Las fotos pueden fomentar la intuición y la
investigación. Entre lo que se ve y lo que no, hay un espacio que puede
aprovechar el ojo despierto para ir más allá del encuadre. La evidencia llama
al contexto, los objetos y la postura del retratado claman para que alguien desvele la historia que se
esconde antes y después del disparo certero del fotógrafo.
Una sola foto puede servir para escribir una tesis
doctoral sobre la vieja forma de hacer política. ¿No se lo creen? Aquí la
tienen.
El pajarito salió da la cámara en julio de 2010. Una
instantánea aparentemente insustancial que ilustraba un reportaje en El País (siempre tan fashion)
que llevaba por título 12 horas a la sombra de Duran i Lleida. La costumbre, la
inconsciencia, la vanidad o todo a la vez, no valoraron la trascendencia de la foto. Se le ve leyendo y hablando por el móvil, desayunando
como un señor en su habitación de hotel de cinco estrellas. Una nimiedad sin
importancia. Cuatro años después el protagonista reconoce el error. ¿Eso
significa que no volvió a ir al Palace? ¿Qué dices, chalado? El error fue
fiarse de su gabinete de prensa. Él no quería. Hubiera preferido cualquier zona
común del hotel, cualquier cafetería, todo con tal de que no se viese la cruda
verdad. Aquí tenemos uno de los rasgos fundamentales de esa política que espero
que muera. La verdad escondida porque no hay cámaras que la pongan delante de
los ojos o porque hay ojos que no miran donde debieran.
Medio país agonizando por los desahucios y el
paro, y el representante de los agonizantes, el que tiene que defenderlos,
marcándose un zumito de manzana y zanahorias para afrontar un duro día de
trabajo. Él viene de tierra de “pomes” y la zanahoria va muy bien para la piel.
No tengo la foto para contrastar, pero puedo imaginar el desayuno de algunos
que metieron una papeleta en la urna, leche barata y galletas de euro la
tonelada. Cuatro años después cuando le vuelven a preguntar por la foto, (¡la
dichosa fotito!), se ampara en la demagogia de los malvados (yo incluido) y recuerda que por mucho que se
quiera hurgar en el lujo, él “necesita un nivel de representación”. Y explica
detalladamente los encuentros de alto nivel que se han registrado entre las
blancas paredes de su habitación del Palace. Este verano estuve visitando el
Reichstag, los diputados alemanes tienen unas salas iluminadas y cómodas para
trabajar por su pueblo, qué lástima que el pobre Duran se tenga que ver
obligado a cenar en su habitación con Josu Jon Imaz (¿delegado de Repsol?) para
ultimar un pacto antiterrorista. La vieja política sale a relucir en todo su
esplendor, las cosas no pueden ser de otra manera, un político de nivel no
puede trabajar en la “pensió Carme” (Duran dixit), faltaría plus.
El ínclito político trasnochado desenfoca toda la foto y la quema cuando se la coloca de máscara. Duran apela a la tradición (la misma que retrata presidentes del Congreso a 100.000 euros) y para no dejar escapar el
chollo (vieja política de la buena) advierte que “voy al Palace y continuaré yendo al
Palace como han hecho todos los diputados y portavoces de CiU toda la vida”. Ni un rasguño de austericidio para el gachón, la culpa la tiene Madrid y sus
hoteles de lujo, ya sabemos por qué no es partidario de la independencia, imagínense
que tuviese que ir a dormir a su casita y tuviese que prepararse su zumito (el servicio, no te confundas, iluso).
La vieja política se ha escudado tradicionalmente
en el “ytúmás”, argumento de peso, Duran no iba a ser "yyomenos", ahora que se
disputa con los de Junqueras el pastel catalán aviva la memoria para recordar
que “los de ERC iban al Ritz durante la Segunda República”. ¡Catapún chinpún!
Si ellos iban hace 80 años quién se atreve a quitarle el caprichito a su
Majestad Duran.
Espero que vayan cayendo como chinches, que esta
marejada encabezada por el Coletas, si no puede conseguir más altos objetivos,
se lleve por delante a Duran y otros de su calaña (Pujol ya está ko en sus
ambiciones de pasar a la historia). Por cierto, como último detalle sin
importancia, Duran reconoce que el Palace les hace precio de amigo a los
políticos. ¿Y si llamamos esta noche?
Perdonen que me tenga que ir a lavar las manos
pringadas de ignominia después de escurrir convenientemente la fotito de
marras.
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