Obviamente Mariano Rajoy pasará a la historia.
Avanzándome a sus hagiógrafos he determinado el adjetivo que debiera acompañar a su santo nombre. No me digan que no la he clavado. Me arremango para
justificar tan merecida calificación.
Después de un año ninguneando los papeles de EL
PAÍS sobre la contabilidad B llevada por Bárcenas, después del mensajito Luis, sé fuerte,
aguanta, después de varias ruedas de prensa a la altura solo del esperpento
valleinclanesco, se planta el tío en el Senado y clava un sórdido Me equivoqué
y se queda tan pancho. Después de repetir por activa y por pasiva en la campaña
electoral que no subiría los impuestos cuando su leal Fraguel Montoro pega un tajo en nuestros bolsillos con la memorable
subida del IVA Mariano sale a la palestra con un nimio:
no se podía hacer otra cosa. ¿Rescate? Me tengo que ir a la final de la Eurocopa.
¡Nunca se cruzará la línea roja en educación y sanidad! Se saltan la roja, la ámbar y la verde. ¡Las
pensiones son intocables! Reforma que deja a los agüelicos tambaleándose. ¿Se
merece el título de SINCERO? Al que discrepe le mando a Gallardón y a Fernández
Díaz a que lo convenzan. Y me callo algunos silencios reveladores. En plena
crisis del ébola la Mato no dice ni mú, en pleno escándalo de las pelotas de
goma en Melilla o en el asunto del aborto el Sincero evita cascar para
no traicionar su afición preferida: decir siempre la verdad.
Ayer, el gallego de pro, alentado por los números
del empleo y de la recuperación económica, salió de su reclusión estival a sacar pecho. “Animo
a la gente a que actúe, que no espere que las administraciones públicas le
resuelvan sus problemas”. Tendrán geta los españolitos, no se
creen los muy vaguetes que el Estado tiene la misión de resolver sus problemas, espabildad, cada uno
se tiene que sacar las castañas del fuego. ¿Y el estado que pinta? Siguiente
pregunta.
Mariano el Sincero solo expresó ayer lo que es una
verdad como la catedral de Santiago de incontestable. Las administraciones pasan un huevo de los ciudadanos,
¡faltaría plus! Échenle un ojito al informe Tuderechoasaber.es de 2013 y verán
si nuestro presidente dice la verdad. De 654 preguntas dirigidas a
las diferentes administraciones, el 57,3% de las mismas recibieron por
respuesta el silencio (muy al gusto del plasmático Rajoy), el 7,2% se respondieron
por peteneras y un 11,2% fueron capeadas argumentando que no se disponía de la
información solicitada. En entidades locales (más próximas al ciudadano, más
fáciles de controlar) el ninguneo llegó al 81%.
Concluyendo, una nueva verdad de Mariano el
Sincero: “las administraciones llegan adonde llegan”. La veo y le sumo mi verdad: “las
administraciones llegan solo para llenar el bolsillo de los sinceros”. Moraleja final: no
es recomendable decir la verdad porque puedo pasar a la historia como Jordi el bolivariano.
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