Carpe Diem: Vivid el momento. Coged las
rosas mientras aún tengan color pues pronto se marchitarán. La medicina, la
ingeniería, la arquitectura son trabajos que sirven para dignificar la vida
pero es la poesía, los sentimientos, lo que nos mantiene vivos.
Al final lo consiguió,
el director de la rancia Academia Welton, el viejo que gritaba a los alumnos
que se subían a los pupitres como homenaje a su profesor, consiguió expulsar de
la vida al causante de la pequeña rebelión. Robin Williams se ha marchado
definitivamente pero esa escena queda para la eternidad. Es el punto de partida
del pensamiento, no tomar asiento, no atrancarse en una circunstancia adversa,
extraer el meollo de las experiencias para cargarlas en una maleta lo más
ligera posible. Enseñanza útil para navegar en este río tan manriqueño.
No les ocultaré que le
tengo algo de tirria a la película El club de los poetas muertos. Durante mucho
tiempo se ha pasado en las tutorías de los centros educativos (tan rancios como
Welton) para exaltar a un tipo de profesor que trasciende al librillo que
diseñan los que manejan el poder para coger otros más etéreos que provoquen a
sus alumnos a pensar por ellos mismos. O sea, todo lo contrario a los valores
que rigen el sistema educativo prusiano vigente. Muchos profes que
proyectaban la célebre peli, en funambulismo hipócrita, cual curillas rasos
(haced lo que yo digo, pero no hagáis lo que yo hago), mostraban a sus alumnos
una forma de enseñar en la que ellos no creían. Después de pasarla volvían sin
rubor a la gris cotidianidad disparando ráfagas de docilidad y de adoctrinamiento
neoburgués. Una cosa es el cine y otra la cruda realidad, en la realidad hay
que ser como el viejo director de Welton, en la ficción uno se puede permitir
más alegrías y querer parecerse a Keating.
La peli también sirvió
en muchos casos para entronizar el carpe diem. Cómo me cruje el estómago cuando
me enfrento a la mala interpretación de esta máxima. El carpe diem puede acabar
reescribiéndose como un estrambótico vive como quieras que esto se acaba pronto.
Eso me lleva a pensar que la película tiene tantas aristas que no puede ser
analizada desde un ángulo facilón, requiere una madurez intelectual y vital
para no caer en conclusiones de todo a cien. Keating es mucho Keating, lo que
provoca a su alrededor no es fruto de la casualidad o de la mente calenturienta de un
guionista, es pura filosofía que tiene que explicarse cimentada
en unas experiencias vividas, de lo contrario podemos orientarnos a un wishful
thinking peligrosísimo.
Vean los tres últimos
minutos de la peli y sigan indagando lo que les produce en las tripas. Robin
Keating les contempla.
Despertar.
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