligan a pedir
perdón. Entonces, ¿por qué no lo denuncia ante la justicia ordinaria para que
los culpables paguen su delito? El Papa y sus subordinados son cómplices o
encubridores como en tantas otras ocasiones. La llamada al granadino es una
magnífica coartada para que todo el mundo se quede con la imagen de que la
Iglesia ha cambiado y que ahora va a entrar en serio en el pantanoso tema de la
pederastia y de los abusos sexuales. Me sobra la foto, me sobra la publicidad,
me sobran los gestos que no se acompañan con actos inconfundibles de rectitud
moral.
Sr. Bergoglio, diríjase a una comisaría y denuncie,
con nombres y apellidos, con pelos y señales, si no lo hace usted lo pueden
hacer otros en su nombre, propongo al brillante arzobispo de zona, el editor de manuales de esposas abnegadas que se muestra remiso a la hora de
implementar su perdón. Y si no lo hace…¡no me vengan con milongas!
Olé Jordi! macanudo!
ResponEliminaChé, muchas gracias.
EliminaNp se pueden pedir peras al olmo.
ResponEliminaEstoy de acuerdo, después de tanta publicidad, está claro que todo lo publicado es cierto y demostrable. Denuncien, señores, denuncien.¿ Qué mejor muestra de intención de cambio?
Como siempre, y un placer leerte. Besotes
Y ahora se tiran al suelo a pedir perdón, ¡vaya espectáculo! Besotes de vuelta.
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